Año Nuevo: otra oportunidad para volver
a empezar
El inicio de un nuevo año es una
llamada simbólica para que reflexionemos sobre nuestras vidas, para que
revisemos nuestras metas y para que nos decidamos a seguir creciendo. Con
independencia de la edad que hayamos cumplido el cambio de año es una
advertencia para que consideremos la posibilidad de dejar atrás actitudes y
comportamientos desfasados y para que pensemos en la conveniencia de aprovechar
nuevas oportunidades para seguir creciendo. Hoy podemos empezar un mañana inédito
recordando serenamente los errores del ayer. Antes de dar nuevos pasos, quizás
sea conveniente que repasemos los que dimos por sendas equivocadas que sean
probablemente esas las que encierran las lecciones más claras y más estimulantes,
las que más nos ayudan a crecer, porque son las que mejor definen nuestra realidad.
Se me ocurre proponer que sigamos
acercándonos a las metas con unos pasos pequeños, pero más seguros. Pienso que
los que ya somos mayores deberíamos aprender de los más jóvenes en sus modos nuevos
de pensar y de experimentar, por ejemplo, el valor del juego y del arte como
modelos éticos de comportamientos entre iguales o el valor del esfuerzo
generoso y gratuito que, como en el deporte, es una energía improductiva que
sólo pretende la recompensa de sentirnos bien con nosotros mismos. "Volver
a empezar" no significa borrar por completo el pasado, sino aprender de
él. Adquirir esa mentalidad de crecimiento que nos permite reconocer los
errores como oportunidades de aprendizaje y abordar los nuevos retos con
confianza.
Es posible que también nos sirva para
reorganizar nuestras prioridades, para dedicar más tiempo a identificar lo que
realmente nos importa y, sobre todo, para crear hábitos positivos. Todos
sabemos que los pequeños cambios diarios pueden producir unos impactos
significativos a largo plazo. Tengo la impresión de que lo más decisivo es
desarrollar las habilidades para rodearnos de puntos de apoyo y emplear la
imaginación para contar con los familiares, con los amigos y con los compañeros
que, además de comprendernos, nos orientan y nos alientan para seguir creciendo.
José Antonio Hernández
Guerrero
Catedrático de Teoría
de la Literatura
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