Andrés, puntualmente como
siempre, me ha enviado el acuerdo del Pleno del Ayuntamiento de nuestra ciudad
de Alcalá, sobre la decisión, en el punto 12, de cambiar el nombre de la
Plazuela por el de “Plazuela de
Emigrantes de Alcalá”. Acto que tendrá lugar en la misma plaza el sábado 25
de abril a las 11 horas.
A primera vista, el cambio
de nombre de la Plaza podría parecer un capricho de un grupo de alcalaínos, que
vivimos en la diáspora, y nos gustaría estar con más frecuencia presentes en
nuestra inefable patria alcalaína, donde tuvimos la suerte de nacer. Y es
verdad que también es eso, pero hay otra razón más poderosa, la necesidad de
buscar el futuro para los hijos. Es una herida que no acabamos de curar y que
se ha enconado, aumentándose el descenso de la población alcalaína en los
últimos años.
Echando a vuelapluma un
vistazo a la familia propia y a la de los familiares y amigos, hay otras
razones paralelas que han influido también en la emigración, como el estudio de
los hijos o el trabajo que no había en Alcalá. Pero el realismo nos obliga a
considerar que, en el año 1.900, Alcalá tenía 8.077 habitantes. En la siguiente
década de 1910, Alcalá contaba con 9.214 habitantes. En 1970, Alcalá tenía
11.221 habitantes. La diferencia entre el año 1977 y el 2005 es apabullante,
Alcalá pierde la mitad de su población y se queda con 5.377 habitantes.
Las causas de esta
emigración no son casuales, se vienen arrastrando desde la Guerra Civil,
generalmente por motivos laborales. Hay una emigración interior que hicieron
muchas familias buscando la vida y el estudio de los hijos en ciudades mayores,
como sucedió en nuestra provincia con Jerez, Algeciras y Cádiz.
Hubo otra emigración hacia
el exterior, principalmente a Venezuela, Argentina, México, Cuba y otros países
sudamericanos por motivos laborales. En cierto momento, en estos países
detuvieron la inmigración de españoles, lo que dio origen a una emigración
clandestina desde Canarias, que llegó a alcanzar la cifra de casi 2.000 inmigrantes
de distintas regiones. Lo ilegal de esta inmigración se debió al cambio de los
gobiernos sudamericanos.
En 1956, España se adhiere
a la Comisión Intergubernamental para migraciones europeas (C.I.M.E.). Este año
se alcanza el record de emigrantes españoles a Venezuela, y la percepción del
español promedio en España, cuya emigración había cambiado bastante.
La gran emigración llega
en 1960 y se dirige hacia la Europa Occidental. En 1978, la Constitución
concede la libertad de emigrar a todos los españoles y hay otra oleada de
emigración que ha venido arañando a nuestra demografía alcalaína.
Sin embargo, la emigración
no ha podido acabar con el sentimiento y las raíces de nuestros orígenes. Todos
hemos llevado con orgullo nuestra naturaleza alcalaína. Es verdad que ha habido
períodos más acuciantes que otros, pero nunca se ha perdido la conciencia de
nuestra patria alcalaína, por su arquitectura, por su geografía, por sus
costumbres, por su religiosidad y, sobre todo, por sus gentes. Esperamos que el
día 25 de abril, a las 11 de la mañana, estemos en la Plazuela todos los
emigrantes que podamos acudir, para agradecer al Ayuntamiento y a Alcalá la
rotulación que han dedicado a los alcalaínos de la diáspora.
Juan
Leiva
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