Juan Manuel
Suárez Japón o el arte de pensar, hablar y vivir
Pretender trazar un dibujo que
perfilara la riqueza humana, humanista y humanitaria de Juan Manuel sería -a mi
juicio- correr el riesgo de simplificar y de disolver los diferentes y hondos
valores que lo definen. El esbozo de sus rasgos personales, intelectuales,
laborales, sociales, políticos y artísticos exige unos análisis irreducibles a
un simple esquema que, por muy detallados que fueran, siempre omitirían datos
imprescindibles para formarnos una imagen aproximada de su fecunda vida. Sin
abandonar el propósito de abordar esta empresa, debido a la estrechez de este
espacio, asumo los riesgos de adelantar esta breve introducción.
Sus trabajos académicos en las
diferentes universidades andaluzas tanto docentes como investigadores y
directivos, sus gestiones políticas como Consejero de Cultura de la Junta de
Andalucía y sus publicaciones científicas en disciplinas tan distintas como la
Geografía, la Antropología y la Estética exigen unos espacios más amplios que
los permitidos en esta publicación periodística.
En esta ocasión me limito a señalar
las claves que explican la variedad, la altura y la magnitud de esas cualidades
que definen su peculiar manera de ser, de pensar, de hablar, de hacer y de
vivir en beneficio de muchos de nosotros.
En mi opinión, la serenidad que transmite el
rostro despejado de Juan Manuel estriba en su lucidez, en su realismo, en su
sencillez y en su laboriosidad, unos rasgos que, heredados y alimentados en su
hogar familiar, él ha cultivado con constancia, con habilidad y con esmero. En
mi opinión, la devoción con la que cuida sus raíces hondas explica el
desarrollo de su capacidad contemplativa para descubrir matices inadvertidos,
para percibir rasgos ocultos y para apreciar valores recónditos. Gracias a su
manera atenta y emocionada de contemplar y de admirar, es capaz de calar
sutilmente en la armonía de los objetos sencillos y en la grandeza de los
gestos nobles, y, debido a su sorprendente facilidad para formular juicios
ponderados, logra dibujar de manera clara los factores humanos que impiden o
facilitan vivir la vida creando y recreándose con la belleza.
Profesor y maestro universitario es uno
de los especialistas mejores preparados teórica y técnicamente para vivir aquí
y ahora, para resolver los problemas y para mejorar el mundo en el que vivimos.
Posee profundos conocimientos, amplia y actualizada información, exquisita sensibilidad y, sobre
todo, una sincera actitud de servicio y de respeto a los alumnos y a los
ciudadanos.
Estas son las razones que explican
que sus actitudes y sus comportamientos profesionales y ciudadanos irradien
sabiduría, nos infundan respeto y nos generen admiración y agradecimiento. Su
imagen y sus comportamientos son pruebas de que la belleza, la
verdad y la bondad, aunque sean conceptos y valores separables, en su figura
son aspectos confluentes de plenitud humana.
José Antonio Hernández Guerrero
Catedrático de Teoría de la Literatura
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