miércoles, 14 de marzo de 2007

La iglesia-convento de la Victoria



1.-Introducción

Alcalá contó con dos conventos de frailes y uno de monjas. Hoy, han desaparecido los tres, pero aún se conservan, en todo o en parte, sus bellos edificios.
Pero de entre ellos y por constituir la sede nuestra Cofradía, vamos a centrarnos en el de “La Victoria”. Y antes que nada, intentaremos aclarar todo lo relativo a su nombre, puesto que existe confusión al respecto.
Es cierto que tanto en la documentación de la época como en la de la Desamortización de Mendizábal en 1836, que es la causante de la extinción del mismo, aparece citado como “Convento de Nuestra Señora de la Consolación, de los Mínimos de San Francisco de Paula”, pero sin embargo, entonces como hoy, popularmente se le conoce como “La Victoria”,¿por qué?.
Para aclararlo, en primer lugar, hemos de remitirnos a un artículo del Padre Martín Bueno (1) quién nos dirá que ello es así como consecuencia tanto de las gracias que los Reyes Católicos concedieron en Zaragoza el 22 de Septiembre de 1492 a la recién fundada orden de los “hermitaños de San Francisco de Paula” como a la donación que los mismos Reyes les hicieron de la Ermita de Santa María de la Victoria de Málaga, de modo que, desde entonces, todos los conventos de la Orden iban a ser conocidos como dedicados a la Virgen de la Victoria que se convertía así, en la advocación de referencia de estos frailes, a los que a partir de ahí el pueblo empezó a llamarlos bien con el nombre de “Victorios”, bien con el de “Mínimos” como queriendo remarcar la austeridad y pobreza que los caracterizaba.
En los años inmediatamente posteriores a dicha concesión de los Reyes Católicos, la orden se extendería enormemente por toda Andalucía donde llegaría a contar con cerca de 80 conventos de los cuales siete se ubicarían en la provincia de Cádiz: Puerto de Santa María (1502), Jerez (1543), Conil (1567), Medina Sidonia (1579), Jimena (1583), Alcalá de los Gazules (1586), Puerto Real (s. XVII) y Sanlucar (concluido en 1619).
Como hemos expuesto en otras páginas y entrándonos en el caso concreto de su presencia en nuestro pueblo, hemos de recordar que los Mínimos llegaron a establecerse entre nosotros gracias al impulso y la protección que les brindaron las disposiciones testamentarias del Beneficiado de la Parroquia de San Jorge, Alonso Cárdeno, quién había fallecido en 1585. Igualmente creemos oportuno recordar que, siguiendo una costumbre propia de la orden, los frailes se establecieron, en principio, en una Ermita ya existente en una zona extramuros y alejada del núcleo de población a la que los alcalaínos de la época llamaban “Barrio de la Mancebía” y que incluía tanto a la zona que hoy conocemos con dicho nombre como al actual “Barrio de San Antonio”. Dicha Ermita, que estuvo en uso hasta principios del siglo XIX y que se derribó en el año 1840, se ubicaba concretamente en el espacio que hoy comparten tanto el Huerto de Juan Franco como el Colegio Público “Juan Armario” y se conocía con el nombre de “Ermita de Nuestra Señora de la Consolación”, denominación ésta que sería mantenida luego por los propios frailes para designar a su Convento primigenio en Alcalá que, por esta razón, no estaba bajo la advocación de la “Victoria”, lo cual no sería obstáculo para que en el decir popular si se le cambiase el nombre y que, incluso después de 1682, cuando los frailes ya se habían trasladado al nuevo Convento del Barrio de la “Veracruz” a la antigua Ermita todavía se le siguiese llamando como “la Victoria Vieja”.
Y decimos que el nombre del primitivo convento era el de la Consolación porque así se consigna en la lápida con la que cubrieron la sepultura de su benefactor una vez que en uso el referido convento trasladaron sus restos hasta la Iglesia del mismo: “Aquí está sepultado Alonso Cárdeno, beneficiado y fundador de este Convento de Nuestra Señora de la Consolación, cuya alma posea Dios en su reino. Amén. Murió el mes de Septiembre de 1585” y que es la misma que, casi un siglo después, cuando se trasladaron al nuevo convento de la Alameda pusieron sobre la sepultura que le habilitaron a los pies del presbiterio de la Iglesia y que recientemente, con ocasión de las obras de refuerzo del firme y nuevo solado de la Iglesia de la Victoria, en Agosto de 2003, se colocó junto a los restos del Beneficiado Cárdeno en lugar destacado de la capilla del lado de la epístola dedicada ahora a San Antonio y que hasta hace dicha fecha conocíamos como “gruta de Lourdes”.
Al hilo de todo lo concerniente a la advocación del convento a la Virgen de la Consolación hemos de decir que nos llama poderosamente la atención el hecho de que en los inventarios de imágenes y altares del nuevo Convento de la Alameda no aparezca ninguna Virgen con dicho nombre (2) cuando nos consta que existía en el primitivo Convento y que era incluso titular de una Cofradía que se mantendría activa hasta fines del siglo XVI, lo mismo que nos consta que la referida imagen no se quedó en el primitivo convento, pues cuando se realizó el traslado los frailes sólo dejaron allí la Imagen de San Antonio Abad (2).
De cualquier modo, en los Libros de Actas de nuestra Cofradía, que como hemos expuesto es fundación de los Mínimos, raramente se cita al Convento con el nombre de Nuestra Señora de la Consolación aunque, por el contrario y es bastante indicativo, diesen el nombre de “Nuestra Señora del Desconsuelo” a la Virgen cotitular de la misma. De modo que cuando se cita al convento y a la Iglesia se les llama simplemente como “la Victoria”.
Aún más, fruto de la prolífica labor investigadora de Fernando Toscano, recientemente tuvimos la oportunidad de conocer una escritura entre la Comunidad de Mínimos y un escultor, al que se realiza un encargo al que luego nos referiremos, en el que se cita al convento como de “Nuestra Señora de la Victoria”, de modo que podemos pensar que si bien a su primer cenobio en la localidad se le denominó “Nuestra Señora de la Consolación”, al nuevo de la Alameda ya no se le denominó así sino que, al igual que a la mayoría de los conventos de la orden, se le llamó simplemente “de la Victoria”.
De cualquier modo hemos de concluir afirmando que para la Iglesia diocesana, a la que pasó la propiedad del edificio tras la desamortización, el nombre ya no sería aquel sino que le redenomina como “Iglesia de San Francisco de Paula”, título que se le daría oficialmente tras la reapertura del templo tras su restauración en 1911, aunque popularmente y en recuerdo del nombre del convento la sigamos conociendo y llamado como “La Victoria”.

