Descansar
para sacudir el aburrimiento
En mi opinión descansar de manera
adecuada es una habilidad que nos exige un permanente y un correcto
aprendizaje. Tengo la impresión de que los animales lo hacen mejor que
nosotros, los seres inteligentes humanos. Para descansar, en el sentido
etimológico de esta palabra, es imprescindible, en primer lugar, que estemos
cansados y, por eso, no es posible hacerlo cuando no nos lo pide el cuerpo ni lo
aconseja el espíritu, pero también es cierto que no podemos descansar
adecuadamente cuando hemos trabajado o descansado excesivamente. Aceptemos al
menos que, igual que la alimentación, el descanso requiere que desarrollemos
habilidades para administrarlo de una manera saludable.
Para
descansar necesitamos, en primer lugar, "desconectar" física, mental
y afectivamente de las ocupaciones y de las preocupaciones cotidianas. El
descanso nos alimenta cuando nos ayuda a contemplar nuestras vidas desde el
silencio y desde la intimidad, cuando paramos el reloj interior, ese mecanismo
mental que nos impulsa a seguir la carrera frenética de nuestras agendas. Para
descansar debemos volver a aprender a detenernos para mirar a los ojos a las
personas, a contemplar la naturaleza y, sobre todo, a regenerarnos en el
diálogo –nunca alcanzado plenamente- con nosotros mismos.
Todos,
con independencia de la edad que hayamos cumplido, debemos estar en guardia
para evitar la tentación de dejarnos llevar por el frenesí de la hiperactividad,
de caer en la trampa del activismo con el fin iluso de sentirnos unos protagonistas
absolutos. El aprendizaje del descanso nos ayuda a cultivar la mirada
contemplativa, a mantenemos en contacto con nosotros mismos, a reemprender
nuestras tareas de una manera razonable y provechosa sin anestesiar nuestra
mente por falta de aliento, y sin devorarnos mutuamente. Un
descanso adecuado nos ayudará a estar más conscientes de nuestras vidas, a
mejorar nuestro rendimiento y, probablemente, a evitar el mal humor y la
irritabilidad que enrarece la atmósfera y amarga las relaciones con nosotros
mismos. En mi opinión, quizás la fórmula más fácil sea compartir el tiempo con
los que nos quieren, disfrutar con nuestros amigos, con nuestros familiares y,
sobre todo, con nosotros mismos. Este mes de agosto nos
proporciona otra oportunidad para descansar el cuerpo y el espíritu, para vivir
la vida, e, incluso, para, superando la pereza, seguir creciendo con
independencia de la edad, de las creencias, de las posibilidades económicas e,
incluso, del estado de salud, a condición de que evitemos el aburrimiento, esa
desagradable sensación de desgana, de cansancio y de fastidio que nos produce
la rutina.
José
Antonio Hernández Guerrero
Catedrático
de Teoría de la Literatura
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