viernes, 19 de abril de 2024

DOMINGO 4º DE PASCUA - PASADO, PRESENTE Y FUTURO

 

Pasado, presente y futuro

Domingo 4º de Pascua. Ciclo B

 

En los domingos anteriores se han recordado diversas apariciones de Jesús resucitado. A partir de este domingo y hasta la Ascensión las lecturas del evangelio, tomadas siempre del evangelio de san Juan, se centrarán en diversos aspectos de la relación entre Jesús y el cristiano: buen pastor, vid y sarmientos, mandamiento nuevo, oración sacerdotal.

No es fácil encontrar una relación entre las tres lecturas de hoy porque se usan imágenes muy distintas: Piedra angular para hablar de Jesús (1ª lectura); Padre e hijos para hablar de Dios y nosotros (2ª lectura); pastor y rebaño, para hablar de Jesús y nosotros (evangelio). Buscando una relación entre ellas la vería en el ritmo del tiempo de Jesús y de nosotros.

Pasado y presente de Jesús (Hechos de los apóstoles 4,8-12)

            Se supone conocido el relato anterior. Pedro y Juan suben al templo para la oración de media tarde y en la puerta Hermosa encuentran tendido a un lisiado que les pide limosna. Pedro lo agarra de la mano derecha, lo levanta y lo cura. Ante el asombro del pueblo, Pedro pronuncia un discurso en el que atribuye la curación a Jesús (este discurso se leyó en parte el domingo pasado, 3º del ciclo B). Los sacerdotes, el comisario del templo y los saduceos, se irritan al escuchar sus palabras y al día siguiente los convocan ante el Consejo y los interrogan. La respuesta de Pedro es la siguiente:

 

En aquellos días, lleno de Espíritu Santo, Pedro dijo:

«Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por este Nombre, se presenta este sano ante vosotros. Él es “la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular”; no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos».

           

Para un judío, el nombre equivale a la persona. El nombre de Jesús es Jesús. En estas pocas palabras se resume su pasado y su presente. El pasado ofrece una imagen de Jesús totalmente pasiva: no se recuerda su predicación ni sus milagros. Sólo se cuenta lo que hicieron con él las autoridades judías y Dios. Las autoridades lo rechazaron y crucificaron; Dios los resucitó y convirtió en piedra angular. De esto se deduce su situación presente: él es quien ha curado al lisiado, y el único que puede salvarnos a todos nosotros.

Presente y futuro del cristiano (1ª carta de Juan 3, 1-2)

 

Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

La 1ª lectura hablaba del pasado y el presente de Jesús. Esta 2ª habla de nuestro presente y nuestro futuro. El presente: somos hijos de Dios. El futuro: seremos semejantes a Dios. Cuando nace un niño siempre se buscan parecidos con el padre, la madre y otros miembros de la familia. Para el autor de la carta, nuestra semejanza con Dios no es algo que se perciba ya desde ahora; se manifestará en el futuro, cuando veamos a Dios cara a cara. Pero eso no impide que seamos ya realmente hijos de Dios. Lástima que esto no se valore. Si fuéramos hijos de un deportista famoso o de un cantante de moda, todos querrían hacerse una foto con nosotros.

Pasado y futuro de Jesús (evangelio de Juan 10, 11-18)


En aquel tiempo, dijo Jesús: «Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».»

 

            La imagen del pastor era frecuente en el Antiguo Oriente para referirse al rey: simbolizaba la relación correcta con sus súbditos, que no debía ser despótica sino preocupada por su bienestar. Jesús se la aplica, pero llegando a un extremo que no se da entre los pastores: da la vida por sus ovejas. Es cierto que un pastor, a diferencia del asalariado, está dispuesto a luchar con el lobo para defender al rebaño. Pero no es normal que esté dispuesto a morir por sus ovejas. A tanto no llega. Jesús, en cambio, ve así su misión: dar la vida por ellas. No lo hace por obligación, forzado, sino libremente. Sabiendo que esa vida que entrega la podrá recuperar. Y esto tampoco puede hacerlo un pastor normal y corriente. Aunque el evangelio hable de Jesús como “el buen pastor” debería haber dicho: bueno y excepcional.

