LA
EVAU, el camino de la lectura comprensiva y crítica
El plan diseñado por el Gobierno con la
intención de paliar el escaso rendimiento escolar denunciado por el Informe
Pisa incluye potenciar en las pruebas de acceso a la universidad el ejercicio
del Comentario de texto. Este dato será importante porque servirá para evaluar
la capacidad lectora de los aspirantes a iniciar los estudios superiores. Esta
decisión está determinada por la convicción elemental –frecuentemente olvidada-
de que el fin último de todos los niveles y de todas las materias de las
enseñanzas es ayudar a aprender a leer.
A veces se nos olvida que el objetivo común de todas las asignaturas es
desarrollar las destrezas de “leer” –analizar, descifrar, interpretar, valorar
y aplicar a la vida- los contenidos y los lenguajes de las diferentes ciencias.
El aprendizaje de la lectura de los
textos escritos sólo es posible si se practica en todas las asignaturas y en
los diferentes niveles, y, sobre todo, si, además de proporcionar orientaciones
para la interpretación correcta, se suministran a los alumnos unas pautas
concretas para su crítica e, incluso, para su evaluación y disfrute. Tengamos
en cuenta que la lectura debe extraer las sustancia y, además, debe valorar los
contenidos y las formas de expresarlos.
Estamos convencidos de que, para
mejorar la calidad de nuestra enseñanza, más que dictar nuevas normas,
deberíamos cambiar algunos de nuestros contenidos y de nuestros métodos:
deberíamos partir del supuesto de que, además de conocimientos, debemos
desarrollar destrezas, además de información debemos proporcionar pautas para
que los alumnos aprendan las habilidades de hablar, de escuchar, de comprender,
de leer y de escribir. Los objetivos de todas las asignaturas –no sólo los de
Lengua- es que los alumnos entiendan y empleen los diferentes lenguajes y lo
apliquen con claridad, precisión y, si es posible, con belleza.
Algunos profesores se sorprenden cuando
escuchan que el objetivo común de los diferentes niveles de la enseñanza es
lograr que los alumnos, interpretando los sucesos, se adentren a sí mismos y se
acerquen a los otros; que escuchen y lean los episodios con el fin de que se
pongan en el lugar de los otros sin dejar de ser ellos mismos. Simplificando
demasiado podríamos afirmar que la enseñanza de la comprensión lectora debería
ser una lúcida e imprescindible invitación para que los alumnos, siguiendo el
ritmo pausado de la tortuga de la fábula de Esopo, recorran “despacito,
despacito”, un poquito cada día, el apasionante camino de la lectura
comprensiva y crítica.
José Antonio Hernández
Guerrero
Catedrático de Teoría
de la Literatura
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