2.- La Iglesia

La Iglesia presenta planta de Cruz latina patriarcal con una sola nave y crucero de pequeños brazos. Sus dimensiones son 26,30 m. de largo por 6,80 m. de ancho.
Se encuentra situada a algo más de un metro de altura sobre el nivel de alineación de la Alameda y se accede a ella tras pasar por un pequeño atrio o “compás”.
La puerta principal se abre a los pies de la Iglesia; zona que en su parte superior y con una anchura de 4 metros se encuentra ocupada por el coro. Tras salvar esta zona, la Iglesia se nos presenta con una altura sorprendente que es posible alcanzar gracias a que los muros sustentantes son de mampostería y con un grosor de aproximadamente un metro.
Adosadas a los muros aparecen las pilastras que se coronan por capiteles corintios en altorrelieve, sobre los que asientan tanto el entablamento como una cornisa adintelada, igualmente de estilo corintio, que sirve de apoyo para la gran bóveda que cubre la nave. Una gran bóveda que en su parte inferior tiene unos lunetos muy apuntados que son aprovechados para colocar ventanas, consiguiendo que la iluminación natural, al entrar desde arriba, sea bastante efectista y envolvente. Las esquinas que conforman el espacio del crucero, por el efecto de unir las pilastras adosadas en cada uno de los lados de la misma, simulan ser grandiosas columnas, rematadas incluso por capiteles, de las que nacen los arcos escarzanos que soportan la cúpula de media naranja rebajada que corona el crucero.
En propiedad hemos de decir que estos arcos escarzanos confluyen formando unas pechinas –que se adornan con óvalos cimerados por la corona ducal- que serán las que sustenten la cúpula. Una cúpula que tiene la particularidad de simular, en su parte inferior, un tambor que por el efecto de distribuir alrededor de la misma ocho óvalos –que cumplen funciones de ventilación-; y que en su parte superior –siguiendo una costumbre muy propia del XVIII-se decora con un gran rosetón, al fresco, en tonos ocres, cuyo centro lo ocupa la inscripción emblema de la Orden: CHARITAS.
En líneas generales podemos decir que la Iglesia se adapta a los cánones arquitectónicos del XVII, pese a que ciertos autores afirmen que responde al estilo de “todas las pertenecientes a los Victorios”, lo cual es fácilmente comprensible teniendo en cuenta que los propios frailes eran los arquitectos-constructores de sus conventos, aunque tampoco se puede obviar que aquellos, como no puede ser de otra forma, estarían influenciados por las corrientes arquitectónicas de su tiempo (4), de lo que resultará un espacio equilibrado, armónico, efectista, y envolvente que atrae por su luminosidad y que se caracteriza por centrar todas las miradas hacia el Altar Mayor, que se encuentra en el cabecero, situado en un nivel más alto que el resto de la Iglesia,-sobre una grada con 8 escalones- formando un pequeño espacio que se cierra por barandas y pulpitillos.
Para concluir nuestra aproximación a la descripción de la Iglesia diremos que, paralelas a los brazos del crucero, existen dos pequeñas capillas laterales que abren a la nave central, aunque la del lado del evangelio lo hace también al crucero y sirve de punto de partida de las escaleras que conducen al coro.

