martes, 12 de julio de 2016

DON JOSÉ GALLEGO GALLEGO

     Ayer, 11 de Julio, tras una larga y penosa enfermedad, se nos ha ido un alcalaíno querido y respetado por todos en nuestro pueblo. Su vida ha estado marcada por la Familia, a la que adoraba; la Enseñanza, que fue su vocación y que impartió durante muchos años en el Colegio Juan Armario; el Campo, del que estaba enamorado; la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores a la que perteneció y de la que fue Hermano Mayor; la Amistad  leal y sincera hacia sus amigos y el Respeto a los demás. ¡Ah, y a los  Seguros de Automóviles!

      Pero, además y por encima de todo, él fue… ¡una gran persona! Siempre con buen talante, con educación, saber estar y respeto, honesto y trabajador. Nunca una palabra más alta que otra. A veces hablaba tan bajito que casi ni me enteraba de algunas de las cosas que comentaba, pero por no hacerle repetir yo asentía. Pero es que para qué llevarle la contraria, sí él normalmente tenía la razón en sus argumentos.

     De joven se le veía con frecuencia en la calle o en los bares hablando con personas bastante mayores que él. Solía decir que “de los viejos siempre se aprende algo”. A pesar de su aparente seriedad,  con los niños siempre tuvo una “química” especial y no solo en el colegio. Se paraba con  los chiquillos en la calle, les hablaba y les ofrecía un caramelillo que guardaba en el bolsillo para cuando se presentara la ocasión y que los pequeños tomaban contentos. Puede uno imaginarse cómo estaría él con sus nietos y sus nietos con él.

      Era difícil verlo sin el cigarrillo en la mano, aunque siempre me aseguró que mientras dormía no fumaba. Y yo, claro, como me lo decía él,  me lo creía.

Coincidí con él en la SAFA y preparamos las Oposiciones junto a Andrés Agüera y a Lucía Visglerio (q.e.p.d.) y es para mí un orgullo haber sido su colega y amigo, además de “asegurado”, por supuesto. También fui compañero suyo de caza junto con Andrés. Progresamos mucho en este deporte y era fácil traernos tres o cuatro zorzales después de solo tirar poco más de una caja de cartuchos cada uno. Todo un éxito. Bueno, pero al menos los asustábamos.

Hoy puede ser un día triste para muchos (Familia, Cofrades, Docentes, Amigos del Camino, Amigos de la Costa…) pero yo prefiero pensar que allá donde esté Don José Gallego Gallego se sentirá bien. Y quiero recordarlo tal como fue aquí: una persona buena y respetuosa con todos. Y mostrar nuestro reconocimiento hacia la labor callada y eficaz que desarrolló en todas las facetas a las que se dedicó. Al mismo tiempo dar a su esposa Josefa, a sus hijos Alejandro y Pilar, nietos y demás familia nuestro más sentido pesar. 

Descanse en paz.
     

      Francisco Gil García

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