martes, 1 de mayo de 2012

EVOCACIONES ALCALAÍNAS




“Mayo hace el trigo y agosto el vino”
  
Los dichos y refranes populares tenían en Alcalá mucho uso, como en todo pueblo sabio, viejo, agricultor y ganadero. Se tenía más confianza en los refranes que en los libros y almanaques del tiempo, que ya comenzaban a aventurar la trayectoria meteorológica  del año. Uno de esos almanaques es “El Zaragozano”, que todavía hoy sigue previendo el tiempo futuro en muchos lugares. En Alcalá, uno de los hombres más célebres en este aspecto fue “Manolito Cielo”. A la gente le encantaba oír sus futuriciones sobre el tiempo del día siguiente. En general, había refranes para todo, como decía el Refranero: “Cada día tiene su refrán y su afán.” Era la sabiduría del pueblo acumulada a través de los siglos. Y nadie discutía los dichos, proloquios y refranes, porque inmediatamente se reiteraba: “Decir refranes es decir verdades.”; “Hombre refranero, medido y certero”; “Mujer de lengua  certera, mujer refranera.”

En mayo, Alcalá se convertía en un jardín paradisíaco. Pocos meses han sido tan agasajados como éste. Mayo era florido y hermoso y del año el más jugoso. Los días se alargaban  y las noches se acortaban. Lo decía el solsticio de verano, el de la noche más corta y el del día más largo. Por eso recordaba el refrán: “El primero de mayo, corre el lobo y el verano.” Los adolescentes y los jóvenes lo barruntaban cortejando a las mozas, con sus paseos ilimitados desde la plaza de la Cruz hasta la Plazuela. Y los niños jugábamos en la alameda, con una temperatura y un clima envidiables, porque lo evocaba también el refrán: ”Si mayo es reglado, ni frío ni achicharrado”. En mayo, Alcalá se sacudía los fríos y las pobrezas, porque su cielo y sus campos se hacían de otro mundo.
 
Las orillas de los caminos se convertían en jardines de flores, mientras los campos y los patios se llenaban de finos olores. Eso se esperaba desde marzo, porque el refrán lo sabía todo el mundo: “Marzo ventoso y abril lluvioso hacen a mayo florido y hermoso.” Pero el frescor de las mañanas y el rocío de las noches aconsejaban: “Hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo.” Y los agricultores decían llenos de esperanza: “Mayo florido, en flor el olivo y granados los trigos.” Y si hacía calor y llovía, mejor para todos: “Mayo caliente y lluvioso, bienes copiosos”. “Y mayo mojado, hace prados; Y si frío, mucho trigo.”
 
Sin embargo,  para los refranes, no todo eran bonanzas en mayo. A veces, mayo traía la ruina del trabajo de todo un año. “Si en mayo no hay lodos, dalo por perdido todo.” “Agua de mayo quita aceite y no da grano.” “Helada de mayo, agua en la mano.” “Hielos en la cruz de mayo, siempre hacen daño.” Para el labrador, mayo era el mes más largo del año, porque estaban pendientes de sus cambios días y noches. No obstante, casi todos los pueblos andaluces celebraban sus fiestas en abril y mayo, porque se acercaba la recolección.

Uno de los libros más prolíficos en refranes ha sido El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de las Mancha, de Miguel de Cervantes. Tanto Sancho como don Quijote salpicaban sus conversaciones de refranes y dichos populares. Eran las esencias de la Ciencia, insertas en las charlas habituales para que el pueblo las aprendiera a base de repetirlas. Actualmente, no ha perdido vigencia esta manera de hablar y el pueblo sigue prestándole toda su credibilidad.   



JUAN LEIVA  

1 comentarios:

Anónimo dijo...

"Espero que publiquen este bello pasaje por mi Alcala de los Gazules ".

El tiempo que hará...