Han clavado tus
manos solamente
en dos puntos
colgando del madero
y se apoyan tus
pies en un tercero;
todo el peso de
tres clavos pendiente.
Las tinieblas
invaden totalmente
a la Tierra con un
temblor postrero,
derramada la
Sangre del Cordero
ya expiró en la
Cruz el Inocente.
Dibujadas tres
Cruces en el monte,
soledad, desamparo
y agonía,
muere Dios,
Viernes Santo, al mediodía.
Cielo y Tierra,
silueta en el horizonte,
vida y muerte,
misterio del Calvario,
y tu Cuerpo se
envuelve en el sudario.
José Arjona
Atienza
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