Jugar para seguir aprendiendo y disfrutando durante toda la vida
La
vida es juego. Cómo mejorar tus capacidades cognitivas a través del juego
Madrid, Ediciones Pirámide (Grupo
Anaya) 2025
Aunque reconocemos -o deberíamos
reconocer- que el juego es un asunto serio, no siempre ni todos somos capaces
de explicar los fundamentos psicológicos, sociológicos, pedagógicos y
neurológicos de esta convicción. Los abundantes estudios realizados por
especialistas de estas disciplinas, debido a sus explicaciones teóricas, no
suelen ser claros ni, mucho menos, amenos. Esta obra de Víctor J. Ventosa Pérez,
sin ser un libro de autoayuda, es rigurosa, documentada e interesante tanto
para los profesionales de las ciencias humanas como para los lectores que
carecemos de conocimientos especializados.
Este estudio, elaborado tras una
experiencia dilatada, además de sus análisis minuciosos y de sus reflexiones
apoyadas en los actuales descubrimientos de las neurociencias, nos proporciona unas
importantes reflexiones y unas concretas sugerencias prácticas. Parte del
supuesto de que es la naturaleza la que juega con nosotros “para perpetuase a
sí misma”. Nos explica cómo el juego, más que un entretenimiento improductivo,
es un mecanismo biológico de supervivencia con el que nuestra especie incrementa
su desarrollo cerebral. Demuestra con argumentos sólidos y con un lenguaje
ameno cómo jugando adquirimos y entrenamos mecanismos “seguros y ficticios” que
desarrollan las habilidades necesarias para la supervivencia, representando,
mirando y viviendo la realidad de diferentes maneras.
Quizás lo más sorprendente de esta obra
sea la amplia serie de propuestas concretas y prácticas para que, estimulando
los sentidos, como hizo Leonardo da Vinci, desde la niñez hasta la ancianidad,
podamos seguir aprendiendo y disfrutando de la vida. Es especialmente sugerente
su recorrido histórico desde la mitología griega hasta los juegos infantiles
actuales en los que muestra cómo cantar, bailar, tocar o escuchar una
composición son diferentes maneras para que los niños, los adultos y los
ancianos juguemos con las ondas sonoras. Porque, efectivamente, durante la
ancianidad, podemos seguir combinando los recuerdos acumulados y, sobre todo,
construyendo, recomponiendo y enriqueciendo nuestras capacidades mentales con
el fin de contrarrestar la decadencia cognitiva asociada al envejecimiento.
José Antonio Hernández
Guerrero
Catedrático de Teoría
de la Literatura
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