Fallece,
a los 96 años, el padre dominico alcalaíno, Fray Vicente Díaz Rodríguez
Aunque ya conocía la noticia del
fallecimiento de Fray Vicente Díaz Rodríguez, la detallada y oportuna
conversación que acabo de mantener con el amigo común Andrés Moreno Camacho me
ha actualizado una serie de informaciones y me ha revitalizado una cadena de
sentimientos que guardaba en mi memoria sobre la calidad humana, la estatura
intelectual, los valores evangélicos y las vivencias religiosas de este
sacerdote dominico.
Era un hombre bueno que, además de una intensa
vida interior, conjugaba con ejemplar sabiduría, la dedicación al estudio
teológico y la entrega a la predicación, impulsado siempre por su amor a Jesús,
a María, a su familia, a sus hermanos dominicos y, por supuesto, a su pueblo.
En las diferentes ocasiones que conversé con él me repitió casi con las mismas
palabras que, incluso durante los últimos años de su ancianidad, se seguía
nutriendo con sus raíces alcalaínas.
Estoy muy agradecido –me decía- a los maestros
que, he tenido en las diversas universidades, a los priores de los conventos en
los que he vivido y, por supuesto, a los hermanos religiosos con los que he
convivido, pero todas estas experiencias me han servido para seguir ahondando
en las semillas que mi familia me sembró y en las primeras experiencias que
viví en mi pueblo. Me explicó que su manera de hablarle a la Virgen era la
misma que había aprendido en su niñez cuando, acompañado de sus padres,
visitaba a Nuestra Señora de los Santos.
Coincido con Andrés en que su
testimonio ejemplar, su sencillez, su cordialidad, su laboriosidad, más incluso
que sus elocuentes palabras, han resonado en muchas conciencias como llamadas amables
para que vivamos los valores evangélicos más importantes como la humildad, la
fortaleza, la esperanza, la generosidad y, sobre todo, la caridad, sí el
auténtico amor solidario y fraterno. Con su hermano Pepe, con su hermana Ana,
religiosa del Beaterio, con todos los dominicos y con los paisanos amigos,
somos muchos los que nos sentimos agradecidos por su ejemplar vida, y pena por
su fallecimiento.
José Antonio Hernández
Guerrero
Catedrático de Teoría
de la Literatura

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