Alcalá es un tanto reacia en reconocer los méritos
ajenos y en aplaudir la talla del personaje y la valía de su obra. Más tarde,
cuando ya ha visto o escuchado algo del artista en cuestión, no tiene
inconveniente en reconocer, admirar y aplaudir. Igual que cuando de una terna
de toreros se trata, el público y los aficionados aplauden a rabiar, y todavía
no ha salido ni el primer toro ni se
ha visto el primer lance; eso se debe hacer y de ellos hemos de aprender. Luego
será otra cosa; o seguirán las palmas o habrá pitos en abundancia, pero ellos,
los tres, ya venían precedidos de una fama, un historial, un “curriculum”. Son
las palmas las que hacen levantarle el ánimo, darle valor y ver la tarde con
optimismo; así es posible que todo vaya mejor, la faena más profunda y la
estocada más certera.
Recuerdo que hace unas docenas de años vinieron una
noche a cantar Antonio Machín, Juanito Valderrama, Antonio Molina y otros más,
y éste último, artista ya consagrado, salió al escenario cuando le tocó su
turno con un paso ligero triunfante con los brazos abiertos y con aire de
figura. Quedó estupefacto en el centro al ver que los espectadores permanecían
inmóviles, en silencio y sin sonar una sola palmada. Ante tanta extrañeza tuvo
que decir unas cuantas palabras, dando a entender algo así como si en este
pueblo no se supiese aplaudir; fue entonces cuando todos se arrancaron con un aplauso fuerte y
cerrado.
Como se ve, del pesimismo al optimismo va un
abismo. De estar crecido a estar hundido, amilanado, abatido, existe una gran
distancia. Y es que el público impone mucho.
Este verano, Alcalá ha estado bastante movido:
Jesús Cuesta Arana, el Ayuntamiento, el Compás, Andrés Romero Torres,
actuaciones por la noche en la Alameda, etc., y no se si siempre se ha estado a
la altura debida. Cito, por ejemplo, a Andrés Romero. En alguna ocasión, Santo
Domingo ha estado medio vacío y él mismo y su esposa, han estado dando toda
clase de explicaciones sobre su obra, rica y variada, a los escasos visitantes
que se podían contar con los dedos de una sola mano; dibujos, cuadros al óleo,
a carboncillo, a plumilla, etc. Todo un compendio sintetizado del Arte de la
Pintura. No digamos nada de sus obras tridimensionales como el Santuario, la
Parroquia, etc. Es un artista fecundo y variado que no está, y esto no lo sé
cierto, en proporción al éxito obtenido. Creo
que él se merece más. Conozco a pintores de menos categoría, pero que con más
influencia tal vez y en distinta circunstancia han llegado más lejos. El, en
cambio, Andrés Romero, no ha pasado en sus exposiciones del Puerto de Santa
María, fue la contestación que me dio a una pregunta mía, casi al paso, pues la circunstancia mía este
verano, por aspectos personales, no ha sido de mucho callejeo.
Quiero terminar y vuelvo a ti Andrés Romero, para darte
ánimo, decirte que debes tener tú más futuro con tu obra y te aplaudo con
entusiasmo y calor porque, imitando al título del programa de la televisión,
descubridor de artistas y valores de todo tipo, sin esperar que los cinco
círculos rojos se cambien a verde, por obra del jurado y espectadores, y con la
alegría y fuerza que grita en su afirmación nuestra paisana MERCHE, te digo,
sin poder emularla a ella: “TU SÍ QUE VALES”
José Arjona Atienza
Alcalá, 14 de septiembre de 2013
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