martes, 8 de julio de 2014

JOSÉ PÉREZ BLANCO "PEREGIL"

          
 Monumento a Peregil en la Plaza Fray Jerónimo de Córdoba de Sevilla

En mi última visita a Andalucía para asistir al Traslado de mi Virgen de los  Santos desde su ermita hasta mi pueblo, Alcalá de los Gazules, del que es Patrona, Señora, Reina, Madre y Protectora entre otras cosas; pasé unos días en Sevilla.
         
Cada vez que paso por la preciosa ciudad del Betis, donde viví un largo  tiempo de mi vida, suelo visitar a mis amigos, mis familiares y aquellos lugares de  los que conservo un grato recuerdo en la memoria. Desgraciadamente de los   amigos, ya van faltando demasiados a la cita, ya muchos se marcharon para  siempre.
         
Una de las ausencias que más me duelen es la de mi gran amigo Peregil, dueño de la taberna “Quitapesares”, que está muy cerca de la iglesia de Santa  Catalina y de “El  Rincocillo”, este último, posiblemente, la taberna más antigua de  Sevilla. La visita, durante años, a la taberna de Peregil (José Pérez Blanco, su padre  se llamaba José Pérez Gil, de ahí el apodo), se convirtió en imprescindible durante  mis viajes a la capital sevillana. Era el lugar donde encontraba, además de a mi  amigo el dueño (hombre extrovertido, cariñoso, simpatiquísimo y un gran  enamorado de las cosas de Sevilla, y afamado bético) a una amplia muestra de los  muchos artistas que nacen en esta ciudad, entre los que Paco Gandía y El Risitas  eran clientes diarios y con los que pasaba unos ratos inolvidables. Peregil les  incitaba a que me contaran cosas, y en la corta distancia eran inmejorables. Pepe me  devolvía la visita cada vez que venía a cantar a Cataluña. Conoció bien la Ciudad Condal.
         
He vuelto como siempre al “Quitapesares”, ya no está Peregil. Su hijo Álvaro  es un muchacho extraordinario y muy simpático. La taberna sigue teniendo su buen ambiente, pero ya no está el grandullón de Manzanilla (Huelva). 
         
Pero aunque falta el amigo, me llevé una sorpresa muy agradable y  reconfortante, porque en la placeta donde se encuentra su negocio, le han levantado un bonito monumento a Pepe. Sobre un pedestal de mármol, se erige su  figura en bronce a tamaño natural, en postura cantaora.
         
Al felicitar a su viuda por la feliz idea del Ayuntamiento sevillano, me llevé la segunda gran sorpresa. Me dijo que el monumento no lo había erigido el  Excmo.  Ayuntamiento, que lo han levantado sus amigos, de su propio bolsillo. ¡Qué gran  categoría! ¡Qué pronto le llega el testimonio del cariño de sus amigos! Pepe con sus amigos del barrio, como estaba siempre. Saludando a todo el que pasaba a su lado  y contándole alguna cosa de la Macarena, de Curro o del Betis.
         
Cuando Peregil murió el 28 de enero de 2012, le envié a  su señora una carta  dándole el pésame y le adjuntaba este poema que quiero que compartáis conmigo  en recuerdo de un querido amigo mío y de mi familia.

Francisco  Teodoro  Sánchez  Vera
7 - 2014



                                          ADIOS   AMIGO   PEREGIL



Pepe  Pérez  “Peregil”
te   has   marchado  muy   temprano,
dejando  en nuestro  recuerdo
la  imagen del  buen  amigo
que  siempre  tiende  la  mano.

Allí   arriba  en  las  alturas
sonará   tu  buen  humor,
tu   buen  talante  y   tu  risa
de   onubense  y   sevillano,
rociero   y   cantaor.

“Peregil”,  amigo  mío,
siempre  te  recordaré
hablando  de  tus  amigos,
del  camino  del  Rocío,
del  Señor  del  Gran  Poder.

Cántale  bajito   Pepe,
no   le   grites,  te  lo  ruego,
tu   que  tienes  la   gran  suerte
de  estar  cerca  de  La  Estrella
en  el  reino  de  los   cielos.

Y  canta  luego  un   fandango
diciéndole   a   España   entera,
que  lamentas  no   volver
juntito  al   Guadalquivir,
donde  tu  Betis  te   espera .


Francisco Teodoro Sánchez Vera .
28 – 1 - 2012 

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