Trinidad, fiesta de Dios… del Dios
Único… “Un Señor infinitamente bueno, sabio, poderoso, justo, principio y fin
de todas las cosas” (Ripalda).
De este Dios Único nos habla toda la
Biblia… pero para nosotros, los cristianos, en el Nuevo Testamento, se nos
habla también de Jesús y del Espíritu Santo y se nos dice que Jesús, que es
hombre es también Dios y que el
Espíritu Santo, también es Dios…
De este modo los
evangelios, las cartas de Pablo, etc. plantean
"Cómo compaginar el
monoteísmo bíblico, con la afirmación de la divinidad del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo".
¿Qué significan estos tres nombres? ¿Son
sólo tres maneras de hablar de una misma realidad única, o representan cada uno
algo diferente en Dios? Y si fuese así, ¿habría que hablar de tres dioses?
Ya sabéis que no, que la Iglesia de
Cristo siempre ha afirmado y creído la unicidad de Dios… Pero entonces, ¿qué
quieren decirnos sobre Dios?
Reflexión teológica inicial
La reflexión teológica sobre este tema
comenzó ya en los escritos de los llamados "Apologetas" (siglos
II-III) y continuó hasta llegar a los grandes Concilios de Nicea (a.325) y de
Constantinopla (a.381).
Al “Credo de los Apóstoles” ( alrededor del
año 200 ), se añadieron formulaciones que intentaban acercarnos a Dios en su
“misterio”. El más conocido es el llamado “Credo
Niceno-Constantinopolitano”( formulado después de los Concilios de Nicea y
de Constantinopla ( años 325 y 381 ), en
el que ya hay formulaciones teológicas más precisas que se apoyan en la terminología
filosófica de entonces.
"Creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra…
"Creemos en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no
creado, de la misma naturaleza del Padre..."
"Creemos
en el Espíritu Santo, Señor y dador de
vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe la
misma doración y gloria y que habló por
los profetas..."
¿UN
LÍO?...
Estas formulaciones, con sus múltiples
términos tomados de la filosofía de entonces, "naturaleza",
"esencia", "sustancia", "persona",
"engendrar", "proceder"... son las que siguen presentes en
textos litúrgicos y catecismos, y creemos que han contribuido a hacer del
misterio de la Trinidad algo abstracto, difícil de entender, cosa de teólogos y
distante de la vida cristiana, cuando en realidad en la base de la doctrina de la Trinidad está la imagen de un Dios que
sale de sí mismo, que se entrega y que quiere darse al hombre para
transformarlo y elevarlo.
Hoy la Teología más reciente ha optado por reflexiones que nos acerquen el
Misterio de Dios, también en sus aspectos relacionados con la vivencia
cristiana de Dios y con su proyección hacia la vida.
Ponemos un ejemplo, tomado de un
manual de teología para universitarios, de J.Gómez Caffarena, donde razona así:
"Si decimos que
Dios es amor... ¿cómo podríamos
justificarlo si no viéramos en Él una vida íntima, interpersonal?. No pretendo
que esta reflexión demuestre que tenía que ser así; que Dios no puede existir
de otra manera que en tres personas. Sólo insisto en que, un Dios Amor se nos
hace más comprensible y más amable cuando en su inmensa y eterna soledad no
aparece como enteramente solitario, sino con una vida íntima que usará para
revelarse precisamente términos familiares: padre, hijo,...; una familia, por
tanto, un hogar eterno, podríamos decir...". "Dios
es Amor... se hace más comprensible cuando se dice que tiene un misterio de
vida interpersonal... No entendemos cómo puede ser eso; queda Dios...
misterioso,... oscuro,… pero resulta profundamente amable, menos
aterrador...".
Tomado de J.Gómez Caffarena, Hacia el
verdadero cristianismo, Razón y Fe, pp.322 ss.)
Tras estas líneas, redactadas antes de
1972, podrían citarse otras muchas, que insisten en la misma línea de
razonamientos…
Una de ellas es la de J.
Serafín Béjar Bacas, en una homilía titulada “La Santísima Trinidad no es un
enigma, sino un misterio”, donde razona así:
“La Santísima Trinidad
es un misterio, pero no es un enigma. A lo largo de los siglos hemos convertido
este misterio de nuestra fe en un enigma. Pero, ¿qué es un enigma?. Un enigma
es una especie de acertijo, una especie de problema lógico que habría que
resolver con la mente. Y esto ha hecho que la Trinidad quede apartada de la
vida de los cristianos. En el fondo vivimos como si nos diera igual que Dios
fuera uno, tres o cinco… Por eso es conveniente acercarnos este misterio.
“Un
autor del siglo XIII, Ricardo de San Víctor, intenta acercarnos el misterio de
Dios de un modo muy bello. Decía así:
“En las escrituras leemos que Dios
Padre es amor; nos lo dice Juan en su primera carta ( 1 Jn 4,16 ). Pues
bien, si Dios es amor no puede estar solo, porque no existe el amor en la
soledad, no existe el amor en el aislamiento, no existe el amor de uno solo.
Todos sabemos, no tanto por la razón, lo sabemos con el corazón, que la esencia
del amor es la entrega, la esencia del amor es la donación. Así pues, si Dios
Padre es amor, tiene que haber Otro, porque de lo contario, Dios sería un
narcisista que se amaría a sí mismo”.
Por ello, sigue diciendo Ricardo de San Víctor:
“El
Padre, desde toda la eternidad engendra al Hijo, porque quiere hacer del Hijo
el receptáculo de todo el torrente de amor que Él es. ¿Quién sería por tanto el
Padre en la Trinidad? La fuente del amor. ¿Quién sería el Hijo en
el seno de la Trinidad? El receptáculo de ese amor recibido del Padre. Y
sigue razonando:
“Un amor sólo de ida no es un amor
verdadero. El ideal del amor es que sea de ida y de vuelta. Si yo amo a
alguien, pero ese alguien no me ama a
mí, el amor queda interrumpido, queda roto, queda partido, queda incompleto”. Y remata:
“El Hijo no solo permanece cono receptáculo
del amor, sino que todo el amor recibido lo entrega de nuevo a su Padre, y se
crea una especie de corriente amorosa entre el Padre y el Hijo, entre el Hijo y
el Padre. Una corriente tan poderosa, tan vital, que es precisamente la persona
del Espíritu Santo”.
. “El
Padre sería la fuente del amor, el Hijo el receptáculo de ese amor recibido del
Padre, y el Espíritu sería esa corriente de amor que va desde el Padre al
Hijo, desde el Hijo hasta el Padre. Por
eso San Agustín, siglos antes, hablando de las tres personas divinas, ya decía
que el Padre era el amante, el Hijo era el amado y el Espíritu Santo era el
amor. (…..) . “La Santísima Trinidad no es un
enigma, no es un problema matemático, lógico. La Santísima Trinidad es un misterio.
De los enigmas no se puede vivir, en los misterios podemos encontrar una fuente
de inspiración y una fuente de vida.
(Tomado de “Y la Palabra se hizo diálogo”, de J.Serafín Béjar Bacas, 2016 ).
La conclusión sobre este tema de Dios -
Trinidad sólo puede ser que la última palabra de la reflexión ha de ser el
silencio y la adoración como preparación para una relación con Él, llena de respeto, amor y reverencia.
Padre Sicre
Padre Sicre
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