UNA CLAVE PARA DESCIFRAR EL MISTERIO DEL MUNDO ACTUAL
Arthur
Rimbaud (1854-1891)
Para interpretar y para valorar esta
obra literaria es imprescindible, a mi juicio, situarlo en su contexto
artístico, compararlo con otras creaciones posteriores y, sobre todo, tratar de
identificar los mensajes humanos que nos transmite a los lectores actuales. Por
eso es a mi juicio oportuno que apliquemos los principios, los criterios y las
pautas de la Literatura Comparada, esos estudios que van más allá de las
fronteras de un autor, de una lengua, de un país y de una época, e, incluso,
que relacionan las obras escritas con otras manifestaciones artísticas.
En mi opinión, para efectuar esos
ejercicios comparativos es especialmente indicada la obra de Arthur Rimbaud, un
poeta simbolista que concibe la creación poética como una herramienta válida –según
algunos críticos, imprescindible- para descifrar el misterio del mundo humano/inhumano
actual. Él defiende que su tarea consiste en trazar las correspondencias
ocultas que existen entre los diferentes objetos sensibles y los mensajes que éstos
nos envían a los diferentes sentidos y a las distintas emociones.
Los historiadores lo sitúan en el movimiento
simbolista que, originado en Francia en la tercera parte del siglo XIX, fue una
reacción contra el naturalismo y el realismo, y como una manera práctica para concebir
la poesía como la vía para descubrir la realidad subyacente en los objetos y en
los episodios a través de símbolos y de un lenguaje metafórico. Por eso,
incluso, él prescinde de los modelos métricos tradicionales y valora el ritmo y
la musicalidad de las palabras incluso por encima de sus significados.
Estas
Poesías
completas ponen de manifiesto no sólo su influencia en los movimientos
del decadentismo y en la prefiguración de las vanguardias, surgidas durante los
primeros veinticinco años del siglo xx –época de revoluciones- y, en especial del
surrealismo, sino también en las corrientes más actuales que expresan su
devoción por la poesía transgresiva, por los temas surreales, por los juegos de
palabras, por la musicalidad de los versos y, sobre todo, «El arte por el
arte».
Si
es cierto que la amistad de Rimbaud con Verlaine, además de amor, de lecturas y
de escrituras, propició que sucumbiera a las drogas, también es verdad que,
dolido y derrotado, regresó al hogar materno
para aliviar las insoportables cargas de dolor y de odio que lo atormentaban.
Entonces escribió Una temporada en el infierno, que,
según Verlaine, es una «prodigiosa autobiografía psicológica, escrita en una
prosa de "diamante" que es propiedad exclusiva de su autor», y en la
que cuenta su proceso de curación y de liberación. En mi opinión, igual que hacían los
autores del pasado, los críticos y los escritores actuales deberíamos acudir a
las “fuentes” si es que también nos sentimos inmersos en el fluir de la
Historia, si es que pretendemos contribuir a un mundo nuevo sobre los cimientos
de esos pasados. Especial interés despierta esta edición y la traducción de Pedro
Gandía, un pintor, escultor, fotógrafo, videoartista, escritor y, por supuesto,
profesor de literatura
José Antonio Hernández Guerrero
Catedrático de Teoría de la Literatura
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