El mundo está en crisis, Europa padece
con la crisis, España sufre de la crisis y a nuestro pueblo se le nota la
crisis. Y también a nuestros bolsillos. No podría ser menos. Alcalá no podía
escaparse de esa negra nube que envuelve a todo el globo como si fuera un
peligroso Chernobil gigantesco.
En el diccionario de la Real Academia
de la Lengua, al hablar de crisis, en el apartado económico dice: “Anormalidades
que se producen en las relaciones, determinando una serie de trastornos
económicos, sociales y políticos.” Como podréis deducir fácilmente no puedo
hablar de la crisis internacional ni siquiera nacional por no tener base para
ello. No soy economista, ni psicólogo, ni sociólogo. Solo soy un ciudadano, uno
de tantos, que ve, observa y aprende. También sufre. Por lo tanto no debo
hablar de crisis, solo limitándome, en todo caso, a la crisis de nuestro
pueblo, a la angustia de Alcalá. Alcalá, pues, se puede decir, que está en
situación de cierto riesgo.
En la terminología médica, también se habla
de ella, hay crisis en el enfermo cuando le sobreviene un cambio, generalmente
grave, en el estado de su salud. Pero de esa crisis no hablamos ahora tampoco,
ni nos interesa ni, mucho menos, la entendemos. Pero la saco a colación, para
que, por comparación con ella, podamos comprenderla un poco mejor ésta, o sea,
la económica. Pero hablar de economía es muy difícil, es la pescadilla que se
muerde la cola. En mis tiempos oía decir que hay dos cosas sumamente difíciles
y complicadas, como son la economía y la música, entendidas, naturalmente en su
más alto grado, es decir la alta economía internacional y la música clásica de
Mozart, Schubert, Beethoven,...etc.
Económicamente hablando, si no trabajas
no hay dinero, si éste no existe no puedes comprar, si no compras no se
consumen productos, si no se consumen, no pueden seguir produciéndose y, de
este modo se cierran industrias, grandes fábricas, áreas comerciales y tiendas,
por lo que sobran trabajadores y los expulsan, y al hundirse y venirse abajo
todo este tinglado, los despidos sobrevienen y ya no hay trabajo, con lo que
empezamos de nuevo la rueda del infortunio; y así vemos las grúas de las
construcciones quietas y paralizadas y no se toca ni un solo ladrillo.
Al trabajador alcalaíno le ha sucedido
algo parecido; fue despedido de la obra por quedar inmovilizada, o porque la
tienda se cerró, etc., va a unas pruebas de selección para un trabajo y había
cien aspirantes por cada puesto, visita con frecuencia el INEM y tal vez le
digan, como titulaba Mariano José de Larra en uno de sus artículos: “VUELVA
USTED MAÑANA”. Alcalá necesita trabajo, dinero que pueda fluir de mano en mano,
que se pueda comprar con desahogo y alegría. Hay también hipotecas que se
concedieron con demasiada facilidad también, y ahora no se pueden pagar porque
sin ingresos económicos en la casa, resulta
excesivo su peso.
Con tales motivos hay necesidades en el
pueblo, habrá, tal vez, también quien pase hambre, que tengan falta de ropa, de
calzado...etc. Ciertos organismos, como Cáritas, se verán desbordados para
cubrir tanta penuria. Aquí no hay comedores para ambulantes y que algunos
puedan tomar un plato caliente al día. Supongo que Alcalá tendrá las mismas o
parecidas necesidades de Cádiz donde sí funciona esto. Pero también existirá el
pobrecito humilde y callado que no dará a conocer ni sus faltas ni sus
carencias.
En Alcalá se llega a la situación en la
actualidad, que muchas familias, en muchas casas, prescinden de la corriente
eléctrica para calentarse, como estufa en la mesa camilla, y se está
recurriendo al picón que se usaba hace medio siglo.
Otro dato no menos importante, es la
cantidad de robos que se están produciendo en domicilios y establecimientos,
incrementándose llamativamente.
Debemos tener por tanto siempre y más
ahora la mano abierta y el corazón receptivo para cubrir, en parte, las
consecuencias de la crisis que nos atosigan y nos agobian. El día en que haya
desaparecido esa palabra maldita de nuestro vocabulario y de nuestras
conversaciones, será cuando empezaremos a ver el final del túnel, porque, como
se dice “el sol sale para todos” y entonces nos vendrá la luz y la alegría.
No deberemos hablar tanto de la crisis,
puede ser nefasto; es un producto maligno que ha nacido sin que nadie lo
sembrara cual hongo pernicioso. La crisis es tuya, mía y de todos. Y habremos
de hacer un esfuerzo entre todos para salir de este negro túnel. Privarnos de
algo o de mucho. Necesitamos altruismo, hermandad, generosidad. Y puede ser que
así salgamos de ella. Esperemos.
La crisis es tumor maligno
que se nos metió en el pecho,
dejando al mundo maltrecho
de lo cual no me resigno.
Es infame, es indigno,
es de la vida un desecho
para entrar por derecho,
y es de este tiempo el signo.
Le fastidia al alto y bajo,
al de pueblo y capital
y azota como un vergajo.
Es un algo fantasmal
y ya está bien tanta broma
que actúe como carcoma
José Arjona
Atienza
Alcalá,
marzo de 2013
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