sábado, 17 de enero de 2015

SEIS AÑOS EN SA.FA (1.977-1.983)

                                    

En el año setenta y dos
yo me hice a la mar
en una barca con rumbo
a la tarea de educar.

Y en el año setenta y siete,
después de mucho navegar,
tuve la mayor fortuna
que jamás pudiera soñar.

Pues guiado por el faro
que a las naves suele orientar,
hice escala con mi barca
en la SAFA de Alcalá.

Era el Puerto mejor
al que se podía llegar
pues el origen de la misma
allí conocí de verdad.

Y es que esta  Institución 
se creó con la misión
más generosa y más noble
de acoger entre sus aulas
a los alumnos más pobres.

Y me embarga la alegría,
y mi ilusión se desboca,
pues se traslada a Sevilla
el buen director Juan Coca.

Y no es que fuera mi deseo,
pero en el fondo me alegro
porque su marcha es voluntaria
y puedo trabajar en el Centro.

Y así llego a este Convento,
otro tiempo de Clarisas,
y ahora reconvertido
en Escuelas Profesionales
de la Sagrada Familia.



LOS   MAESTROS.

Y coincide mi entrada
con un nuevo Director,
que, como experto marinero,
sabrá llevar el timón.

Será, sin duda, el mejor
y excelente compañero,
y no hace falta decir 
que fue Don Jaime Cordero.

Allí estaba también
un Equipo de docentes
que lo hacía de maravilla:
Pepe Arjona, Ana María
y el recordado Manuel Mansilla.
 
Manolo Chica, Agustín Cuello,
Pepe Gallego y Andrés Agüera,
si buenos como maestros
como personas, de bandera.

Algo más tarde arribaron
un grupo de buena gente,
que no por llegar después
eran menos competentes.

Pedro Castellano y “El Santo”,
que no es que alcanzase los Cielos
y que regresó a Benalup
de donde era el compañero.

Al poco tiempo llegaron
Mari Pepa y Moisés,
un joven lleno de ideas,
Carlos, Manoli e Isabel.

El joven de quien les hablo
era de tierra marinera,
tímido y cándido a la vez
y procedía de Cartagena.

En el Centro y en el pueblo
enseguida se integró,
se llamaba Paco López
y llegó a ser Director.

EL   COMEDOR


 
Funcionaba el Comedor
de una manera eficiente,
pues del mismo se encargaba
un grupo de buena gente.

Y en la cocina era Juana
la más sabia y  soberana,
a veces más discutida
y siempre más alabada.

Preparaba buenos menús
y tenía por  compañeras
a su sobrina Manoli,
a María y a María Cabrera.

Se turnaban con frecuencia
el huevo frito y la mortadela,
las lentejas y salchichas
tagarninas y habichuelas.

Pero a la hora de comer
conseguían el milagro
Juana y sus ayudantes,
pues los alumnos terminaban
con lo que tuvieran delante.

La limpieza y la higiene
estaban aseguradas
por este equipo de mujeres,
pues con entrega y esmero
realizaban sus deberes.

FORMACIÓN     PROFESIONAL.

En el Patio de los Naranjos,
entre el Colegio y la Escuela Hogar,
se encontraban los Talleres
de Formación Profesional.

Ahí se sembró la semilla
que habría de germinar,
y que sería la salida
hacia el mundo laboral.

Chavales muy preparados
que llegarían a ocupar
puestos de relevancia
a la hora de trabajar.

Y eran los responsables
de dirigir bien la labor
Diego Mateo Visglerio
y Gabriel Camacho Candón.

Ambos fueron discípulos
de la “Escuela Sevillana”,
de alguien que dejó huella
en el quehacer de la SAFA.

Vaya desde estas líneas,
al Maestro y Persona sencilla,
el recuerdo agradecido
hacia el amigo Juan Sevilla.

ESCUELA   HOGAR

Anexa al Convento estaba
por entonces la Escuela Hogar,
donde convivían los alumnos
de los alrededores de Alcalá.

En este tiempo sus plazas
estaban tan solicitadas
que era lo normal que siempre
estuviesen ocupadas.

Desde el lunes hasta el viernes
ahí estaban los alumnos
y hasta en fines de semana
también lo hacían algunos.

Era duro presenciar,
los lunes por la mañana,
a algún chico que llegaba
y al despedir a sus padres
con cuánta pena lloraba.

Pero ahí los recibían
aquellos que se ocupaban
de atenderles y educarles
y se sintieran como en casa.

A las clases asistían,
y ya una vez acabadas,
los Maestros de Escuela Hogar
a estos niños se entregaban.

Destacaron en esta labor
gente paciente y humana,
Maestros de Escuela Hogar
que siempre dieron la talla.

Entre ellos, José Luis Castillo,
Isi, Mari Tere y Genaro,
Toñi, Chari y Andrés Pastor,
Andrés López y Pedro el de Los Barrios.

Fue un trabajo ilusionante,
lleno de entrega y vocación,
para unos niños necesitados
de recibir lo mejor.

En este tiempo vivieron
emociones y experiencias
aprendieron a ser responsables
y a ejercer la convivencia.

LOS   ALUMNOS.

Aquellos alumnos de entonces,
alumnos de este Convento,
aunque pasaron los años
todavía yo los recuerdo.

Llevando su  babi azul
y la alegría en la cara,
orgullosos de su Centro
y de lo que representaba.

Y es que aquellos alumnos,
comparados con los de hoy,
no eran mejores ni peores,
pero tenían más respeto
a maestros y a mayores.

En ese Patio de Mármol
los recuerdo cada día,
en filas para la entrada
o rezando en el mes de María.

Y jugando en los recreos
en suelos de arena y piedras,
o “luchar” contra el Levante
ahí en la calle Carrera.

O disfrutando del deporte
potenciado por el Centro,
y de otras actividades
a las que imprimía su sello.

O quizás con resignación
aceptando los errores
que, como humanos que somos,
cometemos los mayores.

Aquellos niños de entonces,
alumnos de este Colegio,
nunca discutían con  niñas
ni en clases ni en los recreos.

Jamás un problema surgió
por diferencias de sexo,
y lo digo muy en serio,
pero es que las niñas estaban…
¡unas en el Juan Armario
y otras en el Beaterio!

AGRADECIMIENTO

Y como de bien nacidos
es el ser agradecidos,
reconozcamos la labor
de todos los que por SAFA
trabajaron con ilusión.

A todos los que impulsaron
el caminar de la Institución,
agradezcamos su esfuerzo
y llevémosle en el corazón.

Y aquí en la Plaza Alta,
a los pies de nuestro Patrón,
junto al Castillo Gazul,
junto a la Puerta del Sol,
cual la más hermosa estrella
que siga alumbrando la SAFA
desde la calle Carrera.

Que siga brillando la SAFA
y esparciendo la semilla
del SABER y del AMOR
a los niños y a las niñas.
                                                      



Francisco Gil García. 
Enero 2.015.

                      60 Aniversario de la Fundación SAFA en
Alcalá de los Gazules.


0 comentarios:

El tiempo que hará...