lunes, 8 de julio de 2013

ANÁLISIS DEL DOMINGO

Historias de adolescentes en verano

Los que, posiblemente, enfilan el verano más “a tumba abierta” son los adolescentes. Los ciclistas llevan un año completo dedicando horas y horas a las subidas y bajadas, con plena conciencia de ir a tumba abierta. Cuando algún ciclista tiene la desgracia de sufrir un accidente, al bajar a más de cien por hora, se debe casi siempre a un fallo mecánico o a un derrape imprevisto. Los ciclistas saben muy bien lo que hacen y llevan los cinco sentidos abiertos, alertas,  en activo.

Los adolescentes, no. Los adolescentes viven el verano como una esquizofrenia frente al trabajo/fiesta. Son incapaces de vivir cualquier otra experiencia. Tratan de exprimir a tope los dos meses del verano. Si han aprobado el curso, se creen con derecho a seducir a las chicas,  a ser líderes en todas sus facetas, a divertirse con los amigos y amigas transgrediendo todas las normas sociales.

La película Historias de Kronen es una formidable radiografía de esa etapa juvenil. Se sienten superiores a los demás y buscan emociones fuertes: música dura, droga dura, alcohol duro, sexo compulsivo, conducción contra dirección, colgarse de un puente y ver películas violentas (“snuff”). Los padres no se atreven a enfrentarse a ellos; los abuelos y las hermanas intentan que reflexionen sobre el mal que hacen  y se hacen a sí mismos. Al final de la película, en una fiesta loca, matan medio involuntariamente a un compañero diabético, emborrachándole. Entonces, se dan cuenta de que se han pasado de la raya y, siguiendo el consejo del abuelo, deciden explicar la verdad de los hechos a la policía.

El concepto de joven y adolescente se ha prolongado debido a la tardía incorporación de los jóvenes al mercado de trabajo. En consecuencia, la adolescencia se prolonga. Generalmente, los padres trabajan y pueden capitular en sus responsabilidades educativas respecto a los adolescentes. Los adolescentes, en un momento difícil de su maduración, necesitan un padre al que oponerse. Si no lo encuentran dispuestos a ofrecer y mantener normas razonables, buscarán la trasgresión de las normas sociales hasta situaciones desastrosas.

Muchos padres intentan buscar, para sus hijos adolescentes, una solución familiar capitalista: “Si sacas buena nota a final de curso, haz lo que quieras en vacaciones.” El pacto no puede ser más corrosivo y crea una mentalidad materialista: “Estudiar duro/jugar duro.” La esquizofrenia que plantea la película, trabajo/fiesta, es desgarradora para adolescentes y adultos. No hay términos medios: trabajo a tope, y fiesta, alcohol y velocidad a tope. En cualquier curva puede acabar el fin de semana, el verano y la vida.

La etapa intermedia adolescencia-juventud, entre la infancia y la edad adulta, sigue sorprendiendo a la mayoría de los padres sin preparación alguna. Para ciertas cosas, seguimos tratándolos como niños: para otras ocasiones, les exigimos que se comporten como adultos. El verano es una buena etapa para estar cerca de ellos, conocerlos y quererlos mejor. Los institutos deberían replantear esta difícil etapa.
                                                                                         

JUAN LEIVA

                                                                                    















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El tiempo que hará...