Convivir para vivir
Hay
que ver cómo las redes sociales están ampliando la distancia física entre las
personas y, por lo tanto, dificultando la convivencia y la comunicación humanas.
Parto del supuesto de que la convivencia y la comunicación no consisten sólo en
estar próximos ni en proporcionar informaciones, sino que son procesos complejos
que exigen la participación en las vidas de los otros: que “comulguemos” con
los sentimientos que fundamentan, alimentan y orientan nuestras vidas. El
verano y las vacaciones pueden proporcionarnos oportunidades para que, además
de mirar y admirar el paisaje y los monumentos, prestemos una mayor atención a
las con las que convivimos.
No
es lo mismo “coexistir” que “convivir”. Convivir significa concurrir en un
mismo tiempo, coincidir en un mismo espacio y, además, participar en las vidas
de los otros. Es cierto que, gracias a los medios de comunicación virtual,
podemos enviarnos mensajes sin la necesidad de la presencia física, pero, para
convivir humanamente, es necesario que, en la medida de lo posible, intervengan,
además de nuestros sentidos, nuestras emociones y nuestros pensamientos. Aunque
se realicen los negocios, las clases, los exámenes, las amistades, las compras,
las consultas médicas, las intervenciones quirúrgicas y hasta el amor a
distancia, no podemos decir que estamos realizando una verdadera convivencia
humana si no participamos en las vivencias emocionales, en las esperanzas y en
los temores, en las alegrías y en las tristezas.
Para
convivir necesitamos vernos, oírnos y tocarnos, trabajar, aprender, disfrutar y
sufrir unidos y reunidos. Convivir es intercambiar sensaciones y comunicarnos nuestras
emociones en estos espacios comunes, en estas calles y en estas plazas en las
que participamos del calor y del frío, por las que pasamos y paseamos, en esos
espacios comunes de los juegos y de las fiestas.
Permítanme
que les cuente mi tristeza al escuchar a unos amigos que me han expresado la
soledad que están sintiendo durante estas vacaciones recluidos en las
residencias de ancianos. No olvidemos que la comunicación humana, la
participación en las vidas de los otros es tan indispensable como los alimentos
y la respiración en todas las edades.
José Antonio Hernández Guerrero
Catedrático de Teoría de la Literatura
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