Este pasaje del evangelio concede también especial importancia al futuro de Jesús: a su labor con respecto a otras ovejas, a las que debe buscar para que haya un solo rebaño y un solo pastor. Es una referencia a las comunidades cristianas que se irían formando en países paganos y a todos nosotros.

Reflexión final

Relacionando las tres lecturas, Jesús, buen pastor nos ha salvado y nos ha conseguido el ser hijos de Dios. A nosotros nos corresponde escuchar su voz y agradecerle el don que nos ha hecho.

 

 

Padre José Luis Sicre Díaz, S.J.

Doctor en Sagrada Escritura por el

Pontificio Instituto Bíblico de Roma

EL PROCESO

 Procedimientos narrativos para descifrar la complejidad de la vida actual


Franz Kafka

El proceso. Edición de Isabel Hernández

Madrid, Cátedra 2023

                                              

Gracias a que su mejor amigo, Max Brod, no cumplió sus disposiciones testamentarias, cuando se cumple el centenario del fallecimiento de Franz Kafka (1883-1924), uno de los escritores determinantes del siglo XX, podemos leer las obras de este escritor que, sumido en un profundo mar de contradicciones familiares, ideológicas, religiosas y profesionales, a pesar de que durante su vida su obra fue escasamente leída y él expresara sus deseos de que la Historia lo olvidara, en la actualidad es uno de los escritores más recordados, más leídos y más influyentes. Esta nueva edición es, a mi juicio, imprescindible gracias al oportuno y necesario análisis introductorio de la especialista, profesora Isabel Hernández.

El proceso, novela publicada póstumamente en 1925 por Max Brod, cuenta cómo Josef K., un oficinista bancario con una excelente carrera en un importante banco de la ciudad, tras ser detenido sin razones, se siente obligado a sufrir una serie de pesadillas y de alucinaciones sin lograr identificar el origen del “proceso jurídico” al que es sometido, y las razones de una situación anímica que le resulta física y mentalmente irrespirable. Si el interrogatorio al que es sometido, incluso por los funcionarios que desean ayudarle, pone de manifiesto las contradicciones lacerantes de aquel sistema judicial, la vida de K. refleja la existencia superflua del hombre moderno que, solitario, se siente obligado a luchar para simplemente sobrevivir. El proceso al que es sometido descubre la irritante vaciedad de una vida cotidiana rutinaria y angustiosa debido a los complejos y oscuros trámites de esa maquinaria burocrática que contagia toda la actividad profesional y social.

El proceso nos proporciona pistas novedosas de un tipo de narrativa actual que pretende descifrar la complejidad de la vida social y nos ofrece una amplia variedad de recursos técnicos adecuados para la novela contemporánea. Fíjense, por ejemplo, en sus fórmulas de narración, en sus procedimientos para dibujar los personajes y en los análisis psicológicos de comportamientos aparentemente contradictorios. A mi juicio, su lectura puede resultar especialmente atractiva para los escritores que buscan la renovación y la libertad de sus creaciones originales, para quienes se sienten, impulsados por unos deseos irreprimibles de innovar y de experimentar asuntos y lenguajes, para quienes se oponen a la mera reproducción de la realidad y para quienes tratan de ensayar nuevas fórmulas que, además de sorprender, transmitan mensajes originales alejados de las pautas lógicas y de las convenciones sentimentalistas.

 

 

José Antonio Hernández Guerrero

Catedrático de Teoría de la Literatura

UNA CIUDAD JUNTO AL MAR - RAYOS DE SOL VAN ROMPIENDO...

 

Una ciudad junto al mar

 

 

Rayos de sol van rompiendo

la mañana boreal,

besando sobre el cristal

las luces que van saliendo.

                 

Olas rompiendo en la orilla

de mi bonita ciudad,

bañando con blanca sal

tristezas de una barquita.

                 

Una barquita pequeña

sobre la arena varada

muy triste y desconsolada

cubierta de llanto y  pena.

                 

A su vera me acerqué

al verla tan triste y sola

fuera de las blancas olas

sin su viejo timonel.

                 

¡Le pregunté!,   que te ocurre

que te encuentro abandonada

sobre la orilla varada,

¿quieres que la mar te entierre?.

 

Y con su pena y dolor

de ésta manera me habló:

Si es que ya no viene a verme

prefiero estar enterrada,

bajo la arena mojada

y de él desentenderme.

