sábado, 1 de marzo de 2025

SERVIR CON NATURALIDAD, CON SIMPATÍA Y CON ARTE

 Servir con naturalidad, con simpatía y con arte

Joaquín Díaz Rodríguez

                                    

Joaquín desde muy joven decidió ocupar un discreto lugar y, cuando ya ha cumplido los noventa años, me confiesa que no comprende a quienes gastan tiempo, energías y hasta dinero para satisfacer unas ingenuas ansias de reconocimiento, de honras y de honores. Él, que prefirió saborear los alicientes de las experiencias íntimas, sigue afanándose por concentrarse en los quehaceres familiares de su hogar disfrutando con su esposa Soledad, con sus hijos, con sus nietos y biznietos, por servir a sus convecinos y por compartir los ratos de ocio con sus amigos.

Me confiesa que su principal empeño como profesional de aquellas papelerías que cautivaban a un público selecto y amante del detalle, siempre fue contribuir al bienser y al bienestar ofreciendo a sus clientes aquellos productos en los que alumnos, profesores, escritores y artistas plasmaban sus creaciones. Su pasión ha sido servirnos con eficiencia y, sobre todo, con delicadeza y con amabilidad.  Movido por su voluntad de mejorar la vida de los otros, siempre está dispuesto a responder cuando alguien necesita ayuda identificándose con sus dificultades y tratando de solucionar sus problemas. “Ahí reside –repite- mi mejor recompensa”. Por eso atiende a quien se lo pide y busca las maneras de resolver los problemas, ofreciendo apoyo o estando presente cuando algún convecino lo necesita. Su intención principal es servir sin esperar nada a cambio.

Pero es que, además, Joaquín, amante de la música nos deleita con su dominio del contrabajo y pone de manifiesto su sensibilidad artística para hacernos pasar momentos deliciosos. Paciente y fiel aliado de las oportunidades que le proporciona cada tiempo, es consciente de que, con su vida -con su naturalidad, con su simpatía, con su laboriosidad y con su arte-, hace feliz a las personas con las que convive. Alimenta nuestras esperanzas manifestando unas insaciables ganas de vivir, unos deseos irreprimibles de disfrutar soñando con ese tiempo nuevo que, en compañía de su esposa, de sus hijos, nietos y biznietos, todavía les resta por recorrer, “porque –me confiesa- aún me sobran fuerzas para surcar esa larga y apasionante travesía que, todos juntos, tenemos que navegar”.

 

José Antonio Hernández Guerrero

Catedrático de Teoría de la Literatura

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El tiempo que hará...