El
arte de escuchar
Todos conocemos la abundante
bibliografía que existe sobre el arte de hablar y de escribir en contraste con la
reducida cantidad de obras que tratan sobre el arte de escuchar y de leer.
Quizás una de las razones de ese desequilibro de ofertas sea la convicción generalizada
de que la escucha y la lectura son destrezas sencillas de practicar y fáciles
de aprender. En mi opinión, sin embargo, tanto la escucha como la lectura son
habilidades importantes que requieren un concienzudo adestramiento.
El hecho constatable es que escuchamos
poco y leemos mal. No solemos tener en cuenta que es imposible comprender los
comportamientos y las palabras de las personas a las que nos dirigimos sin
escuchar, interpretar, valorar y comprender sus comportamientos y sus
explicaciones. No advertimos que escuchar y leer son operaciones más complejas
que la simple audición de unos sonidos o la visión superficial de unos comportamientos.
En mi opinión muchas de nuestras
palabras son meros sonidos vacíos por el simple hecho de que no responden a las
expectativas ni a los intereses de nuestros interlocutores. No hemos caído en
la cuenta de que hablar es responder y, por eso, lo primero y lo más importante
es escuchar previamente las preguntas, identificar los problemas e interpretar
las inquietudes de las personas con las que convivimos.
Es inútil, por ejemplo, tratar de
consolar a una madre sin escuchar con interés su sufrimiento tras haber perdido
a un hijo, o sintonizar con un padre que lucha por encontrar un trabajo, o interpretar
los llantos inconsolables de los niños que viven en el terror de una guerra
cruel. Escuchar, pues, no es "oír" con los oídos sino sentir con el
corazón. Sólo escucha quien es capaz de redescubrir la necesidad de acercarse
al otro para escuchar el latido del corazón, allí donde realmente suena la voz
de los que sufren.
Sólo vale la palabra de quien, en vez
"decir algo", "escucha a alguien". La auténtica
comunicación no se reduce a la yuxtaposición de dos monólogos, sino que
requiere que el "yo" y el "tú" estén en sintonía, tendidos
el uno hacia el otro. Escuchar es el primer e indispensable ingrediente del
diálogo y la condición necesaria para establecer una buena comunicación.
José Antonio Hernández
Guerrero
Catedrático de Teoría
de la Literatura
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