martes, 24 de septiembre de 2024

ARTHUR RIMBAUD

 UNA CLAVE PARA DESCIFRAR EL MISTERIO DEL MUNDO ACTUAL


Arthur Rimbaud (1854-1891)

                                     

Para interpretar y para valorar esta obra literaria es imprescindible, a mi juicio, situarlo en su contexto artístico, compararlo con otras creaciones posteriores y, sobre todo, tratar de identificar los mensajes humanos que nos transmite a los lectores actuales. Por eso es a mi juicio oportuno que apliquemos los principios, los criterios y las pautas de la Literatura Comparada, esos estudios que van más allá de las fronteras de un autor, de una lengua, de un país y de una época, e, incluso, que relacionan las obras escritas con otras manifestaciones artísticas.

En mi opinión, para efectuar esos ejercicios comparativos es especialmente indicada la obra de Arthur Rimbaud, un poeta simbolista que concibe la creación poética como una herramienta válida –según algunos críticos, imprescindible- para descifrar el misterio del mundo humano/inhumano actual. Él defiende que su tarea consiste en trazar las correspondencias ocultas que existen entre los diferentes objetos sensibles y los mensajes que éstos nos envían a los diferentes sentidos y a las distintas emociones.  

Los historiadores lo sitúan en el movimiento simbolista que, originado en Francia en la tercera parte del siglo XIX, fue una reacción contra el naturalismo y el realismo, y como una manera práctica para concebir la poesía como la vía para descubrir la realidad subyacente en los objetos y en los episodios a través de símbolos y de un lenguaje metafórico. Por eso, incluso, él prescinde de los modelos métricos tradicionales y valora el ritmo y la musicalidad de las palabras incluso por encima de sus significados.

         Estas Poesías completas ponen de manifiesto no sólo su influencia en los movimientos del decadentismo y en la prefiguración de las vanguardias, surgidas durante los primeros veinticinco años del siglo xx –época de revoluciones- y, en especial del surrealismo, sino también en las corrientes más actuales que expresan su devoción por la poesía transgresiva, por los temas surreales, por los juegos de palabras, por la musicalidad de los versos y, sobre todo, «El arte por el arte».

         Si es cierto que la amistad de Rimbaud con Verlaine, además de amor, de lecturas y de escrituras, propició que sucumbiera a las drogas, también es verdad que, dolido y derrotado, regresó al hogar materno para aliviar las insoportables cargas de dolor y de odio que lo atormentaban. Entonces escribió Una temporada en el infierno, que, según Verlaine, es una «prodigiosa autobiografía psicológica, escrita en una prosa de "diamante" que es propiedad exclusiva de su autor», y en la que cuenta su proceso de curación y de liberación. En mi opinión, igual que hacían los autores del pasado, los críticos y los escritores actuales deberíamos acudir a las “fuentes” si es que también nos sentimos inmersos en el fluir de la Historia, si es que pretendemos contribuir a un mundo nuevo sobre los cimientos de esos pasados. Especial interés despierta esta edición y la traducción de Pedro Gandía, un pintor, escultor, fotógrafo, videoartista, escritor y, por supuesto,  profesor de literatura

 

José Antonio Hernández Guerrero

Catedrático de Teoría de la Literatura

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