Santiago Apóstol, Solemnidad
En el Nuevo Testamento hay tres Santiago: el Mayor, hermano de Juan, cuya fiesta celebramos hoy; el Menor, hijo de Alfeo; y Santiago, «el hermano del Señor», que desempeña un papel muy importante en los Hechos de los Apóstoles; Eusebio de Cesarea lo presenta como el primer obispo de Jerusalén.
Lo fundamental de la 1ª lectura, tomada del libro de los Hechos, es la última frase, sobre la decapitación de Santiago por orden de Herodes Agripa I, nieto de Herodes el Grande. Como esto se cuenta en menos de un versículo (12,1b), la liturgia ha antepuesto un fragmento sobre el testimonio de los apóstoles a partir del c.4, utilizando varios versículos, suprimiendo otros, y cambiando su orden (4,33.5.12.27b-33). La muerte de Santiago queda enmarcada en el valor de los apóstoles, que se consideran obligados a «obedecer a Dios antes que a los hombres», aunque les cueste la vida.
La 2ª lectura (2 Corintios 4,7-15) habla también de las persecuciones y dificultades del apóstol, pero Pablo está seguro de que «quien resucitó al Señor Jesús, también con Jesús nos resucitará a nosotros».
Evangelio (Mateo 20,20-28)
Conviene situarlo en su contexto. Jesús
acaba de anunciar su muerte y resurrección. ¿Cómo reaccionarán los doce? Al
primer anuncio reaccionó Pedro protestando. Al segundo siguió un silencio
cargado de tristeza. Al tercero reaccionan todos de la manera más imprevisible,
como si no se hubieran enterado de nada.
Entonces la madre de Santiago y Juan, que
no estaba presente durante el anuncio anterior, pide para sus hijos algo
totalmente contrario a lo que Jesús ha venido enseñando.
20Entonces
se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para
hacer una petición. 21Él le preguntó:
-¿Qué deseas?
Ella le contestó:
-Manda que, cuando reines, estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha
y otro a tu izquierda.
22 Jesús
contestó:
-No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber la copa que yo voy a beber?
Le contestan:
-Podemos.
23Les dice:
-Mi copa la beberéis, pero sentarse a mi derecha e izquierda no me toca a
mí concederlo; será para los que mi Padre tiene destinados.
24Cuando los
otros diez lo oyeron, se indignaron con los dos hermanos.
25Pero Jesús
los llamó y les dijo:
-Sabéis que entre los paganos los gobernantes tienen sometidos a los
súbditos y los poderosos imponen su autoridad. 26No será así entre
vosotros; antes bien, quien quiera ser grande entre vosotros que se haga
vuestro servidor; 27y quien quiera ser el primero, que se haga
vuestro esclavo. 28Lo mismo que el Hijo del Hombre no vino a ser
servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por todos.
El relato de Mateo se basa en el de
Marcos, pero introduce un cambio curioso. En Marcos son los dos hermanos
quienes hacen la petición; en Mateo es la madre. No creo que responda a la
tendencia habitual de Mateo de exculpar a los discípulos, porque Santiago y
Juan se hallan presentes. Incluso quedan peor que en Marcos, porque buscan una
recomendación.
La petición la interpretamos mal si la
aplicamos a lo que ocurrirá «en el cielo». Los dos hermanos y su madre están
pensando en lo que ocurrirá «en la tierra», cuando Jesús triunfe y se convierta
en rey de Israel en Jerusalén. Quieren un puesto a la derecha y otro a la
izquierda: Presidente de Gobierno y Primer Ministro. Para ellos, lo importante
es subir. No aceptan el sufrimiento, ni ser como niños, ni han caído en la
cuenta del escándalo que provocan con su actitud.
La respuesta de Jesús, menos dura de lo
que cabría esperar, procede en dos pasos. En primer lugar, les recuerda que
para triunfar hay que pasar antes por el sufrimiento, beber el mismo cáliz de
la pasión que él beberá. No queda claro si Juan y Santiago entendieron lo que
les dijo Jesús sobre su cáliz y su bautismo, pero responden que están
dispuestos a lo que sea. Entonces Jesús, en un segundo paso, les echa un jarro
de agua fría diciéndoles que, aunque beban el cáliz, eso no les garantizará los
primeros puestos. Están ya reservados, no se dice para quién.
Los otros diez también reaccionan en
contra de la enseñanza de Jesús. No hay corrección fraterna individual sino
indignación comunitaria.
Jesús aprovecha para enseñarles cómo
deben ser las relaciones dentro de la comunidad. En la postura de los dos
hermanos detecta una actitud muy humana, de simple búsqueda del poder. Para que
los discípulos no caigan en ella, Jesús les presenta dos ejemplos opuestos: 1) El
que no deben imitar: el de los reyes y monarcas helenísticos, famosos por su
abuso del poder. 2) El que deben imitar: el del mismo Jesús, que ha venido a
servir y a dar su vida en rescate por todos.
En medio de estos dos ejemplos queda la enseñanza capital: «el que quiera subir, sea servidor vuestro y el que quiera ser primero sea esclavo vuestro». En la comunidad cristiana debe darse un cambio de valores absoluto. Pero esto es lo que debe ocurrir «entre vosotros», dentro de la comunidad. Jesús no dice nada a propósito de lo que debe ocurrir en la sociedad, aunque critica indirectamente el abuso de poder. Es importante tener presente que este texto no puede usarse hipócritamente contra los políticos, sin aplicarnos a nosotros la segunda parte.
Reflexión final
Las tres lecturas nos sugieren que la
fiesta de Santiago no debemos utilizarla para lanzar las campanas al vuelo en
plan nacionalista y superficial. Su ejemplo, y el de los demás apóstoles, fue
la entrega plena a la proclamación del evangelio, aunque implicase
persecuciones y muerte. Santiago nos anima a ser fieles a Jesús y al evangelio.
Padre José Luis Sicre
Díaz, S.J.
Doctor en Sagrada
Escritura por el
Pontificio Instituto
Bíblico de Roma
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