jueves, 24 de abril de 2014

EVOCACIÓN ALCALAÍNA


El pregón de una monja alcalaína
                                                                                                                                                                                                                                          
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      Debo reseñar que el pregón de San Jorge tuvo una introducción detallada y oportuna, a cargo de la profesora de Historia del Instituto Sáinz Andino, Isabel Velázquez. La vida y actividades de la pregonera Ana María Cordón Franco quedó abierto en canal, dejándonos un hálito y deseo de oír el tradicional pregón, que abre la puerta grande de la fiesta de Alcalá. Los que tuvimos la suerte de oír el pregón de San Jorge, coincidimos  en que la pregonera nos ofreció una auténtica guía para aprender a vadear las aguas de la vida.

Ana María Cordón Franco añade, además, que es monja, la Hermana Mayor del Beaterio de Jesús María y José de Alcalá,  y una experta en orientar caminos a niños y niñas, a adolescentes, jóvenes y mayores... Su temprana madurez es un modelo de moderación: su presencia, su voz y su mismo físico son moderados, de tal manera que el público no se cansa de oírla y de recoger cuidadosamente su pensamiento.

La primera impresión fue que, para ella, la vida es un juego maravilloso en el que siempre ganan los generosos, los amadores, los afanosos. No hay nada inútil en la vida, ni camino que no se pueda recorrer. Por si fuera poco, la pregonera es diestra en encontrar las alas que otros han perdido. Como si nos dijera: ¿Quieres contribuir a liberar el mundo? Pues comienza  por liberar a cada persona de sus preocupaciones, de sus aprensiones, de sus ejercicios, de sus prejuicios. Nada puede esclavizarnos, ni siquiera nuestro cuerpo, porque el cuerpo no es prisión, es un arma y un instrumento para vivir y amar a los demás.

La Hermana Mayor es alcalaína de pura cepa: nació, creció y realizó sus primeros estudios en Alcalá y, después, hizo la carrera universitaria en la capital, Cádiz. El proloquio de que “nadie es profeta en su tierra” no se ha cumplido en este caso. Es la excepción que todas las sentencias admiten. Ana María sí es profeta en su tierra. Y no será porque  haya guardado silencio. Es el tercer pregón que ha desgranado para Alcalá. Estoy seguro que todos los pueblos querrían tener una pregonera de esta talla.

La diferencia de nuestra pregonera con otros pregoneros y otras, no es el hábito, es la cortesía. La cortesía es el perfume de los humildes, y tiene la generosidad de que todos la podemos utilizar sin exigir nada a cambio. Dante dice que “Dios es el Señor de la cortesía”. Los que tratan con Dios suelen ser corteses. Cuando intercambio algunas palabras con la Hermana Mayor, siempre salgo con la impresión de que he recibido una lección de cortesía. Hasta los más pobres pueden disponer de una sonrisa, de una palabra, de un apretón de mano, de un beso o de un abrazo.

La caridad siempre lleva el ropaje de la cortesía y los santos más destacados brillan precisamente con ella. Basta recordar a San Francisco de Asís y al Padre Diego Ángel de Viera y Márquez. “No se atribuye a sí mismo la fundación del Beaterio, sino  a Dios, creando un centro de instrucción pública, un hospital para salud física de enfermos y salud moral y desarrollo de las inteligencias de las jóvenes para la lucha de la vida.” La vida, por breve que sea, siempre nos deja tiempo para la cortesía. Hay que huir de aquellos que dicen “Yo no tengo tiempo para cortesías.”

JUAN LEIVA



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