Resucitaremos
Estoy convencido de que las situaciones
límite que estamos viviendo desde hace ya un año pueden conducirnos, al menos,
a que nos replanteemos algunos aspectos de la vida y a que nos decidamos a
humanizar más nuestras vidas personales, familiares y sociales. Deseo
que, a partir de ahora miremos con otros ojos a los crucificados de la
historia, a los esclavos de todos los tiempos, a los pobres, oprimidos,
marginados, inmigrantes y refugiados, a los ahogados en el Mediterráneo o en la
travesía a Canarias, y a todos los que han muerto soñando y luchando por otro
mundo más justo y humano
Espero que, tras derrotar a la pandemia,
muchos de los que podamos contar sus
efectos devastadores tendremos muy en cuenta algunas de las lecciones que hemos
aprendido. Sin caer en ingenuos optimismos, buscaremos fórmulas eficaces para
evitar que la desolación pesimista nos contagie y tiña toda nuestra existencia
con los colores lúgubres de los que carecen de esperanza. Lucharemos para
encontrar acicates en los que agarrarnos y claves que nos ayuden a interpretar
los signos de esperanza que lucen en medio de ese oscuro paisaje. Si las
sombras y los nubarrones pueden servir para resaltar las luces y para aprovechar
mejor los días soleados, la correcta interpretación estos dolores y de los errores
que hemos cometido nos puede ayudar para que descubramos el germen vital que
late en el fondo de nuestra existencia humana individual y colectiva.
Para hacer este pronóstico, no me apoyo
en ideologías, en teorías filosóficas ni siquiera en consideraciones psicológicas
sino, simplemente, en la observación de la Naturaleza. Los marineros saben que,
tras la tempestad, llega la calma; los labradores conocen que al invierno le
sigue la primavera y el verano; los psicólogos nos explican que la esperanza es la receta imprescindible
para evitar la depresión, los fieles de las diferentes creencias se consuelan
con la vida futura y los cristianos fundamentan sus vidas en su fe en la resurrección
de Jesús de Nazaret. Pero yo me conformo, querido Pepe, con recordarte esa
frase que tanto te repite tu madre: “Siempre que has sufrido algún
contratiempo, han surgido insospechados beneficios”. Estoy convencido de que las situaciones que
estamos viviendo pueden conducirnos a un replanteamiento del sentido de la
vida.
José Antonio Hernández Guerrero
Catedrático de Teoría de la Literatura
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