miércoles, 14 de julio de 2010

EVOCACIONES ALCALAÍNAS

46.- ARTESANOS DE ALCALÁ


En aquellos años, en Alcalá abundaban los artesanos. Todavía hoy quedan algunas personas que por inclinación y gusto ejercen la artesanía. Lo hacen, más que para vivir de ella, para solazarse y ejercer su creatividad. El artesanado era la clase social constituido por los artesanos, personas que ejercitaban un oficio, actividad industrial o arte. En la actualidad, se distinguen con este nombre los que fabrican por su cuenta objetos domésticos o los que les imprimen un sello personal a diferencia de los en serie.

Entre todos ellos destacan los maestros carpinteros, que venían a ser los más necesarios, tanto para la construcción de viviendas, como para la fabricación de mobiliario. Instrumentos para la labranza y carros y carretas para el transporte. Dicen que el primer rayo de inteligencia de los homínidos no vino por el cerebro, sino por las manos. Por eso, los carpinteros eran personas bien consideradas por todos, no sólo por su arte especial para transformar la madera, sino por el desarrollo de su inteligencia.

El elenco de artesanos y profesiones de Alcalá lo elaboró, hace ya algunos años, nuestro paisano Juan Romero Mejías. Reconocemos su esfuerzo y aportación para evocar a los artesanos y a todas aquellas personas que se dedicaron a profesiones y actividades artesanales. No obstante, hemos añadido algunas que han acudido a nuestra memoria.

Aechador.- El aechador o ahechador era un trabajador agrícola que aventaba, limpiaba con harnero o cribaba el grano trillado; es decir, un hombre especializado en limpiar las mieses, cereales y legumbres secas. Cuenta Romero Mejías que había una familia en Alcalá, apellidada “Perea”, que se dedicaba en la recolección a esta tarea. Vivía en la plaza del Collado o sus alrededores. Pero, en general, en todos los cortijos tenían un aechador.

Afilador.- El afilador era un artesano que, sirviéndose de una muela accionada mediante un pedal o mecánicamente, afilaba los útiles o utensilios cortantes o punzantes. Su presencia en el pueblo era inconfundible. Venía en bicicleta y tocaba una flauta en forma de petaca, pasándola por los labios varias veces y haciendo sonar su escala musical. Inmediatamente, aparecían las amas de casa y rodeaban al afilador con sus cuchillos, tijeras y utensilios cortantes. Esta profesión no existía en Alcalá, pero venía con frecuencia Emilio Gallego, un afilador que hacía elrecorrido de Alcalá-

Paterna-Medina-Benalup-Alcalá. La tertulia de afilador y su clientela femenina constituía una estampa costumbrista de aquellos tiempos.

Aguador.- Hasta la década de los 40, el agua la distribuían una serie de personas que tenían el oficio de llevar y vender agua. La transportaban en unos borriquillos con un serón para cuatro cántaros. Según Sánchez del Arco, en Alcalá había varias fuentes, donde se surtían los aguadores: Los pozos de arriba, de en medio y de abajo; lafuente de la Alameda, en la salida de la calle Los Pozos; la de las Viñas, en la vereda del valle; la del Pilar del valle inmediata a la anterior; la del Rabilero en el arroyo de Lerma, y la fuente de la Salada en la cuesta del mismo nombre. Los aguadores eran tan populares que Velázquez le dedicó su mejor lienzo de la época sevillana del pintor, titulado “El aguador de Sevilla”.

La primera aguada de Alcalá surge en 1877, con las aguas potables del nacimiento de los Regajales. Las obras fueron proyectadas por don Salvador Cerón y ejecutadas por don Guillermo Cooke. El propietario de las aguas era don Pedro Montes de Oca. El agua corriente no llegó a Alcalá hasta la década del 40; concretamente, en 1942. Se procedió a la canalización de las aguas procedentes del Chorreadero hasta la Ciudad. Se recogían en dos depósitos construidos sobre los restos del castillo.