3.- Altares.

Antes de pasar a describir los altares existentes en dicha Iglesia en la actualidad, creemos conveniente referirnos a que dicha Iglesia, por distintas causas, a las que nos referiremos, ha sufrido varias modificaciones en cuanto a la distribución de sus altares.
Disponemos de dos inventarios de ella; uno de 1836 y otro de 1919 que no coinciden, pero además disponemos de una serie de noticias sueltas que son asimismo significativas. Nos consta que fue tomado y destrozado durante la invasión francesa en unos acontecimientos que el Libro de Actas del Nazareno de 1815 relata así: “El infortunio y catástrofe que había padecido (…) a causa de la invasión del enemigo común, de la tiranía y sus secuaces (…) hasta el extremo de haber hecho en el citado templo y con sus imágenes, terribles catástrofes (…) los más atroces sacrilegios, robos y destrozos, que de sus resultados había quedado (…) en los términos más deplorables…” (5).
Obviamente, estas líneas son explicativas de los daños sufridos y que habrían de ser reparados en los años inmediatos y si no se llevaron a cabo otras fue por que en pocos años, 1836, se decretaría la Desamortización de Mendizábal y la exclaustración de los frailes de modo que la Iglesia de la Victoria hubo de cerrarse. Veamos el Inventario de sus altares de acuerdo al expediente desamortizador: Altar Mayor, Sagrario (con el Nazareno y la Virgen de los Dolores), Altar de San Francisco de Paula, Altar de San Gaspar; otro con Santa Ana con su niña y dos santos pequeños y otro con San José.
La Victoria no se abriría hasta mediados de siglo, cuando por las disposiciones de 1844 y el Concordato entre España y la Santa Sede en 1851, al igual que todos los Templos de los Conventos desamortizados pasó a la propiedad de la Iglesia diocesana que la convirtió en “Auxiliar de Parroquia” pese a que el edificio presentaba ya enormes desperfectos que si bien se intentaron paliar con una obra de emergencia en 1864 (6) no acabó por resolver el problema que se iría agravando con los años hasta el extremo de que apenas veinte años más tarde, 1884, obligaron a cerrarla por un período de 27 años (7) al cabo de los cuales y después de una profunda restauración en la que se llegaría a sustituir toda su cubierta y otras obras menores como el ensolado de todo el templo que hasta entonces tenía una solería de ladrillos rojos cubiertos por esteras y que fueron sustituidos por las lozas hidráulicas blancas y negras que conferían un toque de singularidad a nuestra Iglesia y que estuvieron en uso hasta hace relativamente poco tiempo. Dichas obras fueron sufragadas gracias a las limosnas del Obispo Rancés, de algunos fieles y, sobre todo, a los fondos obtenido de la venta de la antigua Ermita de la Veracruz o Iglesia de la Soledad que fue desacralizada (8) se pudo reabrir al culto, con el nuevo nombre de “Iglesia de San Francisco de Paula” en la tarde del 31 de Diciembre de 1911 cuando el Arcipreste y Párroco de San Jorge, D. Pedro Martínez Machado, la bendijo por delegación del Obispo.
En la relación de altares realizada en 1919 se nos consigna que existe un Altar Mayor así como que en el lado de la Epístola existen la Capilla del Sagrario, en la que también se encuentra el altar de Nuestra Señora de los Dolores, la Gruta de Lourdes y el Altar a Nuestra Señora del Sagrado Corazón, mientras que en el lado del Evangelio se ubican el Altar de San Francisco de Paula, el altar de San José y el de Nuestra Señora del Carmen.
Así pues tenemos que, con la reforma de 1910-1911, desaparecerán altares como los de Santa Ana y San Gaspar y que, en su lugar, aparecerán otros nuevos como la Gruta de Lourdes o los altares de Nuestra Señora del Sagrado Corazón y de Nuestra Señora del Carmen. Aunque lo más importante pasa desapercibido y es que no podemos obviar que cuando se refieren al altar de Nuestra Señora de los Dolores no aluden a que se trata de uno nuevo que había venido a sustituir al existente con anterioridad al inicio de las obras y que ya entonces, como exponemos en otro lugar de esta obra, se encontraba en pésimo estado de conservación, un altar que dicho sea de paso pensamos era el que ocupaba el altar mayor de la Soledad como puede deducirse de la multitud de símbolos que lo pueblan y que hacen referencia a la Veracruz (9), aún más en este momento se producirá también, de la mano de algún carpintero local, la reforma del altar del Nazareno al que añadirán adornos procedentes de restos de altares de Santo Domingo hasta alcanzar un resultado aceptable que, sin embargo, desdice del resto del conjunto de la Iglesia.
En los años 50-60 del pasado siglo XX desaparecerán los altares de fuera de las capillas, es decir los de la Virgen del Sagrado Corazón que se traslada a una peana ubicada en el muro lateral de la Gruta de Lourdes y el de la Virgen del Carmen cuya imagen se trasladaría a la Iglesia de Santiago de Cádiz.
Recientemente, Verano de 2003, a instancias del actual Párroco, Padre Diego Ramírez Pereira, se acometieron nuevamente trabajos de rehabilitación de la Iglesia de la Victoria que consistieron fundamentalmente en la reposición del firme y la sustitución de la antigua solería hidráulica por otra en damero con lozas de mármol blancas y negras, la sustitución de la antigua gruta de Lourdes para evitar humedades y al mismo tiempo, aprovechando la ayuda de la Junta de Andalucía se procedió a restaurar tanto el cancel como la baranda del presbiterio, trabajos acometidos por la restauradora alcalaína Mariola Díaz Pérez

