Queridos
amigos:
Hoy
es un día emocionante para todos nosotros. Por nuestro encuentro y por los
recuerdos que ello supone. Aún recuerdo, y se me ponen los pelos de punta,
cuando nuestro amigo Francisco Reyes llegó del hospital después del accidente.
Y recuerdo de nuestras torpezas por intentar ayudarle. Y recuerdo a Paco
Jiménez (que hoy no ha podido estar con nosotros porque tiene de visita en
Marbella a su tato panino, pero que me ha pedido expresamente que os de un
abrazo grande a todos) dándole masajes en las piernas y obligándolo a andar por
las paralelas esperando un milagro. Milagro que esperamos todos, durante un
tiempo, y que nunca llegó.
Y
recuerdo a Francisco Reyes haciendo de la necesidad virtud despachando quintos
de cerveza a todos los amigos que nos acercábamos por su casa para estar un
rato con él.
Y
recuerdo a Juan Reyes, siempre allí, en el rinconcito del balcón, volviendo de
vez en cuando los párpados, no con objeto de causar miedo, sino en un grito
silencioso pidiendo también un poco de atención para él.
Y
recuerdo a Juana Espina, callada sufridora, no solo de su familia, sino de todo
lo que los visitantes poníamos por medio y dábamos la lata. Aquellas noches de
tertulia, donde allá ya por la una y media de la madrugada, alguien le decía:
-Juana,
usted se querrá acostar ya.
Y
ella, afectuosa siempre, condescendiente siempre, decía: -No, no, cuando
ustedes terminen.
Y
recuerdo cuando Francisco Reyes amplió el negocio e instituyó los bailes, los
domingos por la tarde, en el patio. Y allí estaba él, en uno de los rincones,
en su silla de ruedas, controlando que todo aquel que llegara consumiera.
Y
recuerdo la música: Flamenco de los Brincos, Los Mustang, Juan Pardo, el Dúo
Dinámico, Los Canarios, Los Pequeniques, Camilo Sexto, Raphael, Fórmula V, Los
Diablos, Juan y Junior, Los Relámpagos, Los Bríos, Rafaela Carrá y el agarrado,
bien agarrado, con Adamo y Mis manos en tu cintura. Diego Herrera creo que ha
hecho una especial selección de aquellas músicas.
Y
recuerdo a Purita Reyes. Siempre trabajando. Siempre pendiente de su hermano. Y
en los bailes, también en un rinconcito, mirando como Pepe Herrera llevaba cada
domingo a una, hasta que terminó fijándose en ella.
Algún
día habrá que hacerle un homenaje a Pura, que sacrificó parte de su vida, su
propio hogar, y se trasladó a vivir a una de las habitaciones del patio, para
estar cerca de los suyos, que la necesitaban.
Y
recuerdo que éramos jóvenes. Y cuando se es joven no se ve correr el tiempo. Se
vive, se disfruta lo que se puede y no se piensa en nada más. Hermosos tiempos
aquellos por todo.
Ya
perdimos a Juan Reyes, a Juana Espina, a nuestro amigo Francisco Reyes, a
muchos de los contertulios, Pedro el de Ricardo, Juanito Agüera, Salvador Olmo,
Martín Jiménez, Francisco Domínguez, Pedro Espina, Victoriano Cabeza y otros
que no recuerdo en estos momentos. Y perdimos nuestra juventud. Aunque aún nos
queda un poco de ilusión para hacer encuentros como éste donde podemos revivir,
aunque sea con nuestro pensamiento, con nuestra conversación, con el encuentro
de viejos amigos, aquellos mágicos y felices momentos tan cargados de drama que
no vimos y que solo el paso del tiempo nos lo puso al descubierto.
Queridos
amigos, disfrutemos de esta cena, de este primer encuentro, de nuestros recuerdos y
brindemos por nuestro amigo Francisco Reyes, por sus padres y por todos los
amigos que ya se nos han ido y no pueden celebrar con nosotros este
reencuentro. Brindo por ello. Gracias
Andrés Moreno Camacho
Alcalá de los Gazules, 13 de Abril de 2013
¡Ay, Patio de los Reyes!
¡Ay, calle de Cuatro Esquinas!
“hoy te vengo a recordar
y me parece mentira”.
El Patio de los amigos,
hermoso patio andaluz,
donde vivimos felices
momentos de la juventud.
Patio de Francisco Reyes,
Barrio de Santo Domingo,
donde tus besos robé
siendo el aljibe testigo.
