Belén Altuna
Ponerse en la piel del otro
Madrid, Plaza y Valdés, 2024
La comprensión de los
comportamientos ajenos, tarea imprescindible para la convivencia familiar,
social y política, es, como explica la profesora Belén Altuna en este libro, una
tarea compleja, difícil y arriesgada ya que –como ocurre en las artes y en la
literatura- exige el cultivo de habilidades imaginarias. Para “ponernos en la
piel del otro”, necesitamos cultivar la empatía, la habilidad para sentir y
consentir con otra persona, y, además, aplicar unos criterios racionales,
psicológicos y éticos, y desarrollar unas destrezas estéticas y literarias.
¿Por qué? Porque, en el fondo, la “comprensión” también es una cuestión de
imaginación.
Esta obra, profunda y clara, nos
detalla la importancia previa de vernos a nosotros mismos desde fuera, desde
los ojos y desde la perspectiva de los otros, desde esas personas que nos
importan y que “ejercen de espejos en los que nos miramos, nos medimos y nos
juzgamos”. Apoyándose en los análisis de filósofos como Shelley, Hume, Smith,
Hoffman, Eisnberg, Stayer, Baron o Cohen, explica con claridad cómo la
imaginación puede considerarse como “el gran instrumento del bien moral” aunque
advierte que, además de ponernos imaginariamente en el lugar del otro, es
imprescindible que empaticemos “sintiendo y con-sintiendo”.
Claros y oportunos son, también, sus
análisis y sus explicaciones sobre la imaginación como instrumento
imprescindible para pensar en el funcionamiento de las “instituciones justas”,
con el fin de que los principios, los criterios y las pautas de la Ética se
apliquen a las complejas tareas políticas. La autora parte del supuesto de que
el pensamiento y las actividades políticas han de ser constantemente
re-evaluados y re-imaginados con el fin de adaptarlos y acompasarlos a los
diferentes momentos.
Una de las conclusiones podría ser
-a mi juicio- el reconocimiento de que, aunque en teoría, la belleza, la verdad
y la bondad sean conceptos y valores separables, las palabras y los
comportamientos nos demuestran, sin embargo, que la armonía, la autenticidad y
la coherencia constituyen unas vías confluentes en la vida individual, social y
política. En mi opinión esta obra, además de mostrar la relación que se estable
entre las diferentes Ciencias Humanas, es útil para los análisis críticos de
los comportamientos individuales y sociales, y proporciona unas pistas claras y
prácticas para orientarnos en la búsqueda de soluciones de los problemas que
plantea la vida actual y en la necesidad de tener en cuenta los factores
imaginarios que influyen de manera determinante en los juicios éticos de cada
uno de nosotros. Su visión de la imaginación moral nos proporciona estimulantes
llamadas para plantear y para abordar problemas éticos, sociales y políticos con
una mirada más humana, más humanista y más humanitaria.
José Antonio Hernández Guerrero
Catedrático de Teoría de la
Literatura
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