jueves, 5 de febrero de 2015

ANÁLISIS DEL DOMINGO - EL AMOR



La palabra más utilizada durante el mes de febrero es “amor”.  Todos los medios y a todas horas no se cansan de repetirla como una necesidad. Eso no quiere decir que sea la más conocida, la más asumida,  ni la mejor asimilada. Tanto amor como querer entrañan lo más valorado, lo más  apreciado, lo más deseado por los seres humanos. Pero el “Amor” se ha convertido en tópico, en lugar común, en sinónimo manido, en palabra vacía de tanto manosearla.  De tal manera es así, que el pueblo utiliza más el sinónimo “querer”. Sin embargo, tanto amor como querer expresan lo mismo,  “benevolencia”, que significa querer bien.  Lo de amor resulta más romántico, más sonoro, más fino, pero “querer” es más familiar, más cercano, más llano, más sincero.

Amor de benevolencia  es un amor-dádiva, porque es un tipo de amor en el que la persona amada se descubre como un regalo, como si la relación con ella sea un don, el mejor regalo que podían hacerle. Es un amor cargado de alegría, que no busca recompensa, que se da totalmente. A este amor podemos llamarle “amor de necesidad o amor de deseo”, porque ama a la persona por lo que ella es, por ella misma.

El amor es mucho más que un sentimiento, es un acto de la voluntad cargado de sensaciones. El sentimiento puede desaparecer, pero la voluntad, no. Se ama porque la voluntad quiere querer de forma estable. El sentimiento es inestable y cambia con facilidad, de manera que dura sólo el tiempo que permanece la sensación. Los jóvenes creen que se aman porque son agitados por el sentimiento de una noche de sábado. Al sábado siguiente, desaparece el amor porque ya no hay sentimiento. Sentir no es querer.

Ese sentimiento podemos llamarle afecto. El afecto es sentir que se quiere pero, además de afectos, el amor necesita efectos; es decir, actos, obras, acciones, que son pruebas de una sincera voluntad. Por tanto, el amor está integrado por afectos y efectos. Si sólo hay sentimientos, es sentimentalismo, y eso es inestable; el amor busca realizar lo que se quiere y con quien se quiere, de una manera estable.

Después, la vida se encarga de realizar otra clase de amores, según las personas que nos acompañan: amor matrimonial, amor filial, amor de amistad, amor de admiración, amor de los discípulos, amor de los maestros, amor de  los compañeros de trabajo, amor al arte…

De los amores a las distintas personas, surgen acciones nacidas de la voluntad amorosa. Los actos propios del amor se dan en cada una de las distintas relaciones con las personas. La inclinación a conseguir una plenitud propia nos hace desear y buscar lo que no se tiene. 

Todo se reduce a una sola idea: el amor consiste en hacer feliz a la persona amada. Cuando alguien quiere hacer feliz a las personas que quiere, lleva a cabo los actos propios del amor según la persona que trate.

Febrero es el mes escogido para hablar de amor, por aquello de San Valentín,  pero en marzo, abril y mayo, con la primavera, la naturaleza se encarga de fomentar el amor.
                                                                                                                         



Juan Leiva
                                                                                                              






  

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