“En casa de Reyes
hay gente que viene
hay gente que va,
en casa de Reyes se ríe y se baila
y en casa de Reyes te quiero encontrar”.
Hay en el Patio un trajín
de alegría, de movimiento,
de padres, hermanos y primos
de amigos y sentimientos.
Al frente de aquel cotarro
está el amigo Francisco,
el que todo lo controla,
el que maneja los hilos.
Más quiso la mala suerte
que vaya cargando su cruz
en un trono de ruedas,
caminando hacia un calvario
que a veces le desespera.
Junto a él, su madre, Juana,
Juana Espina, una Santa,
su madre del alma,
la que todo lo aguanta.
Y su padre, Juan Reyes,
con su gorra y su bastón,
su jarabe de Chiclana
y de vez en cuando un sofocón
porque su hijo no le sirve
la dosis que le reclama.
Y completan el retrato
de este cuadro familiar,
también con genio y figura,
los hermanos de Francisco
que son Luis, Juan y Pura.
Esta familia ganó
en arte y en solera
al entrar en ella un joven,
que en el arte del toreo
apuntaba ya maneras,
y como pueden adivinar
era el amigo Pepe Herrera.
De día, cartas y dominó,
tertulias y cotilleo,
la cerveza o la copita
o un poquito de cachondeo.
Clientes fieles y amigos
como si familia fueran,
a veces le dan compaña
y a veces se sobrellevan.
Pero llegada la noche
nuestro Patio se transforma
y como por arte de magia
hasta la luna se asoma
y su brillo nos contagia.
Y desde la Carretera
“ya van subiendo los mozos
con ilusiones al hombro
y algunas niñas que estrenan
zapatos, medias o un bolso.
Y la gente por el Patio
no dejará de bailar
mientras que haya un cubata
o un guayabo pa ligar”.
“Esta noche hay una …¡fiesta”!
y alguno pensando irá:
“¿Quién será la que me quiera a mí?
¿Quién será? ¿Quién será?”
Y después de cuarenta años
aquí estamos de nuevo,
y aunque el Patio no es el mismo
en el corazón lo traemos.
Y también casi todos traemos
azúcar y
colesterol,
pastillas pa los dolores
y otra más pa la tensión,
y el deseo que nos dure
muchos años la pensión.
Aquí estamos otra vez
aquellos que en los sesenta
a ese Patio se acercaban
al son de la música lenta.
Cuatro décadas pasaron
y parece que fue ayer
aunque ya no
necesitamos
ni peine para el tupé.
Y ahora estamos aquí
sin la chaqueta de pana,
sin patillas y sin trenka
ni pantalón de campana.
Unos con menos pelo,
otros con más “entradas”,
y los que no se dieron el tinte
conviviendo con
las canas.
Ellas, sin volumen en el pelo,
sin arrugas, sin minifalda,
y sin decirnos lo que hacen
para estar jóvenes y guapas.
En esta mágica noche
de nostalgia y de recuerdos
echemos una bailadita
y alegremos nuestros cuerpos.
Y aunque es seguro que aflore
en esta noche de sueños
el recuerdo de los que se fueron,
llevémosles en la memoria
e intentemos reponernos.
Del bello Patio florido
la música y el perfume
a la noche van besando
y ya parece que escucho
a Los Payos y a Los Diablos.
A Lorenzo Santa María,
a Massiel y
Miguel Gallardo,
a Palito Ortega y Rafael,
a Cecilia y a Los Bravos.
A Los Mustang y a Karina,
a Nino y Víctor Manuel,
Los Sirex y el Dúo Dinámico,
Adamo y Luís Aguilé.
A Jeannette y a Mari Trini,
Los Beatlets y Rollings Stonnes,
a Marisol y
a Los Brincos,
Albert Hamund y
a Tom Jonnes.
Miguel Ríos
y Los Canarios,
Elsa Baeza,
Los Relámpagos,
Los Tres
Sudamericanos,
La Pavone o
La Cinquetti,
a Peret o
Roberto Carlos.
Agárrate a tu
pareja
y con “las manos en la cintura”
entra en el
túnel del tiempo
diciéndole
con alegría:
“Tengo el
corazón contento”.
Y si ella,
que es una “Dama
que hace lo
que le viene en gana”
te contesta:
“Yo no soy esa…”
mejor déjalo
para mañana
y le llevas
“un ramito de violetas”.