Aparadores.- Los “aparadores” eran escasos y existían en distintos gremios: en zapatería, los que cosían las diferentes partes o piezas que integraban un modelo o tipo de calzado; en carpintería, los que igualaban con la azuela tablas o tablones enlazados, para que el conjunto formara una sola pieza; en agricultura, los que daban la segunda labor de arado a los campos cuando las plantas se encuentran ya algo crecidas. Según J. Romero Mejías, sólo había una zapatería en Alcalá que aparaba artísticamente el calzado, la de Sebastiana Reyes Quirós, a la que él llamaba “Tía Sebastiana”, por ser prima de su madre. Debía ser una extraordinaria profesional, ya que zapaterías acreditadas en Cádiz y Algeciras le encargaban trabajos a medida.

Arrieros.- La palabra “arriero” es originaria de “arre”, expresión popular que utilizaban los que trajinaban con las bestias de carga.De ahí surgió también “arriería”, oficio de los arrieros. Antonio Machado decía: “Con sus machos,/abrumados de capachos/van gañanes y arrieros.” Las veredas, cañadas y caminos de Alcalá fueron abiertos por los arrieros en su necesidad de acortar caminos. Tienen siglos de existencia y están llenos de aventuras y sucesos. Romero Mejías dice: “Hay que dar gracias a Dios, por la desaparición de este desgraciado gremio, la dedicación más cruel, sufrida, penosa y esclavizada que existía. Trabajaban más de quince horas diarias, sin descanso semanal ni festivo, sin vacaciones; nada de nada.”

Barberos.- Uno de los gremios más populares y a bundante era el de barbero. Tienen por oficio afeitar y cortar los cabellos. A través de los tiempos ha tenido muchos sinónimos: rapabarbas, rapador, rapista, Fígaro y, el más refinado, peluquero. Por aquellos años, el barbero hacía de sacamuelas y de sangrista. Los mismos médicos dejaban en manos de los barberos algunas actividades poco peligrosas. Eran corrientes los cortes que aquellas viejas navajas producían. Pero los barberos tenían piedras y minerales para cortar la sangre y otros pequeños accidentes. Según Romero Mejías, los barberos más antiguos de Alcalá eran Maestro Mediano, Bartolo, Juan Caballero, Siles, Cabrera, Vallejo, Piñero, Salcedo, hermanos Valle, Moragas, Juanito y Manolo “El Confitero”, que emigró a Barbate. Era normal que estas profesiones fueran heredadas por hijos y nietos.

Basurero.- El nombre se emplea para la persona que recoge la basura y para topónimo del lugar donde se recoge la basura. Que yo recuerde, en Alcalá sólo había un basurero, Antonio Rengel, que daba un repaso al pueblo cada cierto tiempo, acompañado del carrillo y de la escoba que él mismo hacía de retamas. Limpiaba, sobre todo, los sitios más frecuentados. En realidad, la limpieza de las calles la realizaban las vecinas, que tenían a gala tenerlas tan limpias como patenas y tan blancas como el alba. Nunca me quedé con el nombre del basurero, porque todo el mundo lo denominaba por el oficio.

Caleros.- La calera era la cantera que daba piedra caliza. Los términos de Alcalá eran muy ricos en caleras. Tenían un horno donde se calcinaba la piedra. Calero era la persona que extraía la piedra para extraer la cal y el que la quemaba en la calera. Todo el mundo utilizaba la cal para blanquear las casas y los patios de flores. Pero decían que la cal tenía otra propiedad; era antiséptica, porque desinfectaba los lugares donde se aplicaba. En aquellos tiempos de epidemias contagiosas, hasta las iglesias de piedra se encalaban para proteger a las personas de enfermedades. La ruta de los pueblos blancos, en la serranía gaditana, se ufana de irradiar destellos de rayos solares al reflejarse sobre las paredes. Pero, sin duda, el más blanco en su casco antiguo es Alcalá. Y debería seguir siéndolo en el futuro.

Canillero.- Eran las personas que tenían por oficio hacer canillas para sacar el líquido de la cuba o del barril. Romero Mejías dice que había una persona en Alcalá, llamado José Montes de Oca, “Pepe Canilla”, que se dedicaba a este oficio y vendía las canillas en Jerez, en Chiclana, en El Puerto y en toda la zona vinatera del marco. Tenía gran habilidad para hacer estos instrumentos en madera de abedul, hirviéndola en anilina para darle un aspecto similar a la caoba, dejándole sólo en su color de la madera la llave de la canilla. El utensilio es hasta el presente el más indicado desalojar el vino de los barriles y de las cubas.

