lunes, 16 de noviembre de 2015

CLÁSICOS ALCALAÍNOS - VICENTE DÍAZ RODRÍGUEZ, DOMINICO.



Introducción.-Inauguramos con este artículo una nueva sesión en el Blog www.mialcala.blogspot.com de Alcalá de los Gazules, con el título de “Clásicos Alcalaínos actuales”.

Se llaman clásicos aquellas personas o autores de obras, artes  y nobles actividades,  que tenemos por modelos dignos de imitación. En Alcalá hay un largo elenco de ellos, que vienen a constituir un patrimonio cultural de gran valor y a los que tenemos que acudir frecuentemente como ejemplos indiscutibles de nuestro acerbo riguroso alcalaíno. En Alcalá los hay con una justa fama, pero muchos de ellos son desconocidos, porque han desarrollado sus actividades  lejos de nuestro pueblo, aunque hoy son modelos ejemplares con valor permanente, y deben ser imitados. Uno de ellos es el religioso dominicano Vicente Díaz Rodríguez.

Nacimiento, Niñez, Enseñanza Primaria, Bachillerato y Comercio.-

El Padre Vicente Díaz Rodríguez nació el 5 de febrero de 1928 en Alcalá de los Gazules. Hijo de Antonio Díaz Montes de Oca y de María Rodríguez González. Sus abuelos por línea paterna fueron Vicente Díaz Díaz y Francisca Montes de Oca Blanco. Y por línea materna, José Rodríguez y Ana González. Tuvo tres hermanos: Ana, monja de Beaterio, Francisco (q.e.p.d.) y José.
De los años 1934 a 1936 vivió en el cortijo de Fraja, y de 1937 a 1939, en el del Rocinejo. Allí comenzó sus primeras enseñanzas con maestros rurales. En 1940 comenzó el Bachillerato en la Escuela de don Manuel Marchante. Después pasó a Comercio, obteniendo el título de Profesor Mercantil con 19 años y la calificación de Matrícula de Honor en la asignatura de aduanas.

Presidente de Acción Católica y del Centro Cultural “Los Locos”.-Con esta edad fue Vicepresidente Provincial de Acción Católica y, a continuación, Presidente. Allí inició su vocación cristiana de formador de jóvenes.
De 1946 a 1949, fue Presidente del Centro Cultural Alcalaíno, llamado “Los Locos”, situado en lo que hoy se llama Plaza de Jesús Nazareno, detrás del Ayuntamiento. La Casa era propiedad de Doña María Pizarro, viuda. Pertenecían al Centro Cultural Fernando Toscano de Puelles, Antonio Mansilla Casas, Francisco Almagro Pizarro y José Díaz Rodríguez, entre otros, donde se aprendía a jugar al ajedrez, entre otras cosas.

Ingreso en la Orden de Santo Domingo de Guzmán.-
En 1949, Vicente marcha a Almagro (Ciudad Real), donde inicia sus estudios eclesiásticos para ingresar en la Orden Dominicana. En 1954 fue ordenado de sacerdote.  De 1954 a 1968, fue profesor de los Dominicos en Granada.
Alumno en la Universidad de Salamanca y en la Gregoriana de Roma.- Cursó su carrera eclesiástica en el Estudio General de los Dominicos en Almagro (Ciudad Real) y Granada. Después pasó a la Facultad de Teología de San Esteban de Salamanca, donde obtuvo el título de Licenciado y en la Universidad de Santo Tomás de Roma, donde logró la licencia en Sociología.

Misionero en África, Residente en Écija y Prior en Cádiz y Jerez
Hasta 1976, estuvo de misionero en la República Centro-Africana de Bangui, siendo presidente Bocassa.
En 1976 lo trasladan a Écija para reabrir el convento de los Dominicos que llevaba clausurado 200 años. Allí estuvo ocho años.
En 1984 es trasladado a Cádiz como prior, donde estuvo siete años, hasta 2010.
Desde esta fecha hasta hoy, está en el Convento de Santo Domingo de Jerez de la Frontera. (Datos aportados por su hermano José).

