Una ciudad junto al mar
Rayos de
sol van rompiendo
la mañana
boreal,
besando
sobre el cristal
las luces
que van saliendo.
Olas
rompiendo en la orilla
de mi
bonita ciudad,
bañando con
blanca sal
tristezas
de una barquita.
Una
barquita pequeña
sobre la
arena varada
muy triste
y desconsolada
cubierta de
llanto y pena.
A su vera
me acerqué
al verla
tan triste y sola
fuera de
las blancas olas
sin su
viejo timonel.
¡Le pregunté!, que te ocurre
que te
encuentro abandonada
sobre la
orilla varada,
¿quieres
que la mar te entierre?.
Y con su
pena y dolor
de ésta
manera me habló:
Si es que
ya no viene a verme
prefiero
estar enterrada,
bajo la
arena mojada
y de él
desentenderme.
Alumbraba
blanca luna
en cielo
oscuro de estrellas,
soñando
quedó con ellas,
yo, con mi
niña en su cuna.
Estábamos
en la orilla
a donde
ella se encontraba,
solita de
madrugada
varada
sobre su quilla.
Me quedé
sobre la barca
contemplando
las estrellas,
y contando
las más bellas
hasta las
luces del alba.
Mirando
siempre a la mar
un marinero
de bronce
lloraba en
su pedestal,
por la
barca que él conoce.
Y mirando
al horizonte
la vio tan
triste en la arena,
que quiso
dejar su pena
en esa
estatua de bronce.
Se quiso
hacer a la mar
entre las
olas y el viento,
que llega
de barlovento
cargado de
blanca sal.
Quiso
ponerle una vela
que se
abriera con el viento,
la llevara
mar adentro
dejando una
blanca estela.
Sueños de
noche estrellada
como mi
niña Manuela,
pasando la
noche en vela
hasta
llegar la alborada.
Dormido
quedé a su vera
hasta los
rayos del sol,
que al
salir la despertó
cuál bonita
primavera.
Por la
orilla de la mar
vi llegar
un marinero
con gorra
de capitán
de ese
barquito velero.
Al llegar
junto a la barca
a su mura
le dio un beso ,
que la
llenó de embeleso
diciéndole,
¡Cuanto te quiero!.
Y hacia la
mar la llevó
Y en ella
pudo notar
cuando ya
empezó a flotar
su alegría
y su pasión.
José Ares Mateos
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