Carboneros.- El tema del carbón y los carboneros lo hemos tratado con más amplitud en la evocación nº 39. No obstante, recordamos que había muchos en Alcalá, porque constituía una fuente de trabajo durante los meses más escasos de actividad laboral. Era, además el único combustible doméstico al alcance de todas las familias, que Alcalá exportaba incluso a la Bahía gaditana. Los más conocidos eran “Los Cantúos”, “Los Roncos”, “Los Tuburones”, “Los Perol”, “Los Tizón”, “Los Petronilos” y “Los Mena”.

Carpintero basto.- El carpintero basto era imprescindible para un pueblo agrícola y ganadero como Alcalá. Fabricaban carros, carretas, bandejas y otros aperos de labranza como arados, yugos, bieldos, angarillas, parihuelas, andoques

, aguaderas, vigas y suelos... y todo en madera autóctona de Alcalá. La carpintería es el taller o lugar donde trabaja el carpintero. Había también carpinteros de blanco, que hacían mesas, bancos, sillas, pupitres... Y carpinteros de ribera o calafate, que trabajaba la madera para hacer barcas, calafatear junturas y reparar naves de poca monta. Romero Mejías recuerda a los Hermanos Barea –José y Juan-, con taller en la calle de la Salada, cerca de la fuente. Por los campos trabajaban Duarte, Blanco, Lozano y otros.

Carpintero fino o ebanista.- El ebanista es un carpintero fino, o sea, de trabajos delicados. Trabajaba en su taller o ebanistería, donde tenía sus variadísimas herramientas, instrumentos esenciales para sus trabajos. El nombre viene de un árbol llamado “ébano”, estimado por su madera rara y preciosa, que se empleaba antiguamente para mobiliario y objetos de lujo. En el Renacimiento y el Barroco eran frecuentes los muebles enchapados en ébano, sobre todo escritorios y bargueños (mueble de muchos cajones adornados con figuras). Eran famososen Alcalá los Hermanos Barea, José y Juan y Francisco Díaz Rodríguez. De Cádiz y de Jerez venían anticuarios buscando muebles de ebanistas antiguos, los cuales tenían gran valor.

Carreteros.- Los carpinteros dedicados a fabricar carretas, carros, bandejas y remolques de tiro animal se denominaban carreteros. Actualmente han desaparecido, porque se construyen en talleres dedicados a construir vehículos de transporte y automoción. Romero Mejías recuerda a Juan Rodríguez Romero que tenía cuatro carros dedicados al transporte entre Alcalá y Cádiz, que conducían cada uno de sus hijos. Había otros, como los de Cristobalina Pacheco, García, Capacha, Torres (Penita), Juan González (Parrita) y otros. El último carretero que conoció fue Jeromo, un hombre pintoresco y una gran persona.

Cedaceros.- El oficio de cedacero era un auténtico arte. Un buen cedazo era fundamental para una buena criba. En el pueblo ostentaba esta artesanía “Joselito el Ceacero”, el único que quedaba –dice Romero Mejías-. Tenía el taller en la calle Nuestra Señora de los Santos, frente a la Talabartería que había más abajo del café Arroyo. Iniciaba su labor seando y curtiendo la piel de cabra, que utilizaba para la malla del futuro cedazo o criba. Una vez seca, la “calaba”, más o menos tupida, según el grano a que iba destinada. El calado lo hacía sin molde ni plantilla, sólo utilizando su imaginación y su destreza. Configuraba dibujos artísticos, que representaba soles, estrellas y otras figuras, utilizando el botador y un martillo sobre un tronco de madera que le servía de banco de trabajo.

Dornillero.- El dornillero era el que hacía dornillos. El dornillo era una especie de hortera o escudilla de palo, de cuya madera salía el dornajo para hacer el gazpacho. En las cuadrillas de trabajadores del campo, se le daba también el nombre de dornillero al encargado de hacer el gazpacho. En Alcalá, el dornillo sigue teniendo vigencia tanto en verano, para el gazpacho fresco, como en otras épocas del año, para el gazpacho caliente. De ahí que todavía hay excelentes dornilleros en Alcalá.

