miércoles, 14 de marzo de 2007

Huellas Arqueológicas



Ocurre que, siempre que deseamos saber un poco de la Historia de Alcalá, ésta, al ceñirse solamente al casco urbano, parece detenerse equivocadamente por supuesto, en la dominación árabe. Este hecho está en muchos aspectos justificado. Son bastantes las huellas dejadas por los civilizadores africanos en nuestro suelo y a ellos debemos el elemento arquitectónico más importante que conservamos: la Torre de Homenaje de la Alcazaba de los Gazules, de estilo almohade, aunque el revanchismo de invasores, la ignorancia, el abandono y la falta de responsabilidad local la hayan llevado a un estado de lamentable ruina. Sin embargo, la historia de Alcalá no comienza en la Dominación Árabe, ni tampoco con la Reconquista. Eso sería ignorar parte de la misma.
Desde que el suelo andaluz, tras estar sumergido en la época secundaria, comenzó a emerger como consecuencia de los movimientos de la corteza terrestre en el periodo terciario, el hombre primitivo empezó a pisar y sembrar de huellas estos territorios. Prueba de ello es el cráneo hallado en Gibraltar que, según Baule, pertenece al tipo Neanderthal, correspondiente al periodo postplioceno un poco avanzado. Vivirían de la caza y el pastoreo y, andando el tiempo, se mezclarían con otras tribus llegadas del mar, dando origen a los Turdetanos, que serían los habitantes de las Cuevas del término de Casas Viejas.
El territorio de la provincia de Cádiz es venero de antigüedades de todos los tiempos. La riqueza del suelo, la benignidad del clima hicieron que esta zona fuese siempre deseada por pueblos adelantados y prósperos. Numerosas estaciones prehistóricas, como cuevas y abrigos al aire libre, están repartidos por los ramales de las dilatadas sierras que cruzan y limitan la provincia, coronada por el gigantesco cerro de San Cristóbal. Pero, es precisamente en las sierras que circundan la depresión tectónica del Barbate, en las gargantas orientadas hacia la Laguna de la Janda, donde se establecieron los pueblos primitivos. Alcalá de los Gazules tiene claras muestras de esa presencia, como se ve en La Laja de los Hierros y en el Peñón de la Aljibe.
La Laja de los Hierros está situada hacia el norte de la depresión del Barbate, en la linde con el término municipal de Medina Sidonia. Se trata de una extensa peña al nivel del suelo. En un principio, se creyó que se trataba de un registro o archivo de los hierros con los que los ganaderos señalan a los toros o caballos, por el parecido que guardan algunos de los signos grabados en las piedras. Tiene La Laja, según Cabré, dos partes: una inferior, casi horizontal, y otra más elevada, ligeramente inclinada sobre la anterior. Su extensión superficial viene a ser de unos cincuenta metros de perímetro y toda ella cuajada de grabados. Se comprende que el pueblo que grabó la piedra tenía en gran estima sus monumentos ya que labraban, para su mayor conservación, una serie de surcos con el fin de encauzar las aguas y que éstas, al resbalar sobre la piedra, no erosionasen los signos grabados. Además, en la línea media de La Laja, están tallados escalones con el fin de que, subiendo por ellos, no se pisen los signos. No está claramente determinado el pueblo autor de los mismos, aunque en algunos se ve el carácter de cierta pintura neolítica.
De forma distinta es la Cueva del Peñón de la Aljibe. Está situada en la cima de un peñón y se trata de una cavidad rectangular de diez metros de largo, cuatro de ancho y tres de profundidad, a la que dan acceso dos escalones dispuestos en el ángulo este. Hacia el centro de la pared, hacia el noroeste, una puerta abierta también en la roca, de forma trapecial y dintel redondeado, comunica con un recinto circular de paredes ligeramente cónicas, que acusan un diámetro medio de 1,75 metros. A continuación, se abre un estrecho corredor de paredes verticales que comunica con otra segunda cámara, análoga a la primera en forma, disposición y tamaño. Una escalera que corre de norte a este y dobla hacia el sur facilita la entrada a este extraño monumento. Sobre la gran excavación rectangular se descubrieron hasta 36 cazoletas cavadas en la roca. En realidad, no se sabe de qué puede tratarse esta construcción. Sólo una excavación metódica de la tierra depositada en sus recintos podría poner en claro la utilización de este monumento.
De época protomedieval son las tumbas del Cerro de las Sepulturas, situadas a unos 9 kilómetros de Alcalá, hacia el N.E., en los terrenos conocidos por la Dehesa de Escobar. Labradas toscamente en las grandes rocas graníticas que forman un monte, aparecen muchas sepulturas de variado tamaño. Las mayores miden aproximadamente 2,15 metros de largo por 0,70 metros de ancho por la cabecera y van estrechándose suavemente hasta los pies. La mayor parte de ellas están cubiertas por grandes bloques de piedra y dentro de las mismas sólo se han encontrado restos humanos.
No son pocos los restos de la presencia romana en nuestros suelos. Consta que Alcalá acuñó moneda bilingüe y que en los muros de su castillo había embutidas tres lápidas romanas en el año 1845, pero no han podido ser recobradas. También, en las inmediaciones de nuestra ciudad, fue hallado en 1867 el célebre Bronce de Lascuta, redactado en el año 189 a. de C., y que en la actualidad se conserva en el Museo del Louvre.
Es notable señalar también un pedestal romano con inscripciones visigóticas, que se encuentra en la Iglesia Mayor y que constituye la única muestra de los objetos encontrados en las excavaciones llevadas a cabo por Albisu. Dichos trabajos permitieron al célebre arquitecto gaditano recomponer en un manuscrito la planta de una Basílica, que sin duda pertenecía a un cementerio visigodo sobrepuesto a otro romano. Un error capital hizo que la exploración arqueológica, llevada a cabo en las Correderas, en el Corral de las Bóvedas, a la falda del Palmitoso en 1800 por Albisu, se emprendiese con harto entusiasmo y decayesen pronto con grave perjuicio de la ciencia histórica.
Desgraciadamente han sido muchos los objetos, testigos mudos de nuestro pasado, que han desaparecido. Por ello, no sólo debemos conservar con gran celo los que tenemos, sino que habría que fomentar apoyar todas las posibles alternativas que se ofreciesen para rescatar del subsuelo estos signos vacíos y sin carne, pero que resuenan como caracolas con rumor de historia.


JAIME GUERRA MARTÍNEZ
Libreto de la Velada y Romería en honor de Nuestra Señora de los Santos, durante los días 11 al 14 de Septiembre de 1980.



BIBLIOGRAFÍA

Romero Torres. Catálogo Monumental de España.
Juan Cabré y Hernández Pacheco. Avance al estudio de las Pinturas Prehistóricas
en el extremo sur de España. Museo de Ciencias Naturales. Madrid, 1914.
Pelayo Quintero Atauri. Cádiz primitivo: primitivos pobladores, hallazgos arqueológicos. 1917.
Antón Solé. Historia Medieval de la Provincia de Cádiz a través de sus castillos.

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