Tú subías la calle
la Amargura
y en el suelo tu
Cruz trazó un camino
entre el polvo y
las piedras; tu destino
lo marcaste con
sangre y con tortura.
El final de dolor
de tu aventura
nos mostró que tu
rumbo era divino
y que, cual
esforzado peregrino,
solo cabe esperar
lograr la altura.
De cadenas, sudor
y sinsabores
se ha plagado el
sendero de la vida
en el cual nos
azotan mil rigores.
Como a un paso le
sigue una caída
y no alcanzo
seguir siempre adelante
a tu Cruz yo me
agarro a cada instante.
José Arjona
Atienza
0 comentarios:
Publicar un comentario