sábado, 14 de diciembre de 2019

DISCURSO DE DON JAIME GUERRA MARTÍNEZ, DIRECTOR DEL INSTITUTO.



Ilmo. Sr. Alcalde y Corporación Municipal
Representantes de los centros educativos y asociaciones
Sras. presidentas de la AMPA y de la Asociación de antiguos alumnos
Profesorado, alumnado y personal de administración y servicio
Padres y madres
Queridos Diego y Elena
Amigos todos.

Gracias por venir a compartir con nosotros este día de júbilo y reconocimiento.

Enseñar es un sentimiento que emociona, porque nos acerca al   corazón  del enseñado para transmitirle lo que consideramos bueno para él.

Todos los oficios tienen un maestro y todos hemos tenidos decenas de maestros y maestras que hemos descubierto después que han pasado los años. Aprendemos de los demás, de la observación, de las palabras o de los hechos, del ambiente con el que nos relacionamos.

Aprendemos desde que nacemos, respondiendo primero a lo más elemental que nos pide el cuerpo: calor, leche materna y cariño. Por eso la primera maestra es nuestra madre, nuestros padres.

El trascurrir del tiempo nos va enseñando a andar sin caernos, levantarnos miles de veces, mientras nos enseñan la lengua con la que nos vamos a comunicarnos toda la vida. En pocos años, envueltos en un cuerpo pequeño hemos aprendido a andar y comunicarnos, hemos mamado sentimientos y ya estamos preparados para reír y llorar con conciencia, y hemos aprendido también con conciencia a tamizar todas las enseñanzas que nos llegan.

Estamos preparados. Y un día sin saber porqué nos llevan a un edificio, que siempre nos parece muy grande. Aparecen cientos de niños como tú, y unos señores y señoras mayores, desconocidos, que nos dicen:

Yo soy el maestro; yo soy vuestra señorita.

Ahhh, esto ya es otra cosa.
Eso no me lo han enseñado.
Esto es una barca atada a otras cuerdas.
¿Dónde voy, donde me llevan?

Empieza la enseñanza reglada, la escuela institucionalizada.
A lo mejor no nos hemos dado cuenta, o no lo hemos pensado, pero es como el destete.

Hay que dejar el chupe, hay que levantarse a una hora, hacer lo que nos dicen, y como nos lo digan. ¿Y a cambio de qué?. Pues a cambio de lo que llamamos enseñanza que luego con los años todos agradecemos.

Ese primer día el maestro, la maestra, repasa con la mirada al alumnado, les habla, los toca, incluso los besa.

Y ahí empieza la historia.

Si ese momento está cargado de amor, de ilusión, de utilidad todo será mucho más fácil

Por eso digo que enseñar es un sentimiento que emociona pero hace falta mucha vocación para no errar en el intento.

Quienes apuestan, creyéndoselo por la ESCUELA, están tocados por un sentimiento de amor al prójimo, están embadurnados de una gran conciencia social, de la creencia firme de que la felicidad es la meta del ser humano. Para ello hace falta brindar a todos la oportunidad y la escuela ofrece la posibilidad de situarnos a todos al mismo nivel si contamos con una auténtica igualdad de oportunidades. Ahí está la mejor opción para la igualdad social. Después todo dependerá de la voluntad y del trabajo y también un poco de suerte, el estar en el sitio en el momento adecuado. Pero a la suerte hay que ayudarle.

El instituto ha brindado a todos los alcalaínos esa posibilidad desde hace 50 años. Miles de alumnos y alumnas lo pueden corroborar.

Estamos en condiciones de afirmar que tres generaciones se han formado en nuestras aulas y han aprendido de nuestro proyecto educativo valores eternos. Hemos ayudado a formar hombres y mujeres libres, capaces de afrontar los estudios posteriores con posibilidades de éxito.

Por eso hoy desde la perspectiva que me da el haber sido alumno y ser actualmente profesor, tengo que valorar y reconocer no sólo en nombre del Instituto sino en nombre del pueblo de Alcalá, tengo que valorar con matricula de honor el proyecto que hace 51 años la corporación municipal, presidida por don Miguel Puelles y un grupo de profesores y voluntarios, y de padres y madres, pusieron en marcha. Hoy aquella ilusión es una realidad, y bendita realidad.

La asociación de antiguos alumnos/a, presidida por doña Juana María Ríos, recogiendo ese sentir solicitó para nuestra institución, porque nuestro instituto se ha ganado ser una institución en Alcalá, solicitó, como digo, la máxima distinción de la ciudad.   Muchas gracias

Por todo ello el sentimiento que me embarga es el de agradecimiento a la corporación municipal presidida por don Javier Pizarro, a los padres y madres, al alumnado, al personal de administración y servicio, al AMPA a los muchos colaboradores desinteresados y a la inspección educativa.                

Me toca a mi por circunstancias, recoger esta distinción y reconocimiento, que lo comparto con todas y con todas porque de todo es. Y me toca compartirlo especialmente con aquellos primeros profesores, encabezados por la primera directora, doña Elena Toscano Sánchez.
Luego todo ha sido dejarse llevar.

Hoy la labor la desarrollamos un grupo de profesionales de la enseñanza ilusionados en un proyecto que han hecho suyo, algunos con décadas en nuestro centro. Gracias porque seguís haciéndolo posible.

Hoy toca agradecer y congratularnos todos.

Pero mañana toca seguir construyendo una Escuela participativa y útil, democrática, dinámica que dé respuestas permanentes a los cambios y circunstancias. Un Escuela integrada en el tejido social de Alcalá y que sirva de fundamento a las realidades y proyectos de nuestro pueblo.

De aquí han salido y tiene que seguir formándose quienes están llamados a crear un pueblo con esperanzas, donde podamos tener siempre la convicción de que la enseñanza es un sentimiento que nos permite ser feliz.

Ese es nuestro objetivo.

Con esa ilusión, recojo y agradezco esta condecoración.


Muchísimas gracias,

Jaime Guerra Martínez
Director del Instituto
Alcalá de los Gazules, 13 de Diciembre de 2019

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