Escobero.- Los escoberos eran personas que se dedicaban a hacer y vender escobas. En cualquier campo de Alcalá se encontraba excelente materia prima para hacerlas: palmas, ramas flexibles o de diversos filamentos, que se ataban al extremo de un palo o caña. Tenían poco valor y casi todo el mundo sabía hacer y vender una escoba. Había muchos tipos de escoba, pero las dos más utilizadas eran la casera y la de caballeriza, que se hacía con ramas de tamujo. Había un hombre mayor, soltero, bajito y de pelo rubio que le pedía permiso al padre Manuel par

a irse a Santo Domingo a hacer escobas. El padre Manuel siempre se lo concedía, porque era el único trabajo que podía hacer.

Esquilador.- Es la persona que esquila, es decir, que corta el pelo, vellón o lana de los animales en el esquiladero. Después la estibaban, es decir, la apretaban y ensacaban. Esquila era la campanilla que llevaban los animales para que no se perdieran. En Alcalá es curioso que el único esquilador que había le llamaban “El Raspa”. Era un auténtico artista y le gustaba dibujar figuras ingeniosas – peces, aves, lunas- con gran habilidad en la culata de las caballerías.

Estibador.- Es la persona que estiba, o sea, que ordena, aprieta y ensaca las cosas para empaquetarlas, cargarlas y transportarlas. La estibadora es el aparato que permite colocar cargas de formas regulares, unas encimas de otras o en varios niveles. En el nº 44 de personas populares de Alcalá destacamos a Pantaoveja y Virulento, que eran dos forzados estibadores que tenían fama y gran popularidad. Trabajaban como bestias y comían como animales.

Forjadores o herreros.- Son personas que se dedican a la forja de metales, dando forma a los calentados al rojo mediante martillos y prensas. Romero Mejías distingue dos talleres importantes y tres excelentes artistas forjadores en aquel Alcalá: Juan José, su hermano Manolito y José Gutiérrez. Juan José se ubicaba en el callejó

n de la Herrá, donde estaba el bar “Las Tres Salidas”; y el segundo, en Santo Domingo, donde estuvo el “Vigonia”. Asegura que los trabajos en forja eran auténticas obras de arte, así como las herramientas agrícolas que hacían, potentes y duraderas. Juan José era el padre del “Lili”, y Manolito, el de Juan Panera. Existió una fragua de gitanos cuyo patriarca era Sebastián Monge “El Cuco”, situada en la calle de La Salada, cerca de la fuente. Trabajaban trevedes, parrillas, anafes, badilas, tenacillas, zoletas y escardillos. Añade Romero Mejías que, al morir “El Cuco”, su hijo Sebastián se quedó con la fragua, y Antonio se fue a San Fernando donde lo continuó. De allí saldría el mundialmente conocido “Camarón de la Isla”.

Herradores.- Son las personas que tienen por oficio herrar animales cuadrúpedos. Tenían gran importancia cuando los vehículos de personas y transportes eran de tracción animal. Ellos mismos fabricaban las herraduras y las acomodaban a las pezuñas de los caballos, mulas, bueyes, asnos... De ahí surgieron los caminos llamados de herradura. En Alcalá había dos herrerías, la del Maestro Cerdero y la de Antonio Romero. Ambas formaron buenos oficiales que continuaron y aún viven algunos en pueblos vecinos. La profesión va en decadencia, pero se mantiene en el Ejército y en las yeguadas de cuadras de raza.

Hojalateros o lateros.- Hojalateros había muchos en Alcalá. Eran personas que se dedicaban a hacer piezas de hojalata. Eran muy comunes tener en las casas jarrillos de mano o jarro de lata con una cogida para beber agua, tomar café ycualquier otra bebida. Eran muy útiles, hasta el punto que había un dicho popular que decía: “Eres más apañao que un jarrillo de lata”. Pero los hojalateros se dedicaban sobre todo a elaborar medidas de capacidad: litro, medios, cuartillos y panillas; cántaras para la leche y aceiteras, embudos y arcuzas. Eran célebres dos hermanos hojalateros, Alfonso y Pepe. El último fue Ramón “El Latero”, a quien Francisco Gil García le dedicó un hermoso poema, con motivo de su muerte. Y Rosi, que dedicaba a restañar las roturas para evitar las salidas de los líquidos.

