¿Estamos, realmente, dispuestos a cambiar de opinión cuando recibimos nuevas informaciones?
Julia Calef
La
mentalidad del explorador
Barcelona, Paidós, 2023
Es frecuente que, con independencia de
los conocimientos que poseamos y sean cuales sean nuestras capacidades
mentales, en muchas ocasiones seamos categóricos, dogmáticos y tajantes. A
pesar de que nuestras visiones de las realidades son parciales y subjetivas, a
veces tendemos a absolutizar nuestras afirmaciones que, en la mayoría de los
casos, están apoyadas en experiencias, en ideologías, en convenciones o en
hábitos culturales heredados. Si prestamos atención, es probable que advirtamos
que solemos resistirnos a ver con claridad un hecho cuando creemos que nos
impedirá alcanzar nuestros objetivos y, entonces, preferimos contemplar el
mundo con una lente distorsionada. Algunos incluso creen que el auto engaño es
beneficioso para la salud mental porque, según ellos, la visión realista
conduce a la depresión mientras que el pensamiento positivo u optimista tiene
efectos beneficiosos.
En esta obra Julia Galef -especialista
en la toma de decisiones- nos explica de manera clara y detallada las
conclusiones a las que ella ha llegado tras serios análisis psicológicos, sociológicos
y antropológicos, y nos advierte, en primer lugar, que saber razonar no es la
panacea y que, de hecho, “lo que más limita el buen criterio no es el
conocimiento, sino nuestra actitud ante la vida”. Distingue, opone y explica mediante metáforas
las dos maneras opuestas de enfrentarnos a los problemas: la del “soldado” y la
del “explorador”. El primero aplica un “razonamiento motivado”, se apoya en
motivaciones inconscientes que influyen en sus comportamientos, racionaliza los
errores, evita pensar en los problemas y no digiere bien las críticas; el
segundo, por el contrario, desea ver las cosas como son y no como le gustaría
que fueran, reconoce que se equivoca, duda de sus afirmaciones y cambia de
ideas. Es “explorador”, efectivamente, quien está dispuesto a cambiar de
opinión cuando recibe una nueva información.
Me han resultado especialmente
prácticas las abundantes herramientas que nos proporciona para reforzar la
mentalidad de explorador como, por ejemplo, las técnicas de introspección que
identifican nuestras maneras de razonar de forma tendenciosa. Estoy de acuerdo
en que somos fáciles para engañarnos a nosotros mismos porque racionalizamos
nuestros errores, aunque, en ocasiones, los reconozcamos y, a veces, no
queramos ver la verdad. La mentalidad de explorador, sin
embargo, nos impide engañarnos a nosotros mismos, cuestiona nuestras
suposiciones y nos orienta para que revisemos nuestros planes.
Efectivamente, todos somos unas mezclas
de exploradores y de soldados y, por eso, todos podemos aprender a mejorar
nuestros juicios calibrando nuestros prejuicios. Confieso que esta obra me ha
resultado, además de oportuna, sugerente, clarificadora y notablemente práctica.
José Antonio Hernández
Guerrero
Catedrático de Teoría
de la Literatura
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