En el año setenta y dos
yo me
hice a la mar
en
una barca con rumbo
a la
tarea de educar.
Y en
el año s etenta y siete,
después
de mucho navegar,
tuve
la mayor fortuna
que
jamás pudiera soñar.
Pues
guiado por el faro
que a
las naves suele orientar,
hice
escala con mi barca
en la
SAFA
de Alcalá.
Era
el Puerto mejor
al
que se podía llegar
pues
el origen de la misma
allí
conocí de verdad.
Y es
que esta Institución
se
creó con la misión
más
generosa y más noble
de
acoger entre sus aulas
a los
alumnos más pobres.
Y me
embarga la alegría,
y mi
ilusión se desboca,
pues
se traslada a Sevilla
el
buen director Juan Coca.
Y no
es que fuera mi deseo,
pero
en el fondo me alegro
porque
su marcha es voluntaria
y
puedo trabajar en el Centro.
Y así
llego a este Convento,
otro
tiempo de Clarisas,
y
ahora reconvertido
en
Escuelas Profesionales
de la Sagrada Familia.
LOS MAESTROS.
Y
coincide mi entrada
con
un nuevo Director,
que,
como experto marinero,
sabrá
llevar el timón.
Será,
sin duda, el mejor
y
excelente compañero,
y no
hace falta decir
que
fue Don Jaime Cordero.
Allí
estaba también
un
Equipo de docentes
que
lo hacía de maravilla:
Pepe
Arjona, Ana María
y el
recordado Manuel Mansilla.
Manolo
Chica, Agustín Cuello,
Pepe
Gallego y Andrés Agüera,
si
buenos como maestros
como
personas, de bandera.
Algo
más tarde arribaron
un
grupo de buena gente,
que
no por llegar después
eran
menos competentes.
Pedro
Castellano y “El Santo”,
que
no es que alcanzase los Cielos
y que
regresó a Benalup
de
donde era el compañero.
Al
poco tiempo llegaron
Mari
Pepa y Moisés,
un
joven lleno de ideas,
Carlos,
Manoli e Isabel.
El
joven de quien les hablo
era
de tierra marinera,
tímido
y cándido a la vez
y
procedía de Cartagena.
En el
Centro y en el pueblo
enseguida
se integró,
se
llamaba Paco López
y
llegó a ser Director.
EL COMEDOR
Funcionaba el Comedor
de una manera eficiente,
pues del mismo se encargaba
un grupo de buena gente.
Y en la cocina era Juana
la más sabia y soberana,
a veces más discutida
y siempre más alabada.
Preparaba buenos menús
y tenía por
compañeras
a su sobrina Manoli,
a María y a María Cabrera.
Se turnaban con frecuencia
el huevo frito y la mortadela,
las lentejas y salchichas
tagarninas y habichuelas.
Pero a la hora de comer
conseguían el milagro
Juana y sus ayudantes,
pues
los alumnos terminaban
con
lo que tuvieran delante.
La
limpieza y la higiene
estaban
aseguradas
por
este equipo de mujeres,
pues
con entrega y esmero
realizaban
sus deberes.
FORMACIÓN PROFESIONAL.
En el
Patio de los Naranjos,
entre
el Colegio y la
Escuela
Hogar ,
se
encontraban los Talleres
de
Formación Profesional.
Ahí
se sembró la semilla
que
habría de germinar,
y que
sería la salida
hacia
el mundo laboral.
Chavales
muy preparados
que
llegarían a ocupar
puestos
de relevancia
a la
hora de trabajar.
Y
eran los responsables
de
dirigir bien la labor
Diego
Mateo Visglerio
y
Gabriel Camacho Candón.
Ambos
fueron discípulos
de la
“Escuela Sevillana”,
de
alguien que dejó huella
en el
quehacer de la SAFA.
Vaya
desde estas líneas,
al
Maestro y Persona sencilla,
el
recuerdo agradecido
hacia
el amigo Juan Sevilla.
ESCUELA HOGAR
Anexa
al Convento estaba
por
entonces la
Escuela
Hogar ,
donde
convivían los alumnos
de
los alrededores de Alcalá.
En
este tiempo sus plazas
estaban
tan solicitadas
que
era lo normal que siempre
estuviesen
ocupadas.
Desde
el lunes hasta el viernes
ahí
estaban los alumnos
y
hasta en fines de semana
también
lo hacían algunos.
Era
duro presenciar,
los
lunes por la mañana,
a
algún chico que llegaba
y al
despedir a sus padres
con
cuánta pena lloraba.
Pero
ahí los recibían
aquellos
que se ocupaban
de
atenderles y educarles
y se
sintieran como en casa.
A las
clases asistían,
y ya
una vez acabadas,
los
Maestros de Escuela Hogar
a
estos niños se entregaban.
Destacaron
en esta labor
gente
paciente y humana,
Maestros
de Escuela Hogar
que
siempre dieron la talla.
Entre
ellos, José Luis Castillo,
Isi,
Mari Tere y Genaro,
Toñi,
Chari y Andrés Pastor,
Andrés
López y Pedro el de Los Barrios.
Fue
un trabajo ilusionante,
lleno
de entrega y vocación,
para
unos niños necesitados
de
recibir lo mejor.
En este
tiempo vivieron
emociones
y experiencias
aprendieron
a ser responsables
y a
ejercer la convivencia.
LOS ALUMNOS.
Aquellos
alumnos de entonces,
alumnos
de este Convento,
aunque
pasaron los años
todavía
yo los recuerdo.
Llevando
su babi azul
y la
alegría en la cara,
orgullosos
de su Centro
y de
lo que representaba.
Y es
que aquellos alumnos,
comparados
con los de hoy,
no
eran mejores ni peores,
pero
tenían más respeto
a
maestros y a mayores.
En
ese Patio de Mármol
los
recuerdo cada día,
en
filas para la entrada
o
rezando en el mes de María.
Y
jugando en los recreos
en
suelos de arena y piedras,
o “luchar”
contra el Levante
ahí
en la calle Carrera.
O
disfrutando del deporte
potenciado
por el Centro,
y de
otras actividades
a las
que imprimía su sello.
O
quizás con resignación
aceptando
los errores
que,
como humanos que somos,
cometemos
los mayores.
Aquellos
niños de entonces,
alumnos
de este Colegio,
nunca
discutían con niñas
ni en
clases ni en los recreos.
Jamás
un problema surgió
por
diferencias de sexo,
y lo
digo muy en serio,
pero
es que las niñas estaban…
¡unas
en el Juan Armario
y
otras en el Beaterio!
AGRADECIMIENTO
Y
como de bien nacidos
es el
ser agradecidos,
reconozcamos
la labor
de
todos los que por SAFA
trabajaron
con ilusión.
A todos
los que impulsaron
el
caminar de la Institución ,
agradezcamos
su esfuerzo
y
llevémosle en el corazón.
Y
aquí en la
Plaza
Alta ,
a los
pies de nuestro Patrón,
junto
al Castillo Gazul,
junto
a la Puerta del Sol,
cual
la más hermosa estrella
que
siga alumbrando la SAFA
desde
la calle Carrera.
Que
siga brillando la SAFA
y
esparciendo la semilla
del
SABER y del AMOR
a los
niños y a las niñas.
Francisco Gil García.
Enero 2.015.
60 Aniversario de la Fundación SAFA en
Alcalá de los Gazules.
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