domingo, 12 de febrero de 2012

EL OJO EN LA MIRADA - ALCALÁ DE LOS GAZULES


Al papa Clemente también le iba la bulla y el bureo

De pronto se produjo el milagro¡Una aparición! Lugar: el viejo ventorrillo de Tablá (Tablada) a poco más de cinco kilómetros de Alcalá de los Gazules. Por ensalmo aparecieron un papa, un cardenal y tres obispos. Todo un micro-cónclave no sé si secreto o no. Se trataba del “divino” y autoproclamado Papa Gregorio XVII, el del Palmar de Troya. El mismo. Con su séquito o estado mayor mas bien. Impresionante el retrato a primera vista –no es un sarcasmo– del seudopontífice con los ojos enterrados en una profunda cicatriz por mor de accidente de tráfico. Lo que no le impidió ser un vidente ciego. Hasta el final de los días esperaba el hombre por milagro recuperar la visión. Nada. Condenado fue a navegar entre las tinieblas y no le fue mal del todo.
Increíble la secuencia, digna del mayor esperpento celtibérico. Clemente llevaba la voz cantante. A pesar de la rémora de los ojos se movía con destreza impropia. Eso sí, ayudado por bastón con mango de plata buena. El cardenal-lugarteniente portaba el maletín con las perras. Uno de los obispos; un jamón de pata negra. Otro, el más joven, exhibía un “loro” a todo volumen (esas radios descomunales con asa que traían los emigrantes de Alemania y luego adoptada por los horteras y otras tribus marginales). Claro con tales aditamentos, la bulla no se hizo esperar. No tardó en calentar la angosta estancia del ventorrillo. En un testero un almanaque con deliciosa muchacha –pura insinuación erótica– avisaba el año 1986. La radio-cassette a todo gas con Marifé de Triana, Rocío Jurado, y la voz de Concha Piquer en la copla Tatuaje con el Papa, el cardenal y los obispos a coro : “Era hermoso y rubio como la cerveza, /el pecho tatuado con un corazón...” Un sainete. Entre el olor a puro de buena vitola, las medias botellas de vino se iban consumiendo a la vez que la bulla se iba consumando. Aquel hombre bajete, chaparreto, insignificante había hecho historia. Barriles de tintas se vertieron sobre él. Desde los tiempos del Papa Luna –con tres pontífices al poder– a la Iglesia nunca le había dolido tanto la cabeza. El arzobispo de Sevilla ve en todo aquello “una verdadera histeria colectiva de tipo supersticioso”. El asunto empezó con la aparición de la Virgen a dos niñas, nada extraño en una tierra tan mariana donde se contabiliza más de 50.000 imágenes de culto. Un oscuro personaje con rarezas mentales desde la niñez, aprovecha la favorable coyuntura, entrando en trance ante 30.000 personas en el mismo lugar señalado como el Palmar de Troya (Utrera). Encontró campo abonado en el pueblo llano, que tanto se siente atraído por la fenomenología sobrenatural, lo extraordinario, lo maravilloso o lo inexplicable. En suma por los hechos sensibles y superiores al orden natural. Vientos favorables para Clemente. Como asistido en el dicho de Federico Fellini de que nada existe; todo se inventa. Se estaba asistiendo en vivo a una versión de la película Los Jueves, milagro, con la genialísima interpretación del aparecido san Dimas por Pepe Isbert. Una mirada inocente, doméstica y graciosa al lado del espinoso asunto del Palmar. Clemente se sacó de la sotana una nueva orden: los Carmelitas de la Santa Faz, que iba a romper en la llamada Iglesia Palmariana con vetusta basílica y todo un entramado jerárquico en grotesca alternativa al Vaticano. Clemente se autoproclama como Papa con el nombre de Gregorio XVII en la convicción de que la Iglesia de Roma estaba dominada por el Anticristo y el comunismo. Todo se iba alicatando poco a poco de una parafernalia, rituales extravagantes, pompas y boatos de opereta. Envuelto en una atmósfera siniestra de halo pretridentino. Una iglesia preconciliar, ultramontana y ultraordodoxa y medieval en lo religioso y político capaz de canonizar a Hitler, Franco, José Antonio Primo de Rivera, don Pelayo y por otra parte excomulgar al Rey Juan Carlos y a toda su familia. En Alba de Tormes lo majaron a palos porque pensaban que iba a robar la reliquia de Santa Teresa. Escena digna de Berlanga y Azcona. A pesar de todo, seguro que en medio de tanta farfolla delirante habría alguna persona de buena voluntad y seso. Aunque fuera solo una.
La basílica del Palmar, –una fealdad– -, de mal logro arquitectónico fue construida con fondos oscuros e intereses espúrios. Una fortaleza de hormigón sobrepasada de cúpulas que daba el tirante de ser una fortaleza inexpugnable que un lugar de oración. Donde más que adorar –en parafraseo de Antonio Gala– al becerro de oro se adoraba el oro del becerro. Un gazpacho avinagrado de mística, escándalo y controversia señaló al papa Clemente hasta su muerte en 2006. Hoy poco a poco el cuadro se va despintando. La prensa se hizo eco de abusos sexuales cometidos por el Papa apócrifo “que sentía ciertas ataduras con las vanidades de la vida” a monjas y sacerdotes de la orden. De trapicheo económico y otras actividades pocos ejemplares. Un regalo de los dioses.
Hasta Carlos Cano compuso copla al asunto El milagro del Palmar, cuyo estribillo sonaba por todos lados: “Clemente, no te quedes con la gente/ Clemente, con la copla se quedó”. En la furia de la movida el grupo Siniestro Total le dedica (I left muy heart in) El Palmar de Troya. El ingenio y genio popular de El Chimenea –no podía ser de otra manera y para no desentonar– saca chirigota en el Carnaval de Cádiz: El Patata Clemente y los monaguillos del Palmar de Trille (en alusión a la barriada gaditana tan carnavalera).
Eran archiconocidas las incursiones del papa Clemente (la gente lo siguió llamando así, lo de Gregorio XVIII no triunfó) y su corte de honor en la Feria de Abril y en la Maestranza sevillana.
Cuando la francachela tocaba a su fin, enfriada ya la atmósfera delirante, acertó a pasar por allí Joselito el Momia, primo hermano del Emilio de Rousseau y catedrático de Economía de Subsistencia (la vida procurada con el espárrago, la tagarnina, el alcaucil,el caracol...) Al ver tan insólita escena exclama con mucha sorna: “¡Cuantos curatos juntos!” La respuesta al instante de un obispo: “Un respeto es Su Santidad el Papa”.
Más pronto respondió El Momia: “Será un papa bravío, porque el que yo veo en el televisor no es el mismo y no anda malamente de la vista”. Se hizo un silencio. Se oyó un último rumor, por lo bajini, del escamado esparraguero: “Todo lana de borra. ¿Del Vaticano van a venir a aquí? Me da el quinqué de que son unos vivalavirgen o unos andarríos.”
Poco después, en una furgoneta negra El Papa y su gente fueron por donde habían venido. Aquella noche pensé que todo es posible; incluso que el poder de una basílica faraónica quepa en un humilde ventorro perdido en el mapa. Como si tal cosa. “La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad, aunque se piense al revés”, me recuerda Antonio Machado. El azar nunca perdona.

Jesús Cuesta Arana

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