Ciencia
y política
No tengo inconvenientes -estimado
Vicente- en responder a tu pregunta sobre la relación que en la actualidad han
de mantener los políticos con los científicos y con los técnicos. Vaya por
delante, en primer lugar, que no defiendo el despotismo ilustrado, ni siquiera
el que protagonizó Carlos III de España a pesar de que reconozco que contribuyó
al progreso cultural. Declaro de manera clara que el pueblo es el sujeto de la
soberanía y, por lo tanto, él debe ser el protagonista en la orientación para
solucionar los asuntos culturales, sociales, económicos y políticos. Pero,
teniendo en cuenta la complejidad de los problemas de estos tiempos, opino que
es imprescindible que los políticos tengan en cuenta los conocimientos de los
científicos y de los técnicos que conocen la complejidad de los asuntos
relacionados con el bienestar que todos se proponen lograr.
Si el desarrollo científico y tecnológico
siempre ha determinado los cambios que ha experimentado la sociedad, en estos
momentos en los que la comunicación es instantánea su influencia en la economía
y en la cultura es directa e imparable.
Reconozco que los principios, los
criterios y las pautas que orientan a los políticos son diferentes de los que
siguen los científicos y los técnicos
pero, en mi opinión, el desarrollo científico, las bases éticas y los
fines sociales de sus trabajos deberían ser, al menos, convergentes con las
metas de los políticos. Ya sé que los estos se apoyan en la voluntad de los
ciudadanos mientras que los científicos y lo técnicos se basan en datos
comprobados, pero todos parten -deberían partir- de conocimiento de los
problemas reales para orientar la búsqueda de las soluciones más eficientes,
más correctas y más justas.
Es posible que la dificultad mayor para
lograr el entendimiento razonable y la colaboración eficaz estribe en la
diferencia de sus respectivos apoyos porque, mientras los políticos se
sustentan en los deseos, en las creencias y en las voluntades de los ciudadanos,
los científicos y los técnicos asientan sus búsquedas y sus conclusiones en la
razón y en la comprobación empírica. Sirva de ejemplo ilustrativo los
despistes, las contradicciones y los errores cometidos por las diferentes
administraciones cuando han desoído las indicaciones que han hecho los
profesionales de la medicina durante esta ya larga pandemia del Coronavirus
José Antonio Hernández
Guerrero
Catedrático de Teoría
de la Literatura
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