Mis contactos con el P. Vicente Díaz.
Conocí a  Vicente Díaz en mi niñez, a los 11 años, cuando él tenía 14 ó 15. Al poco tiempo mi familia marchó a Jerez y no volví a verlo hasta varios años más tarde. Mi hermano Gaspar pertenecía a la generación del Padre Vicente y se reunía frecuentemente con Fernando Toscano, Antonio Mansilla, Francisco Almagro, Antonio Caro Serrano, Antonio Moreno Serrano, Luis Blanco Benítez, Manolo Romero “Trinidad”, Bartolomé Visglerio y otros…
Vicente Díaz, al finalizar la carrera por libre de Profesor Mercantil en la antigua Escuela de Comercio de Cádiz, ingresó en la Orden de Padres Predicadores de Santo Domingo en Almagro (Ciudad Real).
Mi familia marchó a Jerez y ya no volví a verlo hasta el año  1989 en la Diputación Provincial de Cádiz. Por aquel entonces, yo era voluntario de la Cruz Roja y subdirector de la delegación de Jerez, siendo director el socialista Gabriel González Ríos. Acudimos a una asamblea convocada por la Cruz Roja en Cádiz y allí me encontré con el Padre Vicente Díaz y Alfonso Perales y evocamos nuestras antiguas impresiones alcalaínas.
Más tarde, volví a encontrarme con él en la casa de su hermano Francisco, ubicada en el paseo de la Playa, acompañado de Andrés Moreno Camacho. Echamos un buen rato y Vicente nos relató su experiencia de la vida religiosa y sus destinos a través de actividades de responsabilidad. De allí saqué una formidable impresión de su perfil tanto físico como psicológico. Vicente seguía teniendo una saludable y sorprendente salud y una fisonomía física estabilizada, que apenas había sufrido cambios de ningún tipo. Lo hubiera reconocido en cualquier lugar.
Después de haber obtenido en Cádiz el título de Profesor Mercantil, en 1949, inició su carrera eclesiástica  en el Convento de Almagro de Ciudad Real y en Granada. A continuación, recibió la ordenación sacerdotal en Cádiz, de manos del obispo Tomás Gutiérrez Díaz, en junio de 1954. Seguidamente, se graduó en Teología y Sociología en Salamanca y Roma.
Al volver a España, fue profesor, durante diez años, en el Estudio General de los Dominicos de Granada.  De allí marchó como misionero a la República Centro-Africana, donde trabajó pastoralmente durante trece años. Posteriormente, nos hemos visto varias veces en Jerez. Cuando murió mi hermana Lourdes, llegaba de viaje, de Sevilla y, al enterarse de que mi hermana Lourdes había muerto, concelebró con la misa de difunto que se iba a celebrar en la parroquia de San Pedro de Jerez. Un detalle que hemos valorado toda mi familia.
El último encuentro con el P. Vicente ha sido el pasado día 1 de octubre del 2015 en el convento de Jerez. Llegamos a Santo Domingo cuando él estaba cerrando el gran portalón de la iglesia del Convento, como si fuera un simple sacristán. Su sencillez y sus trabajos humildes siempre le acompañaron, pero destacaba su perfil humano y religioso. De allí pasamos a la monumental sacristía del convento, donde está instalada una altísima escalera que da vértigo observarla a simple vista. Le pregunté qué hacían los albañiles. Me contestó que no eran los albañiles, era él mismo el que utilizaba la escalera para rehabilitar el techo y las imágenes deterioradas de la sacristía. Su humildad y su agilidad, a los 87 años, me impresionaron tanto física como espiritualmente. En sus venidas a Alcalá, rehabilitó el facistol de la parroquia de San Jorge, gracias a sus estudios de arte que había realizado durante su etapa de formación.   

Su obra cultural.-
En Cádiz, además del trabajo como rector, dedicó parte de su tiempo a la biblioteca, a la investigación en el archivo conventual y en otros fondos, especialmente en el Archivo Histórico Provincial de Cádiz y en el Archivo Histórico Nacional de Madrid y en la restauración artística. Fruto de esa pasión  de investigación y su esmerada preparación cultural, escribió un largo elenco  de artículos periodísticos en la prensa local.
Asimismo, son dignos de encomio sus colaboraciones  en el archivo dominicano de Salamanca, de  cuyo comité científico internacional formó parte el P. Vicente y, al mismo tiempo, fue miembro del Ateneo Artístico y Científico de Cádiz.
También son dignas de admiración las tres publicaciones de epígrafes y contenidos paradigmáticos: El Vía Crucis de Ponzanelli (Cádiz, 2001), investigación en torno al desaparecido Vía Crucis que el escultor genovés Jacomo Antonio Ponzanelli había enviado a la ciudad, que los capuchinos instalaron frente a su convento en 1728, y del que ninguna noticia se tenía en Cádiz. La Galeona Gaditana ayer y hoy (Cádiz, 2006), nueva ocasión para rememorar el pasado de la Virgen Galeona, tan vinculado a Cádiz y a los puertos de allende los mares, donde el recuerdo de esta Virgen Marinera ha quedado grabado en el corazón de todos los marinos y en la memoria histórica del pueblo sencillo y piadoso.” Y, finalmente, Negros y Frailes en el Cádiz del siglo XVII (Salamanca, 2009), donde el autor se remonta por la historia para esclarecer los orígenes del Convento de Santo Domingo de Cádiz.
En conjunto, este libro agavilla cuatro preciosos estudios: El primero, “Negros y Frailes”, que trata de las relaciones, siempre conflictivas de los dominicos con la Cofradía de los Morenos, que fueron la piedra angular de la fundación del convento; El segundo, “Una Iglesia nueva para un mundo nuevo”, interesantísima muestra  de la vocación atlántica de la iglesia, galería de las devociones que los dominicos  trasladaron al Nuevo Mundo; El tercero, “La Ornamentación del barroco”, donde cuenta su personal dedicación durante trece años a la restauración de la sillería coral y describe el retablo del altar mayor y el púlpito, elementos imprescindibles de una iglesia de Frailes Predicadores; Y El Cuarto, “Priores del Convento”. Supone un paciente y logrado esfuerzo de investigar y contar los personajes que han gobernado el convento desde sus albores hasta los días actuales.
En la actualidad, Fray Vicente Díaz Rodríguez, después de haber regido durante nueve años el convento de Almagro (Ciudad Real) e incluso de haber restaurado personalmente su claustro e iglesia, reside en el Convento de Santo Domingo de Jerez de la Frontera (Cádiz), donde es prior del Convento de SANTO DOMINGO.

Su perfil humano y religioso.- Si quisiera describir al Padre Vicente Díaz con grandes pinceladas, sin detenernos en la formidable obra reticular que ha dejado realizada, tendría que destacar cinco rasgos esenciales que han estado presentes con una fidelidad impresionante durante toda su vida:
1º.- Su amor a Dios desde su más tierna infancia.
2º.- Su amor a la Iglesia con una fidelidad constante.
3º.- Su amor a su pueblo, Alcalá de los Gazules, a su patrona la Virgen de los Santos y a su familia como los mejores dones que Dios le ha regalado.
4º.- El amor a su vocación y a la institución dominicana de Padres Predicadores donde ha desarrollado su vida.
5º.-La predilección por su santo Fundador, Santo Domingo de Guzmán, como ejemplo a seguir en la piedad y en la cultura.


Juan Leiva

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