Ayer, 11 de Julio, tras una larga y penosa
enfermedad, se nos ha ido un alcalaíno querido y respetado por todos en nuestro
pueblo. Su vida ha estado marcada por la Familia, a la que adoraba; la
Enseñanza, que fue su vocación y que impartió durante muchos años en el Colegio
Juan Armario; el Campo, del que estaba enamorado; la Cofradía de Nuestro Padre
Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores a la que perteneció y de la que fue
Hermano Mayor; la Amistad leal y sincera
hacia sus amigos y el Respeto a los demás. ¡Ah, y a los Seguros de Automóviles!
Pero, además y por encima de todo, él fue…
¡una gran persona! Siempre con buen talante, con educación, saber estar y
respeto, honesto y trabajador. Nunca una palabra más alta que otra. A veces
hablaba tan bajito que casi ni me enteraba de algunas de las cosas que
comentaba, pero por no hacerle repetir yo asentía. Pero es que para qué
llevarle la contraria, sí él normalmente tenía la razón en sus argumentos.
De joven se le veía con frecuencia en la
calle o en los bares hablando con personas bastante mayores que él. Solía decir
que “de los viejos siempre se aprende algo”. A pesar de su aparente seriedad, con los niños siempre tuvo una “química”
especial y no solo en el colegio. Se paraba con
los chiquillos en la calle, les hablaba y les ofrecía un caramelillo que
guardaba en el bolsillo para cuando se presentara la ocasión y que los pequeños
tomaban contentos. Puede uno imaginarse cómo estaría él con sus nietos y sus
nietos con él.
Era difícil verlo sin el cigarrillo en la
mano, aunque siempre me aseguró que mientras dormía no fumaba. Y yo, claro,
como me lo decía él, me lo creía.
Coincidí con él en la SAFA y preparamos las
Oposiciones junto a Andrés Agüera y a Lucía Visglerio (q.e.p.d.) y es para mí
un orgullo haber sido su colega y amigo, además de “asegurado”, por supuesto.
También fui compañero suyo de caza junto con Andrés. Progresamos mucho en este
deporte y era fácil traernos tres o cuatro zorzales después de solo tirar poco
más de una caja de cartuchos cada uno. Todo un éxito. Bueno, pero al menos los
asustábamos.
Hoy puede ser un día triste para muchos (Familia, Cofrades,
Docentes, Amigos del Camino, Amigos de la Costa…) pero yo prefiero pensar que
allá donde esté Don José Gallego Gallego se sentirá bien. Y quiero recordarlo
tal como fue aquí: una persona buena y respetuosa con todos. Y mostrar nuestro
reconocimiento hacia la labor callada y eficaz que desarrolló en todas las
facetas a las que se dedicó. Al mismo tiempo dar a su esposa Josefa, a sus
hijos Alejandro y Pilar, nietos y demás familia nuestro más sentido pesar.
Descanse en paz.
Francisco Gil García
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