Hortelanos.- Son personas que tienen por oficio cuidar y cultivar huertas. A. Machado diría: “Hortelano es mi amante,/tiene su huerto/ en la tierra de Soria.” De huerto se deriva hortaliza, verduras y demás plantas comestibles que se cu

ltivan en las huertas. Son excelentes fuentes de minerales y vitaminas. Romero Mejías dice que en Alcalá había muchas huertas: Chica, En medio, Sargento, Grande, Canto, Quiñónez, María la Viuda, Gallo, Muñoz, Simón, Delgado...Todas ellas situadas en la ribera del Rocinejo. Además, estaban las del Esparragal, Chorradero, Azuda, Los Regajales y Salada. Pero había muchos más hortelanos: “Joselito el de Petra”, Hormigo, Los Hermanos Portugueses, Correro, Hita, Vitorio Páez, Grimaldi, Pizarro, Simón... En cualquier rincón se apañaba un huertecillo. También había muchos huertos: el de Esquivias, Barroso, Pico del Campo, Pepe Luis, Grimaldi, Pizarro, Sandoval, Pepe Domínguez, Leveque, Garrobo, Cementerio, Egido del jefe, del Zurdo, del Pozo Abajo y Matagatos.

Lañador.- Este oficio no existía en Alcalá pero, cada cierto tiempo, aparecía un hombre forastero, al que llamaban “el lañador” y que se anunciaba mediante una trompetilla. Se dedicaba a componer con lañas (grapas) recipientes de loza o de barro cocido. En todas las casas había muchos de estos recipientes: tinajas, cántaros, botijos, soperas, ensaladeras, vasos... Los trozos rotos quedaban perfectamente unidos con las lañas, sin que disimularan las uniones.

Molineros de Aceitunas.- Molineros, en general, eran las personas que tenían a su cargo un molino o que trabajaban en él. Las fábricas o molinos de aceite eran los que convertían las aceitunas en el precioso óleo. Según Romero Mejías, el más antiguo de Alcalá era el de “El Chirri”, que trabajaba en el molino de Pajarete. Otros molinos eran el de los Frailes y el de Serrano en Cabeza Redonda. Posteriormente, se abrieron los de Agustín Pérez Macías y el de Pepe Romero Romero, en la zona conocida por Caracena.

Molineros de Trigo.- Molineros de trigo había muchos: el de la familia de la Jara, el de Alex, la de Acedo, Patricio, Benítez –conocido por el Zorro-, Romero, Ordóñez, hermanos Ruiz –Calores-. Y molinos muchos más: Perdido, Nuevo, Halcón, Cárdenas, El Acebuchal, El Nogal, El Olivar, Castro Arriba, Castro Abajo, La Milneta, Los Espartiores o Repartidores, El Canto, La Chiva, La Llave, La Manecha, San Jorge, San Francisco y El Prado. Más modernamente, se montó la Fábrica Nuestra Señora de los Santos y el de los Hermanos Romero en el Prado. En tiempos de sementera, molían también, granos para las yuntas.

Parederos.- Eran hombres que se dedicabana hacer paredes de piedras secas para marcar las lindes de los campos. Dice Romero Mejías que esta especialidad la cultivaba una familia de apellido Delgado, padre de Delgado Carrasco, colaborador de “Apuntes Históricos de Alcalá.” También Gabriel Camacho Pérez, con sus hijos Juan y Antonio, abuelo y tíos de Andrés Moreno Camacho.

Parteras.- Eran mujeres que tenían por inclinación y práctica asistir a las parturientas. Su asistencia era muy solicitada, ya que era de toda importancia para las familias. En Alcalá, en mis tiempos, sólo había una, doña María Ulloa. La gente la respetaba como si tuviera manos de santa. Por añadidura, tenía mucha experiencia, lo hacía muy bien y era generosa. Casi medio pueblo había pasado por las manos de doña María. Se le dedicó el rótulo de una calle para agradecer su entrega a esta humanitaria actividad.

Piareros.- Cuando no había medios de locomoción. Por aquella época, había dos piareros: uno era Antonio Lozano, y otro, un tratante a quien llamaban “El Pichorto”. El ganado se trasladaba a pie por las veredas de la carne o vías pecuarias. Desde Alcalá, llegaban a Jerez, a Sevilla y hasta Valencia. Uno de los marchantes más importantes era Cucarella, un valenciano que se afincó después en la provincia.

