En Enero se marcharon
Montesinos y Mané
a por setas hasta “Murta”
con Don Pedro y Don Andrés.
Como muchas no cogían
no arrojaron la toalla,
pensaron en otras tierras,
jimenatas por más señas,
y traspasaron la malla.
Pero la niebla bajó
y por más vueltas que daban,
el camino de regreso
ninguno lo encontraba.
El miedo se apoderó
de los cuatro compañeros,
y de corbata a los cuatro
los “mellis” se les pusieron.
-¡Vaya por Dios, qué desgracia!-
se lamenta Montesinos,
¡No lo quiero ni pensar,
el perderme no me importa,
lo que siento de verdad
es que salimos seguro
este año en Carnaval!
-¡Llenaos de calma, muchachos!-
dice Don Pedro sufriendo,
¡Tengamos serenidad!
¡Que ya inventaremos un cuento!
Don Andrés, con amargura,
la situación lamentaba
y con rabia e impotencia
entre dientes murmuraba:
La buena de mi mujer,
un móvil para estos casos
me quiso a mí regalar,
y yo le dije enfadado:
¡Parece que estás chalá!
-¡Ay, qué tristeza la mía!-
el que se queja es Mané,
¡Vaya disgusto, señores!
¡Con lo bien que yo estaría
en Medina comiendo alfajores!
En la Sierra se han perdido,
no saben dónde está el coche,
y se preparan unidos
para enfrentarse a la noche.
Cortan leña sin descanso
para avivar la candela
que la lluvia les apaga
en una noche muy negra.
Tienen casi de todo:
hambre, frío, temor,
mucha agua y soledad,
pero todos echan en falta
a la familia y el hogar.
A la mañana siguiente
empiezan a caminar,
lo hacen sin rumbo fijo
en busca de algún lugar.
A lo lejos una casa
han podido divisar,
hasta la misma se acercan,
en ella… ¡¿Quién vivirá?
Pasados unos momentos
la decepción es total,
sólo gallinas y perros
¡la casa cerrada está!
Entre todos se discute
la decisión a tomar,
y se tornan muy distintas
las maneras de pensar.
De pronto, entre dos chaparros,
la ilusión vuelve a brotar,
es Don Andrés al que todos
oyen con fuerza gritar.
-¡Vengan acá, compañeros,
que no quisiera yo errar!
mas … ¿no es aquel el Castillo
del antiguo Castellar?
-¡Vive Dios que lo es!-
contestan todos a una,
-¿y quién el que a su derecha está?
-¡Aquel gigante es, sin duda,
el Peñón de Gibraltar!
-¡¡Adelante, compañeros!!
¡¡Vayámosle a conquistar!!
¡¡Adelante mis valientes
por Medina y Alcalá!!
¡¡Por la Virgen de los Santos
y la Virgen de la Paz,
que valentía a nosotros
nadie nos podrá negar!!
-¡No perdamos la razón!-
dice prudente Don Pedro,
¡Vayamos hacia allá!
pero inventemos un cuento
por lo… que pueda pasar.
-¡Ya está! ¡Tengo una idea!-
piensa veloz Montesinos,
de perdernos nada diremos
pues…¡soy el experto en caminos!
-¡Eso me parece bien!-
ahora el que habla es Mané,
pues pueden tomarnos por necios,
si llegamos a Castellar
diremos que allí las setas…
¡las pagan a mejor precio!
Y así termina la historia
de cuatro amantes del campo
que por culpa de la niebla,
y reincidiendo dos veces,
se perdieron en la Sierra.
Con ello nos demostraron
con humildad y entereza,
que es el hombre el animal
que en la misma piedra
hasta dos veces tropieza.
Paco Gil.
Enero 97.
Vida y Andanzas de los Palma de Mesa (XII)
Hace 3 días
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