jueves, 14 de agosto de 2014

UN MÉDICO DEJA SU DESPACHO


Se nos fue un gran médico. No es muy corriente decir que un médico ha fallecido. El que está destinado a curar a otros, acaba de repente. Ironías de la vida. Y el pueblo, este pueblo de Alcalá de los Gazules lo ha sentido.
La noche del jueves cinco de mayo de 2014 se nos “marchó” Don Jesús; nuestras esperanzas se desvanecieron como el humo que sale por la chimenea. Ya no volveríamos más a visitar a nuestro doctor. El tenía una alta dosis de bondad y sencillez; era buena persona.
Al paciente, cualquiera que fuera lo atendía como si fuera su propio hijo. El trataba a todos por igual y los respetaba; por eso hemos sentido su macha. El que era tan correcto, tan amable, tan educado y agradable; y así salía a la mitad de la sala de espera y echando su brazo a nuestro hombro izquierdo nos introducíamos ambos, con el que le tocara, en su despacho. Hablando dentro con él era un amigo. Y se nos fue para no volver más; inesperadamente, rápidamente, silenciosamente. Él, que era la pura sonrisa, que era distinto y personal.
Decir don Jesús era decir médico, él era médico rural, médico de pueblo. ¿Que tendría que hacer aquel fatídico 5 de mayo allá arriba? Allí nadie se pone enfermo. Por las “pistas celestiales” no se ve correr ninguna ambulancia. En cambio aquí nos hizo mucha falta. Arriba, allá lejos, a ningún angelito le da una décima de fiebre. Y aquí abajo nos puede caer de todo, como cuando tú, Jesús, caíste fulminado sobre tu mesa de trabajo. Tú cuidabas a otros y te olvidaste de curarte a ti mismo. ¡Cuanta bondad encerraba tu profesión!
Tú ya habías sido víctima de un problema, de un tremendo problema que es uno de lo males de nuestro tiempo. Un peligro que le puede caer a cualquiera por igual. Ese mal tan maldito es la velocidad unida a la prisa. Todo formando las dos cosas, la tragedia de nuestros días. Ese terrible peligro nos puede hacer una visita a cualquiera y en cualquier momento. Tú ya habías sido víctima de un dolor, de un tremendo dolor que corre por las pistas de nuestras venas; es el dolor de nuestro tiempo que se te metió en el cuerpo y tampoco le hiciste caso ni le prestaste la menor atención. Era el virus de la velocidad. Todo aprisa, con  mucha prisa. Luego una ambulancia, una de tantas ambulancias que casi a diario tú requerías para un servicio urgente, de eso sabe algo este que os escribe, y se llevo también tu cuerpo por las autopistas provinciales, un cuerpo que apenas le quedaría un hilo de vida, quedando roto en unos breves momentos. Todo de prisa. ¿Y qué ganamos con la dichosa prisa? Hallamos nada más y nada menos que la muerte, como un año más la pierden algunas docenas en la entrada y salida al Circuito de Jerez. El tiempo hay que aprovecharlo, sí, pero con moderación, usando la cabeza y que ésta no sirva solo para ajustarte fuertemente cada uno su casco o colocarte un elegante sombrero cuando llegan estas mismas ferias, menos la de Alcalá y mucho más la de Jerez, amén de otras, pero esas no vienen al caso. Un choque, una piedra, un adoquín pueden acabar con toda una vida.
Tú sabías aprovechar la jornada al completo, como también alguna que otra noche te tocara guardia nocturna, en estos días de calor agobiante y noches pegajosas de calor en tu piel. Jornadas uniendo el día con la noche, días de calor y noches frías o calurosas como las que padecemos estos días; noches responsables, solitarias, interminables noches en un cuarto de esa clínica tan cercana para mí. Largas noches que dan para pensar en todo, en lo alegre y amargo, en la profesión y en la familia, en lo divino y en lo humano. Noches para todos y para casi todo, sobre todo en tus enfermos.
Quiero terminar y no pienses en los partidos de España y Brasil. No te calientes la cabeza. Eso no vale la pena. Ni la vida misma vale el valor que se le suele dar. No vale luchar nada más que por una sola cosa. Que tu preocupación sea solamente  de índole celestial.
DON JESÚS
Porque eres Jesús y eres doctor
que a todos atiendes por igual
con el gesto y talante natural
te agradezco tu hacer de bienhechor.

Ya tu nombre te hace ser autor
de sonrisa alegre y paternal,
te declara ser médico especial
que nos hace elegirte sin rubor.

Y nos gusta que siempre nos atienda
y si no estás un día, preguntamos
y escogemos otra fecha de tu agenda.

Porque tú te quedaras, ojalá,
tu clientela entera, te rogamos,
no te vayas, tú nunca de Alcalá


Alcalá de los Gazules, 21 de julio de 2014

José Arjona Atienza

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