 

Alumbraba blanca luna

en cielo oscuro de estrellas,

soñando quedó con ellas,

yo, con mi niña en su cuna.

             

Estábamos en la orilla

a donde ella se encontraba,

solita de madrugada

varada sobre su quilla.

                 

Me quedé sobre la barca

contemplando las estrellas,

y contando las más bellas

hasta las luces del alba.

                 

Mirando siempre a la mar

un marinero de bronce

lloraba en su pedestal,

por la barca que él conoce.

                  

Y mirando al horizonte 

la vio tan triste en la arena,

que quiso dejar su pena 

en esa estatua de bronce.

                 

Se quiso hacer a la mar

entre las olas y el viento,

que llega de barlovento

cargado de blanca sal.

                 

Quiso ponerle una vela

que se abriera con el viento,

la llevara mar adentro

dejando una blanca estela.

                 

Sueños de noche estrellada

como mi niña Manuela,

pasando la noche en vela

hasta llegar la alborada.

                  

Dormido quedé a su vera

hasta los rayos del sol,

que al salir la despertó

cuál bonita primavera.

                 

Por la orilla de la mar

vi llegar un marinero

con gorra de capitán

de ese barquito velero.

                  

Al llegar junto a la barca

a su mura le dio un beso ,

que la llenó de embeleso

diciéndole, ¡Cuanto te quiero!.

                 

Y hacia la mar la llevó

Y en ella pudo notar

cuando ya empezó a flotar

su alegría y su pasión.

 

José Ares Mateos

 

sábado, 13 de abril de 2024

CANTES Y BAILES A LAS PUERTAS DEL MAR

 

Cantes y bailes a las puertas del mar

 

Danzan las olas de sal

junto al río que despierta

al ver las puertas abiertas

que le llevan a la mar.

 

Desde Sevilla bajando

a Sanlúcar viene a dar

para juntarse a la mar

el Guadalquivir bailando.

 

Abrasándose a las olas                

que van llegando a la orilla      

vienen rumbo de Sevilla         

con cantos de caracolas. 

          

Sevillanas lleva el río

y la mar lleva alegría

son bailes de Andalucía

llenitos de poderío.

 

En la orilla de la mar

donde despierta ese río

se junta lo más bravío

de su baile y su cantar.

 

Tirabuzones de plata

con coplas de carnaval

moviéndose en vendaval 

bailando con sus peinetas.

 

Por alegrías en Cádiz

las olas llegan cantando

y por el río bailando

viene Sevilla feliz.

 

Entre dunas y pinares

se juntan en bajo guía

cantando por alegrías

y también por soleares.

 

Brindando con vino fino

del que se cría en la orilla

igual que la manzanilla

cerca de los verdes pinos.

 

Río arriba navegando

para llevar a Sevilla

el fino y la manzanilla

que la feria está esperando.

 

Cuando llegó el mes de abril

poniéndole su mantilla

a la feria de Sevilla

y al río Guadalquivir.

 

Un revuelo de volantes

al compás de sevillanas

bailando están las gitanas

¡para empezar, ya es bastante!.

 

Farolillos de colores

entre coplilla y coplilla

encendiendo va Sevilla

cuál sol enciende las flores.

 

Y las mujeres bailando

con vestidos elegantes

girando con sus volantes

de la feria disfrutando.

 

José Ares Mateos (Menesteo)

DOMINGO 3º DE PASCUA - PERDÓN, RESURRECCIÓN Y MISIÓN

 

Perdón, resurrección y misión

Domingo 3º de Pascua. Ciclo B 

El perdón

         Las tres lecturas de hoy coinciden en el tema del perdón de los pecados a todo el mundo gracias a la muerte de Jesús. La primera termina: “Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados.” La segunda comienza: “Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el justo.” En el evangelio, Jesús afirma que “en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos”.

Personas con poco conocimiento de la cultura antigua suele decir que la conciencia del pecado es fruto de la mentalidad judeocristiana para amargarle la vida a la gente. Pero la angustia por el pecado se encuentra documentada milenios antes, en Mesopotamia y Egipto. Lo típico del NT es anunciar el perdón de los pecados gracias a la muerte de Jesús.

