Historias de adolescentes en verano
Los que,
posiblemente, enfilan el verano más “a tumba abierta” son los adolescentes. Los
ciclistas llevan un año completo dedicando horas y horas a las subidas y
bajadas, con plena conciencia de ir a tumba abierta. Cuando algún ciclista
tiene la desgracia de sufrir un accidente, al bajar a más de cien por hora, se
debe casi siempre a un fallo mecánico o a un derrape imprevisto. Los ciclistas
saben muy bien lo que hacen y llevan los cinco sentidos abiertos, alertas, en activo.
Los
adolescentes, no. Los adolescentes viven el verano como una esquizofrenia
frente al trabajo/fiesta. Son
incapaces de vivir cualquier otra experiencia. Tratan de exprimir a tope los
dos meses del verano. Si han aprobado el curso, se creen con derecho a seducir a
las chicas, a ser líderes en todas sus
facetas, a divertirse con los amigos y amigas transgrediendo todas las normas
sociales.
La película Historias de Kronen es una formidable
radiografía de esa etapa juvenil. Se sienten superiores a los demás y buscan
emociones fuertes: música dura, droga dura, alcohol duro, sexo compulsivo,
conducción contra dirección, colgarse de un puente y ver películas violentas
(“snuff”). Los padres no se atreven a enfrentarse a ellos; los abuelos y las
hermanas intentan que reflexionen sobre el mal que hacen y se hacen a sí mismos. Al final de la
película, en una fiesta loca, matan medio involuntariamente a un compañero
diabético, emborrachándole. Entonces, se dan cuenta de que se han pasado de la
raya y, siguiendo el consejo del abuelo, deciden explicar la verdad de los
hechos a la policía.
El concepto de
joven y adolescente se ha prolongado debido a la tardía incorporación de los
jóvenes al mercado de trabajo. En consecuencia, la adolescencia se prolonga.
Generalmente, los padres trabajan y pueden capitular en sus responsabilidades
educativas respecto a los adolescentes. Los adolescentes, en un momento difícil
de su maduración, necesitan un padre al que oponerse. Si no lo encuentran dispuestos
a ofrecer y mantener normas razonables, buscarán la trasgresión de las normas
sociales hasta situaciones desastrosas.
Muchos padres
intentan buscar, para sus hijos adolescentes, una solución familiar
capitalista: “Si sacas buena nota a final de curso, haz lo que quieras en
vacaciones.” El pacto no puede ser más corrosivo y crea una mentalidad
materialista: “Estudiar duro/jugar duro.” La esquizofrenia que plantea la
película, trabajo/fiesta, es desgarradora
para adolescentes y adultos. No hay términos medios: trabajo a tope, y fiesta,
alcohol y velocidad a tope. En cualquier curva puede acabar el fin de semana,
el verano y la vida.
La etapa
intermedia adolescencia-juventud, entre la infancia y la edad adulta, sigue
sorprendiendo a la mayoría de los padres sin preparación alguna. Para ciertas
cosas, seguimos tratándolos como niños: para otras ocasiones, les exigimos que
se comporten como adultos. El verano es una buena etapa para estar cerca de
ellos, conocerlos y quererlos mejor. Los institutos deberían replantear esta
difícil etapa.
JUAN LEIVA
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