Poceros.- Eran hombres que se dedicaban a hacer pozos, limpiarlos o trabajar en ellos. Había que tener cierta intuición para detectar las capas freáticas y dar con el agua. Algunas personas tenían esa habilidad y se valían pertrechados de un péndulo que se movía cuando descubría una vena de agua. Hacían el pozo exactame

nte donde se encontraba el agua. Estos trabajos los realizaban dos hermanos que se apellidaban Armario y le decían “Los Canarios”. Se dedicaban también a hacer ladrillos.

Practicantes.- Los practicantes eran personas que, por su experiencia e inclinación, ponían inyecciones a los enfermos y aconsejaban algunos remedios y medicinas en los accidentes o dolencias de poca importancia. De ahí le venía el nombre, como sucedió con “las parteras”. Después llegó a ser una profesión y había que pasar por un examen para ejercer esta actividad. Entonces se llamó ATS (Asistente Técnico Sanitario); después se llamaron, simplemente, “Enfermeros”; y ahora se llaman DUE (Diplomado Universitario de Enfermería). Uno de los más conocidos de aquella época era Don Narciso, que fue muchos años ATS de Alcalá. Después pasó a su hijo Juan Romero Herrera. Ambos eran excelentes profesionales y habría que decir que curaban más con su palabra que con medicinas. Además de la técnica, utilizaban “los avisos”, casa por casa, para prevenir más que para curar. Su visita daba esperanza, confianza en la medicina aconsejada y fe en la Virgen de los Santos. Ambos ya han muerto, pero permanecen en la memoria del pueblo de Alcalá.

Romaneros.- El romanero era el fiel de romana, tipo de balanza de brazos desiguales. Estos hombres hacían romana, es decir, equilibraban o contrapesaban una cosa con otra. Había uno en Alcalá de apellido Márquez que, según Romero Mejías, provenía de los Márquez actuales de Alcalá. La romana acompañaba a casi todos los vendedores. Hoy ha desaparecido, porque hay medidas más cómoda y fiel para averiguar los pesos.

Segadores.- Eran las personas que tenían por oficio segar los cereales. Se sabía que había llegado el momento de la siega cuando el grano ya no se aplasta al apretarlo entre los dedos. García Lorca decía: “No hay alegría como la de los campos en esta época. Ayer de mañana llegaron los segadores.” Cuando la mies estaba en su punto, allá por junio, llegaban los portugueses a los campos de la campiña deJerez. Pero en Alcalá abundaban los buenos segadores y tenían tarea para un par de meses. Hoy las máquinas segadoras hacen a un tiempo la siega y los acondicionamientos de los forrajes.

Silleros.- Se dedicaban a hacer, vender o arreglar sillas. En Alcalá había dos hermanos que se apellidaban Atienza y vivían en la calle de Enmedio, donde tenían también el taller. Hacían sillas y taburetes con madera de adelfa y los asientos de anea. Actualmente, ha desaparecido esta profesión, porque las fábricas las hacer con mayor rapidez y menos trabajo.

Talabarteros.- Eran las personas que fabricaban guarniciones para caballerías y reparaban almohadillas para silletas, rodilleras, cabestros de cuero, guías, cinturones... En Alcalá había tres, aunque derivaron a guarnicioneros, ya que los animales de tiro han quedados pocos.

Tejeros.- Eran personas que se dedicaban a fabricar tejas y ladrillos. El lugar donde cocían el material y lo enfriaban se llamaba tejar. Este oficio lo desempeñaba un hombre al que llamaban “El Sordo Perea”. Tenía la alfarería en uno de los ojos ciegos del puente del Prado y vivía allí mismo.

Torneros de madera.- Era el obrero que trabajaba en el torno y tenía a su cargo el manejo del mismo, aunque en general todos los carpinteros usaban el torno. Uno de los más expertos torneros de Alcalá era conocido por “Diego el Tornero”, un auténtico artista en su género. Emigró a Cádiz y cuenta Romero Mejías que, en el Taller de Campe donde pidió trabajo, le exigieron una demostración de su oficio. Diego dijo: “Ponga a su mejor tornero que haga un trabajo; yo me coloco frente a él y hago el mismo trabajo pero al revés.” Al terminar el trabajo, Diego había conseguido una pieza idéntica ante el asombro de los profesionales. Otro gran tornero, José Herrera Otero, era un alcalaíno que emigró a Algeciras y hacía maravillas con el torno.

