En unos tiempos donde la escasez de
valores se deja sentir, el ser humano necesita más que nunca, comunicarse con
personas que nos ayuden a reflexionar sobre la verdad y realidad de la vida
cotidiana. El profesor José Antonio Hernández Guerrero, Catedrático de Teoría
de la Literatura de la UCA, es uno de ellos. En el Centro Cultural Reina Sofía
de la capital gaditana, dictó una lección magistral de humanismo y convivencia,
con motivo de la entrega del Premio Gaditano de Ley que otorga el Ateneo de Cádiz
en colaboración con la Fundación Cruz Campo.
Un premio que llega en su justo
momento, aunque el querido Profesor, por su nobleza, humildad y sencillez, no
guste de premios, homenajes y demás actos efímeros, que “endulzan a otros”. Relajado
y cercano, fue desgranando vivencias personales y familiares, con especial
recuerdo a sus padres, hermano, esposa e hijos. Sus orígenes en el modesto
Colegio de doña Lola, en María Arteaga, su posterior paso por los Hermanos de
la Salle del Colegio La Salle-Viña y los doce años en el Seminario, muy duros
con una disciplina férrea, sirvieron para su futuro, como hoja de ruta y reglas
de juego.
Su compromiso con Cádiz, entre
murallas, rica y pobre como la definió acertadamente, trasciende más allá del
hecho de ser ciudadano, manifestando, “quiero esforzarme y servirla, ser
gaditano es un privilegio, que proporciona indiscutibles ventajas, explicar las
cosas de esta tierra, para que la conozcan mejor”. Durante su clara y rotunda
oratoria utilizó el término gracias, que hizo extensiva a todos cuanto han
contribuido a la concesión del premio, al Club de Letras, que recorren la
provincia, por sus enseñanzas teóricas y prácticas, a los distintos medios de
comunicación, como Diario de Cádiz y a todos que le han brindado su amistad y
ayuda a lo largo de su vida, a los que también agradece sus críticas pidiendo
que no cesen, cuando sea necesaria.
El profesor Hernández Guerrero, acumula
cuatro tesis doctorales en distintas Universidades, un palmarés académico muy
difícil, ya que de por sí cuesta lo suyo sacar una. Una prueba irrefutable de
su sabiduría, trabajo, tenacidad y esfuerzo, cualidades que le acompañan
durante toda su vida. El modelo de vida, sus valores evangélicos, su compromiso
con la sociedad, con humildad, calidad humana, adornan la personalidad de un
hombre bueno, sincero, culto, que sabe escuchar y aprender de los demás.
Luis Rivas
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