Esta "poesía" está dedicada a todos aquellos que se puedan sentir identificados.
Un día de un mes cualquiera
de un año ya muy lejano,
cogió sus cosas y se fue
una mañana temprano,
un cigarrillo en la boca
una maleta en la mano.
Y un lucero lo miraba
desde su balcón del cielo
y la luna plateada
lo vio sacar un pañuelo
para secarse la cara.
Esta es la historia de un hombre
al que puedes conocer,
que un día dejó su tierra
y nunca la ha vuelto a ver.
Iba en busca de un trabajo
de una aventura tal vez,
pensaba ganar dinero
y con su gente volver
pero la cuenta del pobre
casi nunca sale bien.
Y tuvo que acostumbrarse
a vivir bajo otro cielo,
que otra luna le alumbrase,
a que estrellas y luceros
no brillaran como antes.
Esta es la historia de un hombre
al que puedes conocer,
era joven y quería
otro mundo recorrer.
Pero los años pasaron
y una familia formó
y ahora tiene repartido
entre dos tierras su amor,
en una están sus raíces
en otras ramas echó.
Y en las paredes colgaos
tiene un cuadro con su Virgen
y otro con un pueblo blanco,
a quien reza y donde vive
todos los días del año.
Esta es la historia de un hombre
al que puedes conocer,
que vive con sus costumbres
y no las quiere perder.
Ahora ya viejo y cansado
se recrea en su familia
y a sus nietos él le cuenta
cosas de su Andalucía,
que escuchan entusiasmados
sentados en sus rodillas.
Y en su cara las arrugas
te dicen lo que ha sufrido
y en sus ojos ves la lucha
de llevar consigo mismo
un sentimiento de culpa.
Esta es la historia de un hombre
al que puedes conocer,
que aunque esté viejo y cansado
aún sueña con volver.
Manolo Fernández Gómez
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