A todos
nos gusta el descanso, el silencio y el relax en algunas ocasiones. No vamos a
desear ni a pedirlo en una feria, romería o sentados en las gradas de un
estadio o plaza de toros. En estos casos reina todo lo contrario, o sea, el bullicio,
el alboroto, el ruido y las palmas, o los pitos.
Pero
esto solo sucede en unos cuantos casos al año. Ni todo el año es jarana y
alegría o recogimiento y devoción. Hay ocasiones para todo, en los que podamos
participar libremente o no. Yo diría que todos o casi todos hemos disfrutado,
de un día de
feria, partido, toros, Noche Buena o carnaval.
Pero una
de las cosas que debemos practicar a diario es sobre todo, el sueño. Don Pedro
Calderón de la Barca ya hablaba de esto en el siglo de oro.
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Claro
que con esta décima, él se refería a los sueños que se tienen inconscientemente
durante el sueño diario. Porque si no duermes no podrás tener sueños.
El que
esto escribe, casi a diario le vienen los sueños. Yo pienso que soñar es bonito
porque te pinta y vives en un mundo fantástico, aunque tan solo sea por unos
instantes.
Últimamente
sueño, por lo general, un poco antes de levantarme. Tienen la singularidad de
que se olvidan enseguida. El de hoy aún lo recuerdo. Consistía en una discusión
de pretender conocer los pros y los contras de poder comprar un piso en Cádiz o
en Sevilla. Mis interlocutores, eran unos vecinos de la “Tacita de plata”, y
cada uno se inclinaba por una de estas dos ciudades. Yo no lo tenía claro del
todo, llevando a cuestas la eterna duda; ya se lo que dice que “sobre gustos no
hay nada escrito”.
De ser
esto así, caeríamos en la igualdad, en la uniformidad de pensamiento, en la
conformidad mental y esto, pienso, no es bueno. Es conveniente que haya
diversidad en lo que se piensa, se dice y se hace; de lo contrario caeríamos en
la monotonía que lleva al aburrimiento; y por lo tanto en la igualdad en la
forma de actuar.
Cuando
hace unos años vivía en Cádiz, oí algo que me inclinó a la reflexión. Era el
comentario afirmando que si a un individuo le daba, en el silencio de la noche,
hacer todo el recorrido en moto a todo gas, desde la Plaza de España hasta la
entrada de la ciudad, el ruido que provocaría a lo largo de la avenida,
supondría despertar a la tercera parte de la población gaditana. Esto supone,
unos cincuenta o sesenta mil habitantes. Viene esto a colación del ruido que
soportamos los de esta esquina de Alcalá, en los que vivimos y dormimos (?).
Se
podría afirmar algo parecido en éste nuestro pueblo. Como cuando en la noche de
este caluroso verano pasado, a un motorista, en plena noche, saliese desde San
Antonio hasta la Plaza Alta, bien podría conseguir, durmiendo con ventanas y
balcones abiertos, que despertase a un tercio de la población, o se a despertar
a dos mil o dos mil quinientas personas alcalainas.
Creo que
debería de haber un poco más de sensatez, hacer suya y cumplir con la apropiada
frase que dice “piensa en los demás”.
Alcalá de los Gazules,
25 de septiembre de 2015
José Arjona Atienza
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