Monumento a Peregil en la Plaza Fray Jerónimo de Córdoba de Sevilla
En mi última visita
a Andalucía para asistir al Traslado de mi Virgen de los Santos desde su ermita hasta mi pueblo,
Alcalá de los Gazules, del que es Patrona, Señora, Reina, Madre y Protectora entre
otras cosas; pasé unos días en Sevilla.
Cada vez que paso por la preciosa ciudad del Betis,
donde viví un largo tiempo de mi vida,
suelo visitar a mis amigos, mis familiares y aquellos lugares de los que conservo un grato recuerdo en la memoria.
Desgraciadamente de los amigos, ya van faltando
demasiados a la cita, ya muchos se marcharon para siempre.
Una de las ausencias que más me duelen es la de
mi gran amigo Peregil, dueño de la taberna “Quitapesares”, que está muy cerca de
la iglesia de Santa Catalina y de “El Rincocillo”, este último, posiblemente, la taberna
más antigua de Sevilla. La visita, durante
años, a la taberna de Peregil (José Pérez Blanco, su padre se llamaba José Pérez Gil, de ahí el apodo),
se convirtió en imprescindible durante
mis viajes a la capital sevillana. Era el lugar donde encontraba, además
de a mi amigo el dueño (hombre extrovertido,
cariñoso, simpatiquísimo y un gran
enamorado de las cosas de Sevilla, y afamado bético) a una amplia muestra
de los muchos artistas que nacen en esta
ciudad, entre los que Paco Gandía y El Risitas
eran clientes diarios y con los que pasaba unos ratos inolvidables. Peregil
les incitaba a que me contaran cosas, y en
la corta distancia eran inmejorables. Pepe me
devolvía la visita cada vez que venía a cantar a Cataluña. Conoció bien la
Ciudad Condal.
He vuelto como siempre al “Quitapesares”, ya no
está Peregil. Su hijo Álvaro es un muchacho
extraordinario y muy simpático. La taberna sigue teniendo su buen ambiente, pero
ya no está el grandullón de Manzanilla (Huelva).
Pero aunque falta el amigo, me llevé una sorpresa
muy agradable y reconfortante, porque en
la placeta donde se encuentra su negocio, le han levantado un bonito monumento a
Pepe. Sobre un pedestal de mármol, se erige su
figura en bronce a tamaño natural, en postura cantaora.
Al felicitar a su viuda por la feliz idea del
Ayuntamiento sevillano, me llevé la segunda gran sorpresa. Me dijo que el monumento
no lo había erigido el Excmo. Ayuntamiento, que lo han levantado sus amigos,
de su propio bolsillo. ¡Qué gran
categoría! ¡Qué pronto le llega el testimonio del cariño de sus amigos!
Pepe con sus amigos del barrio, como estaba siempre. Saludando a todo el que pasaba
a su lado y contándole alguna cosa de la
Macarena, de Curro o del Betis.
Cuando Peregil murió el 28 de enero de 2012, le
envié a su señora una carta dándole el pésame y le adjuntaba este poema que
quiero que compartáis conmigo en recuerdo
de un querido amigo mío y de mi familia.
Francisco
Teodoro Sánchez Vera
7 - 2014
ADIOS
AMIGO PEREGIL
Pepe Pérez “Peregil”
te has marchado muy temprano,
dejando en nuestro recuerdo
la imagen del buen amigo
que siempre tiende la mano.
Allí arriba
en las alturas
sonará tu buen humor,
tu buen talante y tu risa
de onubense
y sevillano,
rociero y cantaor.
“Peregil”, amigo mío,
siempre te recordaré
hablando de tus amigos,
del camino del Rocío,
del Señor del Gran Poder.
Cántale bajito Pepe,
no le grites,
te lo ruego,
tu que tienes la gran suerte
de estar cerca de
La Estrella
en el reino de
los cielos.
Y canta luego un fandango
diciéndole a España entera,
que lamentas no volver
juntito al Guadalquivir,
donde tu Betis te espera .
Francisco Teodoro
Sánchez Vera .
28 – 1 - 2012
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