Cuando
ella quedó embarazada, ambos se llenaron de gozo porque los dos deseaban tener
un hijo o una hija. Era el primer fruto del matrimonio y no les importaba que
fuera niño o niña. El sentimiento de maternidad y paternidad es el más puro que hay, porque es fruto del
amor de dos personas que se quieren y han ido al matrimonio sin otros intereses
que conseguir el fruto del amor. Para la mujer, es colaborar con Dios en la obra más
importante de la creación. Para el hombre, es garantizar la especie y colaborar
con su mujer en el milagro de la vida.
Aquellos
nueve meses de embarazo fueron nueve meses de luna de miel y sus conversaciones
se saciaban con la esperanza del hijo que ella llevaba en su seno. Cuando se
cumplió la cuenta y aumentaron los síntomas del bebé que quería salir a la luz,
volaron al hospital. Ella se llenó de felicidad al verlo en sus brazos. Él
contempló a los dos pletóricos de vida y de alegría. Y, sin más, se acercó al
médico para preguntarle: “Doctor, ¿cómo viene nuestro hijo?”. El médico les
dijo que saldría adelante, pero les dio a entender que venía con un cuidado
especial que podrían superar..
El
padre quedó desconcertado y no encontraba palabras para comunicarle a su mujer lo que le dijo el
médico. ¿Qué tenía que decirle? ¿Cómo se lo diría?¿Cómo aceptaría que su hijo
venía con una discapacidad para toda la vida?. Se acercó de
nuevo al médico y le dijo: “Doctor, ¿cómo le puedo decir a mi mujer lo que trae
nuestro hijo? El médico, le contestó: “Dile que viene con un síndrome que hoy
se puede superar con ayuda de los pedagogos, del médico y del cuidado de sus
padres. Es más, se puede llegar a adaptar y conseguir una vida normal, como la
de sus compañeros y amigos. Debéis hablar con unos padres que hayan pasado por
el mismo caso.”
Llamó
a unos amigos que se habían encontrado en el mismo trance, le contó lo del hijo y le preguntó:.”¿Qué le
digo a mi mujer? El amigo, cargado de ternura, con un hijo “con síndrome de
down”, le contestó: Dile a tu mujer:
“Nuestro hijo viene con un síndrome de amor. Necesita amar desde que se levanta
hasta que se acuesta. Y necesita que los demás le amemos. Los hijos nos
quieren, pero éste nos querrá mucho más durante toda su vida, porque nos
necesita. Hay que ayudarle, y protegerlo con todos sus derechos: comida,
desarrollo, salud, educación, una profesión, deporte, cultura, bienestar,
amigos, amigas, distracciones...
La
Asamblea General de las Naciones Unidas ha reconocido el derecho de las
personas con discapacidad, un trabajo como los demás, oportunidades para que
pueda ganarse la vida mediante una profesión elegida libremente y aceptada en
el mercado de trabajo. Y ha declarado el 21 de marzo, “Día Mundial del síndrome
de down” Podríamos añadir: “Día Mundial del síndrome de amor.”
JUAN LEIVA
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