Así las cosas, los altares actuales son:

-El Altar Mayor al que se suele describir como altar de tres calles con la central remarcada por intercolumnios en saliente y con las laterales retranqueadas, es obra del retablista Sebastián de Aguilar y Castañeda como se refleja en el correspondiente contrato suscrito para tal fin entre dicho escultor, residente entonces en Medina quizá por ejecutar en dicha población algún trabajo, y el Vicario Corrector de la Orden de los Mínimos en Alcalá, Fray Antonio Delgado (10) en el que se expresa: ”Hazer y poner en la Iglesia de este Convento, un retablo Mayor pª el Presbiterio, que ocupa todo el testero asta la bóveda, según y conforme está el diseño que tiene en su poder el dho. Dn Sebastián de Aguilar, rubricado por el dho B.P. Corr. y po mí el escno. Guardando todas sus proporciones, de madera de pino de Flandes nueva, con frontal, aunque no está dibujado en el diseño también (de) dha madera; imitando a otra de piedra con los adornos de esculptura según y conforme está dibujado en el diseño también (de) dha madera; imitando a otra de piedra con los adornos de esculptura según y conforme está en el dibujo o diseño, poniendo a los lados del trono de la señora dos Stos. de cuerpo natural, a el lado derecho S. San Miguel, y al izquierdo Sr. San Ydelfonso Arzobispo de Toledo, y en el trono, una Ymagen de Maria SSma colocada en el Camarín, estofada, el Sagrario por dentro dorado, seis candeleros de plan de altar, con sus atriles correspondientes plateados, el camarín de la Sra. Con sus rejas y puertas de cristales de maderas, con un cielo artesonado, cornisas y pilastras, y a de tener dos puertas, la una para subir a dho camarín, y por la otra a el trono alto donde se ha de manifestar la Majestad Sacramentada, cuio trono a de estar dorado por dentro, imitando a tisur, cuio retablo, an ajustado y consertado, para haserlo, en la explicada forma y circunstancia, con el referido, Don Sebastián de Aguilar, quien lo ha de aser poner y colocar en su lugar de su quenta, cargo y riesgo por la cantidad de quince mil rr. v. “

Aunque no lo hemos reflejado al transcribir el documento del que sólo nos ha interesado destacar la exhaustiva descripción que se nos hace del retablo y de las Imágenes que lo componen, también hemos de reseñar que nos da la fecha aproximada del inicio de los trabajos que suponemos inmediata a la firma del contrato a finales 1796 por cuanto que, pese a la amplitud de la obra pretendida ésta se desarrolló con gran celeridad pues apenas ocho meses después ya se encontraba realizada según se deduce de la correspondiente carta de pago y cancelación del contrato firmada por las partes el 13 de Agosto de 1797: “Habiéndose concluido, colocado el retablo, y héchose el pago de su valor arreglado a lo pactado, y obligaciones contraidas respectivamente por la comunidad, y operario en citado contrato, y a voluntad satisfacción de unos y otros (…)”.
Con todo, la documentación precedente no nos aclara si en el mismo contrato se incluye la realización de la imagen de la Virgen o esta existía ya, además tampoco nos aclara, del todo, que la Virgen debía servir de expositor u ostensorio de la Sagrada Forma. Y es que, la referida imagen de la Virgen de la Victoria además de constituir una talla de gran tamaño con más de dos metros de altura está dotada en su base de un mecanismo giratorio que permitía volverla de espaldas al público para que lo que quedase visible a los ojos de los asistentes a la Iglesia fuese un gran sol de 0,68 m. de diámetro, estofado con pan de oro, concebido como ostensorio para la exposición de la Sagrada Forma. Llegados a este punto no podemos menos que exponer que este artificio, muy acorde a la mentalidad de la época del barroco, no nos cuadra ni con el estilo del retablo ni con su época, un neoclasicismo que se despedía ya en los últimos años del siglo XVIII, de modo que ello nos lleva a pensar que la talla de la Virgen sería muy anterior al retablo.

