E N C U E N T R O E N
E L P O Z O
Fue
en el Pozo
de Arriba nuestro encuentro,
con
el agua corriendo
lentamente,
perdiéndose entre
piedras tierra adentro
regando raíces
duras y simiente.
El
chorrillo del pozo
en armonía
con
el denso silencio
omnipresente,
formaba un
dúo a compás
por alegrías,
con
el ritmo del corazón
ardiente.
Tirititran, susurra
el agua pura,
tran
tran, canta mi músculo
amoroso,
anhelando que
surja tu figura,
mensajera del
duende misterioso.
Los
pinos y alcornoques compañeros
del
lentisco y el
chaparro verde oscuro,
bailarán con
estilo y con
salero,
grabando tu
silueta sobre el
muro.
Llegaste amor
y me miro
en tus ojos
-mientras el agua
insiste con su
cante-
y
noto en tu
mirada ese sonrojo
alumbrando tu
rostro deslumbrante.
Tu cuerpo
hecho de junco
y jaramago,
dibujando en el
aire una guitarra,
me
produce en el
pecho el mismo
estrago
que
la herida profunda
de una garra.
Sentado en
el poyete y
con tu risa
sonando cantarina
en el paraje,
roza
tu cara una
fresquita brisa
que
la sierra derrama
en el paisaje.
Bella
cara de virgen
gaditana,
y
esa gracia de
eterna compañera,
junto
a tu cuerpo
de venus serrana
ungido de
jazmín, romero y cera.
Los
recuerdos de ayer
y de otros
días
en
los que el
sol brilló guiñando
al viento,
llenaron nuestra
encuentro de alegrías,
y
de besos dados
con sentimiento.
De
estos besos y
charlas es el
pozo,
nuestro amigo
discreto y confidente,
conoce nuestro
amor y nuestro
gozo
y
sabe lo que
bulle en nuestra
mente.
Ufano
está, contento y presumiendo
a
otros pozos cercanos
al lugar,
que
su fresco recinto
está sirviendo
de
Cupido al verbo
subyugar.
Un
día dirá una
loza en esta
fuente:
“Este
bello rincón moro
el pasado,
con
la luz y
la magia de su ambiente,
hechizó a
un poeta enamorado“.
Francisco
Teodoro Sánchez Vera
Roma 12-12-12
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