Cultivar
la amistad
La vida humana, en sus diferentes
épocas y a pesar de las lecciones aprendidas, a veces navega contra la
adversidad por mares desconocidos. Por eso es imprescindible que todos, a
cualquier edad, cultivemos la amistad de quienes nos acompañen, nos orienten y
nos empujen. La amistad es una grata necesidad, una fuente de salud y un vivero
de bienestar que nos exigen que ejercitemos la imaginación, la reflexión y la
paciencia. Es una tarea que requiere desarrollar habilidades y mantener
esfuerzos permanentes.
Tener amigos es un anhelo reconocido en
las fuentes de nuestras raíces culturales: la Iliada nos cuenta la profundidad de la amistad que une a Aquiles
con Patroclo, Aristóteles -en su Ética a Nicómaco- afirma que amistad es
necesaria, bella y honrosa, y, en la tradición cristiana, la amistad es la
manera de establecer relaciones con Jesús de Nazaret: “a vosotros os llamo
amigos” (Juan, 15, 13-15). A veces
pensamos que, para ganar y para conservar a los amigos son suficientes las
propias experiencias y, por eso, no solemos tener en cuenta las teorías que
explican los psicólogos, los sociólogos, los antropólogos y los médicos, esas
lecciones que extraen de sus estudios científicos y de sus experiencias
clínicas. En mi opinión, las prácticas y las teorías son dos vías
complementarias de aprendizaje porque nos proporcionan importantes enseñanzas.
Los amigos nos hacen sentir la alegría
de que estamos vivos porque llenan de sentido nuestros espacios y nuestros
tiempos, y porque nos aportan vivencias que traducimos con palabras, con hechos
o con silencios, y porque generan unas emociones intensas que experimentamos
cuando, simplemente, con-vivimos. Todos –tú y yo- hemos sentido esa sensación
de plenitud que, con diferentes lenguajes, originan los sentimientos de
amistad, una clave que explica, justifica o corrige lo que pensamos, decimos,
deseamos y hacemos.
No necesitamos ser filósofos ni
escritores para descubrir y para describir que nuestras vidas cobran sentido
cuando, sin necesidad de pronunciar palabras, afirmamos con claridad que la
existencia de algunas personas llena de sentido nuestras vidas. Aprovecho esta
oportunidad para enviar a todos mis amigos y amigas un cordial abrazo.
José Antonio Hernández
Guerrero
Catedrático de Teoría
de la Literatura
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