La resurrección

         En esta época de Pascua, es lógico que el evangelio de este domingo conceda especial importancia a la resurrección de Jesús. Imaginemos la situación de los primeros misioneros cristianos. ¿Cómo convencer a la gente para que crea que una persona condenada a la muerte más vergonzosa por las autoridades, religiosas, intelectuales y políticas ha resucitado, de que Jesús sigue realmente vivo?

Lucas parece moverse entre cristianos que tienen muchas dudas a propósito de la resurrección (recuérdese que en Corinto había cristianos que la negaban), y proyecta esa situación en los apóstoles: ellos son los primeros en dudar y negarse a creer, pero Jesús les ofrece pruebas físicas irrefutables: camina con los dos de Emaús, se sienta con ellos a la mesa, bendice y parte el pan. El episodio siguiente, el que leemos este domingo, insiste en las pruebas físicas: Jesús les muestra las manos y los pies, les ofrece la posibilidad de tocarlos, y llega a comer un trozo de pescado ante ellos.

En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:

«Paz a vosotros».

Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo:

«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».

Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:

«Tenéis ahí algo de comer?».

Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.

         El hecho de que Jesús comiese un trozo de pescado podría ser una prueba contundente para los discípulos, pero no para nosotros, los lectores actuales del evangelio, que debemos hacer un nuevo acto de fe: creer lo que cuenta Lucas.

         Por eso, el evangelista añade un breve discurso de Jesús que está dirigido a todos nosotros: en él no pretende probar nada, sino explicar el sentido de su pasión, muerte y resurrección. Y el único camino es abrirnos el entendimiento para comprender las Escrituras. A través de ella, de los anunciado por Moisés, los profetas y los salmos, se ilumina el misterio de su muerte, que es para nosotros causa de perdón y salvación.

Y les dijo:

«Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».

Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y les dijo:

«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».

La misión

Las últimas palabras de Jesús anuncian el futuro: “En su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.” La frase final: “vosotros sois testigos de esto” parece dirigida a nosotros, después de veinte siglos. Somos testigos de la expansión del evangelio entre personas que, como dice la primera carta de Pedro, “lo amáis sin haberlo visto”. Esta es la mejor prueba de la resurrección de Jesús.

1ª lectura (Hechos de los Apóstoles 3, 13-15. 17-19)

En aquellos días, Pedro dijo a la gente:

El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y rechazasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo.

Vosotros renegasteis del Santo y del justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello.

Ahora bien, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, al igual que vuestras autoridades; pero Dios cumplió de esta manera lo que había predicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer.

Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados.

2ª lectura (Primera carta del Apóstol San Juan 2, 1-5a)

Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud.

 

 

Padre José Luis Sicre Díaz, S.J.

Doctor en Sagrada Escritura por el

Pontificio Instituto Bíblico de Roma

jueves, 11 de abril de 2024

ÁNGEL VIÑAS - LA FORJA DE UN HISTORIADOR

 Nuevos datos sobre la República, la Guerra Civil y la Dictadura Franquista

Ángel Viñas

La forja de un historiador

Barcelona, Crítica, 2024

                               

Una de las mayores dificultades para interpretar y para valorar de manera rigurosa la Historia de España durante el siglo XX es el cúmulo de prejuicios personales e ideológicos desde los que algunos autores la cuentan. Como es sabido, el contenido de los relatos históricos depende, en cierta medida, de la situación desde la que se narran y de la perspectiva que adopta quien los analiza y los juzga. Partiendo del supuesto de que “no hay una historia definitiva” Ángel Viñas vuelve su mirada atrás y nos descubre unos datos que, en su opinión, pueden cambiar la forma de entender la República, la Guerra Civil y la Dictadura Franquista. Reconoce que lo que escribe, quizás edulcorado por el tiempo, pretende penetrar por senderos poco trillados, pero deja claro que no es su intención ajustar cuentas con nadie sino dejar una huella suficientemente clara y correcta de unos datos desconocidos de hechos importantes “documentables y documentados”. 

Aplicando una metodología novedosa pone de relieve algunos sucesos ocultos u ocultados por conspiradores y por vencedores, somete a la prueba de la comprobación algunos de los mitos más persistentes de la historiografía -“más bien hagiografía”- franquista como, por ejemplo, el supuesto riesgo de la “sovietización” de España, tan apetecible para la derecha española y para sus portavoces políticos y mediáticos.