-La Capilla del Sagrario, situada en el brazo del crucero del lado de la Epístola, se encuentra cerrada por una barandilla y en su interior, desde la apertura de la Iglesia en 1682, concentra dos altares, el del frontero, dedicado a Sagrario y con 3 hornacinas, una central ocupada por la Imagen de Jesús Nazareno y dos más pequeñas, una a cada lado, construidas en 1859 para albergar a otras imágenes de la Cofradía: San Juan y la Verónica (11) y que hoy acogen dos tallas de pequeño tamaño, en pasta de madera, que representan al Corazón de Jesús y a la Virgen de Fátima.
Sin embargo, la Imagen interesante es la de Jesús Nazareno, de tamaño mayor que el natural, esbelta, de complexión robusta y con un detallado estudio anatómico en todo el cuerpo que se acrecienta en el tratamiento de la cabeza, manos y pies. En las manos y pies hay un realismo bastante grande, siendo perceptibles tanto las venas y nervios como los músculos que denotan la presión del momento que representan, la tensión y el esfuerzo de Jesús al caminar con la pesada carga de la Cruz.

Pero, como decíamos, destaca en el tratamiento compositivo de la cara: “frente amplia y despejada, enmarcada por la melena, peinada con la raya en medio, descompuesta en gruesos mechones surcados de estrías que le otorgan mayor plasticidad; los ojos oblicuos, de globos abultados y mirada penetrante e introspectiva; la nariz un poco aguileña; los pómulos salientes; las mejillas deprimidas; el surco nasolabial dibujado; el bigote pormenorizado; la boca, de labios carnosos, entreabierta; la mandíbula inferior, de acusado mentón, fuerte; la barba bífida y rizada, con trazos verticales y paralelos en su arranque; las orejas, esquemáticas, asomando entre las guedejas del pelo, el cuello, por lo general, con un doble giro, a la derecha e izquierda, y la tráquea y los músculos esternocleidomastoideos señalados” (12).
Es obra de atribución segura al imaginero José de Montes de Oca y fechable en torno a 1730.
En el testero izquierdo de la Capilla se encuentra el altar de Nuestra Señora de los Dolores al que nos hemos referido en páginas anteriores y que acoge a la Imagen de candelero de la Virgen Cotitular de la Cofradía a la que nos referimos en otro apartado de esta obra.
En el momento de redactar estas líneas se encuentra en proyecto por parte de la Junta de Gobierno de la Cofradía del Nazareno, ubicar en el testero derecho de dicha capilla una Imagen de Jesús Cautivo y Rescatado, vulgarmente conocido como “Medinaceli” que han encargado al joven y prometedor escultor de Mairena del Alcor, Manuel Madroñal Isorna.
-En el otro bazo del crucero, en el del Evangelio, se encuentra el retablo del fundador de la Orden de los Mínimos, San Francisco de Paula, y si el altar en sí reviste cierto interés lo verdaderamente destacable es la imagen del Santo, de candelero para vestir con un rostro y unas manos muy bien ejecutadas y de considerable mérito artístico.
En el mismo lado del Evangelio pero en exigua capilla lateral, que abre sobre la nave central, existe un pequeño retablito de madera, pintado, con hornacina en la que se venera una imagen de candelero para vestir y escasa altura representando a San José, de cierta antigüedad, al parecer de procedencia italiana y con un más que contrastado valor.
Frente a ella, pero en el lado de la epístola, existe otra pequeña capillita que hasta 2003 albergaba la gruta de Lourdes y que ahora, después de retirar la referida gruta, ha dejado a la vista 3 antiguas hornacinas en su testero que junto a las dos pequeñas peanas colocadas en los laterales han permitido acoger a distintas imágenes. En el lateral izquierdo tenemos a la Virgen del Sagrado Corazón, de pasta madera; en el derecho a la Virgen de Lourdes, igualmente de pasta de madera y en el frente, en tres hornacinas excavadas en la pared, se encuentran al centro la Imagen de San Antonio con el niño, procedente de Santo Domingo; a su izquierda, Santo Domingo que suponemos procede del mismo convento y a la derecha, Santa Clara, procedente de la extinguida Capilla del mismo nombre que existió en el actual edificio de la SAFA. Las tres son de regular mérito y precisan una urgente restauración que les devuelva su perdido esplendor.
El conjunto de imágenes de la Iglesia se completa con un Crucificado, colocado sin altar, en el lado de la Epístola, justo al lado de la capilla recordatorio de las Iglesias perdidas. Dicho crucificado que no encontramos en ningún inventario de los consultados, bien pudiera proceder de alguna otra Iglesia, ermita o capilla local y ante ello cabría preguntarse ¿es el Cristo de la Vera Cruz?, ¿es el titular de la Ermita de dicho nombre que se ubicaba en la misma plaza que la Victoria y que se vendió para poder restaurar aquella? Ó ¿Procede de Santo Domingo?. ¿Es el Cristo del Calvario ó el de las Cinco Llagas, ambos de aquella Iglesia?. Aunque, también cabe la posibilidad de que se trate del Cristo de la Misericordia que, como titular de la Cofradía de la Caridad, hasta bien entrado el siglo XX presidía la capilla del “Hospital de Hombres” que fundaran Bartolomé Sánchez y Catalina Aguayo a principios del siglo XV.
Igualmente existen en el templo varios cuadros: uno de ellos, en la capilla del Evangelio, de grandes dimensiones y con cierto interés pictórico, que recoge la escena de la piscina probática; otro, colocado en el Sagrario, representa a San José con el niño, y el tercero, también en la capilla del lado del Evangelio, refleja la escena de un Obispo dando limosna. Y si bien ninguno de ellos se consigna en los inventarios creemos proceden de alguna donación como la que hiciera a la Parroquia el canónigo Yanguas.