Cuando te
hayas repuesto,
vuelve al
ataque otra vez
y susúrrale
al oído:
“Si tú
fueras mi mujer…”
No te
sorprendas tampoco
pero pudiera
ocurrir
que te diga
que es “rebelde
porque el
mundo la ha hecho así”.
Puedes
probar por activa
y si te
suelta: “No tengo edad…”
dile con fe
y seguridad:
“Yo sé tanto
del amor
que te puedo
aconsejar”.
“Puede ser
tu gran noche”
si pruebas a
decirle así:
“Voy a
pintar las paredes
con tu
nombre, mi amor”,
o quizás: “hoy
tengo ganas de ti”.
Si la cosa no funciona ,
mejor
estarías “Moliendo café”
o “si
tuvieras una escoba”
que te
pongas a barrer.
Puedes
probar por pasiva:
“Te estoy
amando locamenti
pero no sé
cómo te lo voy a decir”,
pero a lo
mejor no era eso
lo que
esperaba y te dice así:
“Vete, no quiero
verte, vete, lejos de mí”.
Al final
hasta es posible
que, sin
hacer nada malo,
tengas
que pedir disculpas
entonando
“Perdóname”
o “Échame a mí la culpa”.
Pero si todo
acaba bien,
que también
suele pasar,
podéis brindar “A media luz”
“Con un
sorbito de Champán”.
Incluso al
día siguiente
podéis ir con el “biquini de rayas”
en el “Simca”
o el “Seiscientos”
buscando el
sol de la playa”.
Y “cuando
calienta el sol”,
con un
cariño sincero,
escribir
sobre la arena
si es que no
tienes papel:
“Te quiero,
te quiero, te quiero,
y hasta el fin te querré”.
Y regresando
al presente,
a tu pive o
a tu piva
le deberías
pellizcar
por ver si
todo es un sueño
o si todo es
de verdad.
“El mundo,
que no ha parado ni un momento”,
sigue
girando a través del tiempo
como en el
Patio Andaluz
aquellos discos
de vinilo
giraban en
el picú.
Con el paso
de los años
se fueron
apagando luces
y también la
de Curro se apagó
en el año
noventa y ocho
y el patio en
silencio quedó.
Algunas tardes escucho
las notas de
un viejo piano
que desgrana
Juan Gallego
con sabores
del pasado.
Mientras, en
el tejado,
“un gato triste y azul”
se estremece
suspirando
por ese
Patio Andaluz.
Y las
plantas y el aljibe
son felices
recordando
a los amigos
de Francisco
que por aquí
fueron pasando.
Al cabo de
tantos años
y estar aquí
reunidos
¡Vaya suerte
la nuestra
de “tener un
millón de amigos”!
¡Que disfruten de la cena
en esta
noche maravillosa
y compartan las canciones
de una Década
Prodigiosa!
¡Cuidado con
la bebida,
picantes y otras exquisiteces,
vaya a venir
la cigüeña
dentro de
nueve meses!
Gracias a
los que estáis aquí,
a los que no
pudieron venir,
a los que
pusieron el empeño
y con cariño
e ilusión
consiguieron
este sueño.
Dicen que
cualquier tiempo pasado fue mejor. Seguramente se dice eso porque en aquellos
años quedó una parte de nuestras vidas, concretamente la de la preciada
juventud. Por eso, aparte de otras consideraciones, creo que tenemos sobradas razones para sentirnos alegres y
terminar todos así:
“¡Qué tiempo
tan feliz
que nunca
olvidaré,
con nuestra
juventud
tan llena de
inquietud
sentimos fe
y deseos de vencer!”
Subamos a la
“nave del olvido”
y recordemos
aquella vez
que
susurramos al oído
“si tú
fueras mi mujer…”
Con cariño. Paco Gil. 13/04/2.013.
2 comentarios:
Pepi Álvarez desde Baeza:
Amig@s, ya he visto por el foro que os lo habeis pasado muy bien. Espero que os hayais acordado de mi. Yo me he acordado mucho de todos vosotros. He visto las fotos y estais tod@s guapísim@s. Siento mucho no haber podido estar ahí, otra vez será... Besos, Pepi
Pepi Álvarez desde Baeza:
Amig@s, ya he visto en el blog que os lo habeis pasado muy bien. Espero que os hayais acrodado de mi. Yo me acuerdo mucho de vosotros. He visto las fotos y salis tod@s muy guap@s. Siento no haber podido estar,gracias por invitgarme, la próxima vez será.... Besos, Pepi
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