Un lápiz para escribir
Una
pluma y un tintero
de
tinta color añil
era un
juego para mí,
el
mejor del mundo entero.
En un
cuaderno de rayas
donde
se aprende a escribir,
me
sentía muy feliz
sin
saltarme sus murallas.
Una
estrecha carretera
donde
poder conducir,
un
lápiz para escribir
la
escritura más certera.
Pasaban
las primaveras
con sus
abriles y mayos,
con las
flores en sus tallos
y los
años en espera.
Fueron
mis primeros años
de un
colegio de primaria,
donde
jugando aprendía
a subir
cada peldaño.
Una
empinada escalera
subiéndola
cada día,
que el
esfuerzo te decía
cuan
sacrificado era.
Cuanto
más mayor te hacía
aún,
más difícil era,
subir
esas escaleras
estudiando
cada día.
José Ares Mateos
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