4.- El Convento.

Como se apunta en otra parte de esta obra, a mediados del XVI, los frailes mínimos iniciaban la construcción del que sería el definitivo convento de la Victoria y eligieron para ello una extensa porción de terreno que ocuparía como frente desde la actual Iglesia hasta el arco del callejón de la Herrá; como fondo, todo el del tramo de calle existente entre dicho arco y la esquina que la separa de la actual Plaza de Jesús Nazareno. La actual calle Peñuela surgirá a raíz de que distintas viviendas se adosasen a la trasera del convento y debe su nombre a la Peña o peñuela arenisca allí existente y sobre la que asientan el altar mayor de la Iglesia (de ahí la elevación de éste sobre 8 escalones).
De esa extensa porción de terreno, la mayor parte la ocuparían el claustro y otras dependencias de los frailes, además de un pequeño huerto en su parte trasera.
Así pues, puede decirse que el convento configuró, urbanísticamente toda esta zona, por cuanto que su fachada principal constituye la Alameda pero es que además sus muros serán fachadas de las calles José Tizón y Peñuela.

Todo el convento estará constituido por dos plantas: baja y primera, que se cubren por tejado a dos aguas, a la andaluza, con teja curva alcalaína, desgraciadamente suprimidas en la última restauración del edificio y que habría que volver a colocar. El conjunto de dependencias, se distribuirían en torno al claustro, al que se accedería directamente desde la Alameda, por una portada que habría de estar ubicada en lo que, actualmente, es la confitería de Yolanda Moreno.
El claustro responde al estilo habitual de estas dependencias monacales: pequeño huerto-jardín rodeado de corredores porticados que, en nuestro caso, se configuran por 3 arcos de medio punto a cada lado. Sobre el claustro encontramos edificados tres de sus cuatro lados mientras que el restante, el contiguo a la Iglesia y que sirve de entrada al coro, se ocupa por una pequeña azotea que tiene acceso tanto desde el interior del templo como desde el resto de las dependencias de la planta superior del citado claustro.
En la planta baja y en el muro este, el contiguo a la Iglesia, se abren dos puertas, una pequeña, en la confluencia de los muros este y norte, que constituye el acceso actual al claustro y otra, contigua a esta, de mayores proporciones que permite la entrada al templo desde el patio. En el muro sur, también, se abren otras dos pequeñas puertas, una que da acceso al despacho del párroco, a la sacristía y a través de esta o bien al patio trasero en el que se encuentra la Casa Hermandad del Nazareno o bien a la Iglesia; mientras que la otra puerta permite la entrada al archivo y al salón de Cáritas parroquial desde el que también es posible acceder a la Casa Hermandad del Nazareno.
En el muro oeste se abren también dos puertas, en este caso gemelas, simétricas y cimeradas por arcos de medio punto, que sirven de entrada a las escaleras de acceso a la planta superior.
En la actualidad el muro norte no tiene ninguna puerta aunque, como queda dicho, en origen debió albergar la portada principal de acceso al convento.
La planta superior, lo que antaño tuvieron que ser las dependencias-celdas de los frailes, son en la actualidad la vivienda del párroco, el salón de actos y las salas de reuniones para las distintas catequesis. En definitiva, una adecuada conversión del antiguo convento en complejo parroquial.
Para concluir nuestra descripción del convento, nos referiremos a la fachada de la Iglesia y a su espadaña-campanario. La fachada es muy simple, de mampostería, simulando sillares trabajados y cubierta toda ella por un revoco de cal. La uniformidad sólo se rompe por el arco rebajado que cobija la puerta principal y en la parte superior de la fachada, por un rosetón acristalado. Edificada sobre la parte superior de la esquina de la fachada principal se encuentra la espadaña-campanario, de bellas formas y blanca de cal que si bien tiene tres huecos para campanas sólo alberga dos porque el superior se encuentra vacío.(14)

