Los
alcalaínos, cuando estamos mucho
tiempo fuera de
Alcalá de los Gazules, nos
acordamos de unas
cosas del pueblo,
en las que
todos coincidimos casi
siempre. Estas cositas, estas ensoñaciones,
en horas de desvelo cargadas de nostalgia, son las siguientes: primero. la silueta del
pueblo, enmarcada en su
intenso cielo azul, con
la preciosa torre
de San Jorge de corona, vigilando
los valles, los ríos y la sierra, también nos acordamos de la Virgen
de los Santos, reinando en los olivos, y después contemplarla,
ya en su camerino, con su cara luminosa y
sonriente, tras pasear con sus hijos por el campo. Y como tercer recuerdo,
nos afirmamos en el impacto emocional que
nos produce (siempre) traspasar el Puerto Levante y encararte, de pronto, con esa mágica estampa,
llena de luz y de misterio, que es Alcalá de los Gazules; la ciudad del precioso nombre que
dijo Alberti; y a la que también cantó con
su enorme sensibilidad, subyugado por el
embrujo de la Coracha y su regusto moro, el
gran poeta andaluz Federico García
Lorca.
Creo que la mayoría de alcalaínos que vivimos
lejos de nuestro querido rincón gaditano, estamos de acuerdo en lo referente a
estas tres imágenes que conservamos del pueblo en el que tuvimos la suerte de nacer y que vive en nuestros
sueños. Después cada uno tiene lógicamente
recuerdos de su familia, sus amigos, de su niñez, de sus primeros amores
y de otras cosas; pero en estas tres (la
silueta de Alcalá, la Virgen y la vista de
Alcalá tras pasar el Puerto Levante) coincidimos todos en que son recuerdos
comunes.
Basándome en la tercera imagen (ese portal
mágico desde el Puerto Levante), he escrito
este soneto, que “ajolá” sea de vuestro
agrado, para vosotros lo
he escrito.
PASANDO EL PUERTO LEVANTE
El Señor quiso
un día ver
Andalucía
y al subir
la cuesta del
Puerto Levante
se paró en
la cima, que el
viento barría,
mirando asombrado lo que había delante.
¡Qué
vista tan bella, cual
la Gloria mía,
mimaré a este
pueblo tan blanco
y radiante!
Y pidió a
su Madre, la Virgen
María,
que lo fuera
nuestra desde aquel
instante.
La Señora dijo: “¡María
de los Santos
clamarán
mis hijos de
Alcalá bendita!
Y vendrán a
verme entre alegres
cantos,
el mes de
septiembre Romería a mi
ermita,
donde por los siglos, debajo del
manto,
tendrán el consuelo de su Madrecita”.
Francisco Teodoro Sánchez
Vera
Mayo 2013
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