Su decisión de “hacer historia” apoyándose en sus experiencias personales vividas en privilegiados puestos de observación política como, por ejemplo, director de relaciones con América Latina y Asia, o de políticas multilaterales y de derechos humanos y ayuda a la democratización en la Comisión Europea, parte de tres supuestos: hay que desconfiar de los relatos previos, hay que apelar a la documentación fiable y hay que mantener una actitud crítica frente a otros autores, incluso los ya consagrados.

Como ejemplos ilustrativos de sus hallazgos investigadores nos sirven el descubrimiento de la prueba documental de la sumisión de la dictadura franquista a las decisiones de seguridad de Estados Unidos, la demostración de que “la sagacidad” de Franco era un mito vacío y “el paradigma de la modernización económica de Franco” una complaciente ingenuidad. Lo califica de ser un mentiroso y un mangante. Demuestra que fue un fracasado por no lograr que le concedieran su ansiada Laureada mediante “trucos malabares”, en 1916, y, además de documentar el deshonor de Franco en la esfera militar, política y personal, de mentir como un bellaco mandando asesinar al general Amando Balmes, no desdeñó hacerse con una “fortunita” cuando sus soldados se desangraban en los frentes y en los hospitales en una guerra larga que prolongó en parte por conveniencias personales. En cualquier caso, a mi juicio el conocimiento de estas reflexiones será notablemente útil para los estudiosos que pretendan seguir profundizando en el pensamiento del Caudillo y, especialmente, a los investigadores que estén interesados en ahondar en datos de la historia y de la política españolas.

 

 

José Antonio Hernández Guerrero

Catedrático de Teoría de la Literatura

viernes, 5 de abril de 2024

DOMINGO 2º DE PASCUA - UNA APARICIÓN MUY PECULIAR

 

Una aparición muy peculiar

Domingo 2º de Pascua. Ciclo B.

 

Todas las apariciones de Jesús resucitado son peculiares. Incluso cuando se cuenta la misma, los evangelistas difieren: mientras en Marcos son tres las mujeres que van al sepulcro (María Magdalena, María la de Cleofás y Salomé), y también tres en Lucas, pero distintas (María Magdalena, Juana y María la de Santiago), en Mateo son dos (las dos Marías) y en Juan una (María Magdalena, aunque luego habla en plural: «no sabemos dónde lo han puesto»). En Mc ven a un muchacho vestido de blanco sentado dentro del sepulcro; en Mt, a un ángel de aspecto deslumbrante junto a la tumba; en Lc, al cabo de un rato, se les aparecen dos hombres con vestidos refulgentes. En Mt, a diferencia de Mc y Lc, se les aparece también Jesús. Podríamos indicar otras muchas diferencias en los demás relatos. Como si los evangelistas quisieran acentuarlas para que no nos quedemos en lo externo, lo anecdótico. Uno de los relatos más interesantes y diverso de los otros es el del próximo domingo (Juan 20,19-31).

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

«Paz a vosotros».

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».

Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:

«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:

«Hemos visto al Señor».

Pero él les contestó:

«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:

«Paz a vosotros».

Luego dijo a Tomás:

«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».

Contestó Tomás:

«Señor mío y Dios mío!».

Jesús le dijo:

«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Las peculiaridades de este relato de Juan

1. El miedo de los discípulos. Es el único caso en el que se destaca algo tan lógico, y se ofrece el detalle tan visivo de la puerta cerrada. Acaban de matar a Jesús, lo han condenado por blasfemo y por rebelde contra Roma. Sus partidarios corren el peligro de terminar igual. Además, casi todos son galileos, mal vistos en Jerusalén. No será fácil encontrar alguien que los defienda si salen a la calle.