5.- La Vida Conventual.

Las noticias existentes sobre la vida conventual son breves, pero intentaremos hacer una aproximación a la misma.
Los primeros datos de que disponemos, proceden del Catastro del Marqués de la Ensenada (13) y nos dirá “(Convento) de Nuestro Padre San Francisco, su vocación de Consolación, consistente en doze religiosos”, mientras que Fernando Toscano, en su obra sobre Sainz de Andino (15) agrega: “Desde su origen, los religiosos conectaron con el pueblo en abnegado servicio espiritual, siendo varios los hijos de Alcalá que vistieron el hábito, allí mismo (…) Los religiosos facilitaban por norma los predicadores cuaresmales y tuvieron, también desde el principio, un maestro de primeras letras que enseñaban gratuitamente a los niños varones, y desde 1757, otro profesor de gramática y Latinidad para los vecinos, siempre sin cobro alguno. Un Padre Corrector y otros ocho o diez religiosos, entre sacerdotes y legos, completaban aquella comunidad, austera y caritativa por expresión imperativa de su Regla. Tal vez Sáinz llegara a alcanzar allí a Fray Francisco de Viera, lego, hermano de Diego Bonifacio (llamado Angel) fundador del Beaterio”.
Nos consta que estas clases de gramática (primeras letras) y latinidad prosiguieron impartiéndose en la Victoria hasta su extinción, si bien sufrieron las vaivenes propios del convento, así cuando la invasión francesa (momento en que el número de frailes era de siete) quedaron suspendidas, así como en 1822 en que temporalmente estuvo cerrado, reiniciándose en 1824 hasta la exclaustración definitiva en 1835 en que la desamortización de Mendizábal cierra el convento invocándose el bajo número de religiosos, (cinco), como causa de la misma. De cualquier forma esto no supondría que el edificio del antiguo convento dejase de tener un uso educativo ya que como el inmueble no se pudo vender en su totalidad y lo que quedó de este junto con el templo pasaron a manos de la Iglesia diocesana, esta previo acuerdo con el Ayuntamiento que la acogió bajo su dirección y tutela, destinó el edificio a escuela según se recoge tanto en las actas capitulares como nos expresa Madoz en su Diccionario: “el Convento de Mínimos, cuando la supresión constaba de cinco religiosos y en el día sirve el edificio de escuela de primera educación”.
Una función que puede decirse que no ha perdido, pues la Parroquia, hoy prácticamente centralizada, en su funcionamiento habitual, en la Victoria, mantiene en estas dependencias, aulas que si bien no son de primeras letras, si tienden a otros conocimientos.