Tratantes.- Eran personas que se dedicaban a la compra y venta de ganado, de granos, de viviendas y, en general, a la trata de géneros. En aquella época había algunos muy célebres en Alcalá, casi todos de raza gitana. Era una habilidad para el tira y afloja entre el comprador y el vendedor. Al final, el tratante cortaba el trato con su palabra convenciendo a ambos de que se habían favorecido con la operación.

Veloneros.- Eran las personas que hacían o vendían velones. El velón era una lámpara metálica de aceite, compuesta de un depósito con uno o varios picos tubulares por los que pasa la mecha o torcida, provista de una pantalla de metal. Eran muy útiles en aquellos años. A Alcalá venían desde Lucena (Córdoba). Era una visita anual. Anunciaban su presencia unas planchas articuladas que lanzaban al aire unos sones monótonos que todo el mundo reconocía. Hasta los niños decíamos: “Ya está ahí el velonero”. Traía velones y una serie de figurillas y objetos de metal limpios y lustrosos como el oro.

Yeseros.- El yeso es sulfato de calcio hidratado; es decir, un derivado de la cal. Yesero, el hombre que trabaja el yeso. Yesería era la tienda o fábrica de yeso y las obras hechas de yeso. En Andalucía existen las mejores obras artísticas de yeso del arte musulmán. No recuerdo bien, pero tengo en la mente una calera cerca de la playa, otra en la calle de los pozos y quizás otra en la cuesta de la “Salá”. Para Romero Mejías, los caleros y yeseros más antiguos eran Pilón y los Hermanos Domínguez. Otro posterior fue un familiar de Pilón, al que decían “El Aceite”

Zapateros.- Eran las personas que tenían por objeto hacer o componer zapatos. A estos últimos se les llamaban zapatero de viejo o remendón. Zapatería era el taller donde se hacían o remendaban los zapatos, o la tienda donde se vendían zapatos hechos. Existían también las curtidurías, tiendas donde se vendían el material derivado de las pieles de animales para hacer zapatos. Antonio Mansilla, padre del jesuita Antonio y de mi amigo Manolo, tenía una curtiduría en el inicio de la calle Real. El sótano donde jugábamos siempre estaba atestado de pieles con un fuerte olor a los ácidos curativos. Zapaterías había muchas en Alcalá y eran lugares populares donde muchas personas iban a echar el rato con el maestro zapatero. Eran célebres las zapaterías de Alfonso Salcedo (“Alfojones”), la de Pedro Guerra, la del Maestro Márquez, la de “La Coja”, “La Gata” y muchos pequeños talleres de una o dos banquillas. La última de este tipo fue la de Currito Costilla “El Chiquito”.



JUAN LEIVA

4 comentarios:

ElTioDeLaTecla dijo...

Dentro de los practicantes también destacaría a D. Miguel Pozanco, que vivía en la C/ Los Pozos, ya fallecido hace años.

Por cierto, a ver si nos esmeramos un poquito a la hora de redactar y formatear las entradas del blog. En este artículo, por ejemplo, no sé qué criterios se han seguido a la hora de escribir en letra negrita los párrafos de ciertas profesiones. Por no hablar de las líneas partidas o del nulo espacio entre párrafos, etc...

GAZUL dijo...

Había otro zapatero .podria ser hijo de Catalina Moro un artista de las reparaciones,.Cuando joven solia visitarlo ,era pariente de mi madre,.Aún recuerdo el caracteristico olor a piel.


Saludos desde Ubrique .

Andrés Moreno dijo...

Información para Gazul
Efectivamente, había otro zapatero llamado Miguel Pérez Domínguez "Miguelín", hijo de Francisco Pérez Domínguez y de Catalina Domínguez Ruiz "Catalina Moro", nacido en 1938, pero no me acuerdo de su fecha de fallecimiento.

Anónimo dijo...

hola, me gustaría que alguien me diera información de la familia de la fragua. Mi abuela contaba de su abuelo el cuco y la princesa, me gustaría saber algo más. gracias.

El tiempo que hará...