2. El saludo de Jesús: «paz a vosotros». Tras la referencia inicial al miedo a los judíos, el saludo más lógico, con honda raigambre bíblica, sería: «no temáis». Sin embargo, tres veces repite Jesús «paz a vosotros». Algún listillo podría presumir: «Normal; los judíos saludan shalom alekem, igual que los árabes saludan salam aleikun». Pero no es tan fácil como piensa. Este saludo, «paz a vosotros» sólo se encuentra también en la aparición a los discípulos en Lucas (24,36). Lo más frecuente es que Jesús no salude: ni a los once cuando se les aparece en Galilea (Mc y Mt), ni a los dos que marchan a Emaús (Lc 24), ni a los siete a los que se aparece en el lago (Jn 21). Y a las mujeres las saluda en Mt con una fórmula distinta: «alegraos». ¿Por qué repite tres veces «paz a vosotros» en este pasaje? Vienen a la mente las palabras pronunciadas por Jesús en la última cena: «La paz os dejo, os doy mi paz, y no como la da el mundo. No os turbéis ni os acobardéis» (Jn 14,27). En estos momentos tan duros para los discípulos, el saludo de Jesús les desea y comunica esa paz que él mantuvo durante toda su vida y especialmente durante su pasión.

3. Las manos, el costado, las pruebas y la fe. Los relatos de apariciones pretenden demostrar la realidad física de Jesús resucitado, y para ello usan recursos muy distintos. Las mujeres le abrazan los pies (Mt), María Magdalena intenta abrazarlo (Jn); los de Emaús caminan, charlan con él y lo ven partir el pan; según Lucas, cuando se aparece a los discípulos les muestra las manos y los pies, les ofrece la posibilidad de palparlo para dejar claro que no es un fantasma, y come delante de ellos un trozo de pescado. En la misma línea, aquí muestra las manos y el costado, y a Tomás le dice que meta en ellos el dedo y la mano. Es el argumento supremo para demostrar la realidad física de la resurrección. Curiosamente se encuentra en el evangelio de Jn, que es el mayor enemigo de las pruebas física y de los milagros para fundamentar la fe. Como si Juan se hubiera puesto al nivel de los evangelios sinópticos para terminar diciendo: «Dichosos los que crean sin haber visto».

4. La alegría de los discípulos. Es interesante el contraste con lo que cuenta Lucas: en este evangelio, cuando Jesús se aparece, los discípulos «se asustaron y, despavoridos, pensaban que era un fantasma»; más tarde, la alegría va acompañada de asombro. Son reacciones muy lógicas. En cambio, Juan sólo habla de alegría. Así se cumple la promesa de Jesús durante la última cena: «Vosotros ahora estáis tristes; pero os volveré a visitar y os llenaréis de alegría, y nadie os la quitará» (Jn 16,22). Todos los otros sentimientos no cuentan.

5. La misión. Con diferentes fórmulas, todos los evangelios hablan de la misión que Jesús resucitado encomienda a los discípulos. En este caso tiene una connotación especial: «Como el Padre me ha enviado, así os envío yo». No se trata simplemente de continuar la tarea. Lo que continúa es una cadena que se remonta hasta el Padre.

6. El don de Espíritu Santo y el perdón. Mc y Mt no dicen nada de este don y Lucas lo reserva para el día de Pentecostés. El cuarto evangelio lo sitúa en este  momento, vinculándolo con el poder de perdonar o retener los pecados. ¿Cómo debemos interpretar este poder? No parece que se refiera a la confesión sacramental, que es una práctica posterior. En todos los otros evangelios, la misión de los discípulos está estrechamente relacionada con el bautismo. Parece que en Juan el perdonar o retener los pecados tiene el sentido de admitir o no admitir al bautismo, dependiendo de la preparación y disposición del que lo solicita.

* * *

1ª Lectura: Hechos de los Apóstoles 4,32-35

Efecto de la resurrección en la comunidad cristiana, insistiendo en compartir los bienes.


En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.

2ª Lectura: Primera carta de san Juan 5,1-6

Consecuencias para el cristiano de la fe en Jesús Mesías: 1) se convierte en hijo de Dios, ha nacido de él; 2) ama a Dios; 3) ama a los hijos de Dios (en esto consisten “sus mandamientos”, de hecho, uno solo: “amaos unos a otros como yo os he amado”); 4) vence al mundo, que niega que Jesús es el Hijo de Dios, o la realidad de su muerte; el Espíritu testimonia que “vino con agua y sangre”.


Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Dios que da el ser ama también al que ha nacido de él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Pues en esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.

 

 

Padre José Luis Sicre Díaz, S.J.

Doctor en Sagrada Escritura por el

Pontificio Instituto Bíblico de Roma

El tiempo que hará...