Gabriel Almagro Montes de Oca
Ismael Almagro Montes de Oca
Jaime Guerra Martínez




NOTAS:
(1) M. BUENO LOZANO, “El porqué de la Victoria”, en Apuntes Históricos, ed. del Ayuntamiento de Alcalá de los Gazules. , 1994.
(2) Advocación que, por el contrario, si encontramos en el otro convento alcalaíno, en el dominico de las Sagradas Llagas y Santo Domingo. Aunque también es cierto que, a principios del siglo XX, tras la reforma de la Iglesia de la Victoria concluida en 1910, se coloca en una mesa del Coro, una Imagen de Nuestra Señora de la Consolación que desconocemos si era originaria de la misma Iglesia o si, como nos tememos, era la que existía en Santo Domingo y que, como otros muchos enseres fue trasladada a la Victoria. Por las indicaciones que tenemos, esta Imagen es la que se encuentra actualmente en el altar del Sagrario de la Parroquia a la que, quizás por error, se le llama hoy como “Nuestra Señora del Rosario”.
(3) De este hecho derivaría que al nuevo barrio que se estaba gestando junto a la Ermita se le diferenciase ya de la Mancebía y empezase a llamársele con el nombre del Santo que sin serlo se erigió en titular de la referida Iglesia.
(4) Aún cuando no tenemos datos que nos indiquen las fechas de inicio y fin de las obras, estamos en condiciones de afirmar que el edificio es del siglo XVII porque su Iglesia se abrió al culto en Agosto de 1682, como se expone en otro lugar de esta obra, después de que los frailes se trasladasen a ella precedidos del Santísimo Sacramento y de todas las Imágenes de que disponían en su primitivo emplazamiento. De modo que para dicha fecha, lógicamente, la Iglesia debería estar terminada por mucho que aún pudieran restar zonas del convento sin concluir.
(5) G. ALMAGRO MONTES DE OCA, “Nazareno Peregrino” en Nazareno, Boletín de la Semana Santa Alcalaína, edición de la cofradía, 1989
(6) Nos consta que la primera vez que nuestra Cofradía hubo de abandonar la Iglesia de la Victoria ante el estado de ruina que presentaba el edificio fue el 20 de Marzo de 1864 que desde el día siguiente y durante casi un año estaría en obras pues no se reabrió al culto hasta el 22 de Febrero de 1865.
(7) Desde principios de 1884 a Diciembre de 1911
(8) La primitiva ermita de la Veracruz a la que en el siglo XIX dieron en llamar “Iglesia de la Soledad” jugó un papel importante durante todo el tiempo en que la Victoria estuvo cerrada tanto porque suplió su papel en la tarea de atender a los fieles de toda la zona baja de la ciudad como porque se constituyó en sede de la cofradía del Nazareno, la única radicada en la Victoria. Sin embargo para salvar a la Victoria los regidores de la Diócesis decidieron que la Soledad fuese desacralizada y vendida al mejor postor para que la destinasen al uso civil, siendo así como desde entonces hasta hoy, el edificio ha sido destinado a los más diversos usos, desde cine y teatro ocasional en sus primeros años hasta bar durante un período largo de años en los que tuvo distintos nombres y regidores de entre los que destaca la época en que fue llamado “La Cervecería” y estuvo regentado por un hermano del Alcalde Sandoval más aficionado a los libros que al negocio de la hostelería, aunque la inmensa mayoría de los que leen estas líneas lo recordarán como“Radio Hogar”, la tienda de electrodomésticos de un entrañable nazarenista y colaborador siempre dispuesto a cuanto se le demandase como fue Diego Romero. Sin embargo, en el momento de escribir estas líneas se trabaja para conseguir su rehabilitación con destino al mejor de los usos que puede tener el inmueble: Centro de Día y Equipamiento para la Tercera Edad.
(9) ¿Es el altar que el prestigioso retablista jerezano Andrés Benítez realizó para la Soledad?. Caso de ser así sería la única obra conservada en nuestro pueblo de las que el afamado escultor tallará para la población ya que si bien el altar mayor de Santa Clara era obra suya este, desgraciadamente, se desmontó y sus piezas se disgregaron entre distintos particulares.
(10) Cfr: F. TOSCANO DE PUELLES, “El Retablo Mayor de la Victoria” en Gazules, revista local, Julio de 1985.
(11) En sesión celebrada por la Junta de Gobierno de nuestra Cofradía el 4 de Octubre de 1859 se acuerda que, en la próxima visita del Obispo, se le pidiesen las maderas existentes en los corrales y habitaciones inmundas del extinguido convento de Santo Domingo a fin de utilizarlas para ensanchar el retablo del Nazareno, al que se le pensaban agregar dos hornacinas laterales en las que ubicar las imágenes de San Juan y la Verónica y evitar así los desperfectos que se les ocasionaban a estas en el local en que normalmente se guardaban.
(12) J. GONZALEZ ISIDORO, “El Ecce Homo de la Iglesia de San Pablo”, en Boletín del Museo de Cádiz, III, 1981, pags. 103-104.
(13) Para dicho catastro, realizado en toda España a mediados del siglo XVIII, existe un pequeño estudio para el caso concreto de Alcalá: ALMAGRO GUERRERO, G y GUERRERO MARIN F. “Alcalá en los siglos XVIII y XIX” en Apuntes… edición de 1992.
(14) En relación a las campanas hemos de reseñar que sólo tenemos noticias de una de ellas y dicha noticia aparece en el Libro de cuentas de 1868 en el que se consignan varios gastos sobre el particular, por una parte 32,50 reales por el traslado de la misma hasta Medina donde se pretendían acometer los trabajos; 470 reales por dicha refundición; 84 reales que importó el retorno de la campana y 45 reales que se abonaron al que volvió a colocarla en la espadaña.
(15) F. TOSCANO, “Sainz de Andino. El Hacedor de Leyes”. Cádiz, 1987. págs. 52-54.

0 comentarios:

El tiempo que hará...