Elliot
W. Eisner
El arte y la creación de la mente
Barcelona,
Paidós, 2022
El conocimiento humano y, por lo tanto,
su aprendizaje son procesos complejos en los que intervienen diferentes
facultades. Para informarnos de los significados de los objetos y para
interpretar los episodios que forman parte de nuestras vidas necesitamos
ejercitar todas nuestras capacidades sensitivas, imaginativas, emocionales y
racionales. Sí, es indispensable que usemos la vista, el olfato, el oído, el
gusto y el tacto. Como afirma Antonio Machado: “Hay que tener los ojos muy
abiertos para ver las cosas como son; aún más abiertos para verlas otras de las
que son; más abiertos todavía para verlas mejores de lo que son”. Me atrevo a decir que, sin el uso
adecuado de los sentidos no es posible que funcione ni la imaginación, ni el
sentimiento, ni la inteligencia.
En esta obra el autor nos explica el
papel de las artes en la transformación de la conciencia y cómo el cultivo de
las artes orienta y a veces determina nuestra comprensión de los episodios
cotidianos. ¿Por qué y para qué? Porque “refina nuestros sentidos” para
aumentar nuestra capacidad de experimentar el mundo en el que habitamos y “para
que podamos imaginar lo que realmente no podemos ver, saborear, tocar, oír u
oler”. Nos explica con claridad cómo la imaginación es una forma de pensamiento
que “engendra imágenes de lo posible y que también desempeña una función
cognitiva de importancia fundamental”.
Oportuna, a mi juicio, es su detallada
explicación de los principios, criterios y pautas que hemos de seguir con el
fin de determinar los objetivos, la metodología y los usos educativos de la
evaluación en la enseñanza efectiva de las artes plásticas, y especialmente
oportuna en mi opinión, es su detallada descripción de los beneficios que
proporciona a los alumnos y a los profesores la enseñanza artística.
Elliot W. Eisner, profesor de arte de la Universidad de Standfort, parte del supuesto de que todas las formas poseen cualidades que expresan o suscitan sentimientos o emociones y de que todas ellas se someten –o se pueden someter- al control inteligente de la experiencia y de la técnica. Explica con detalle y con claridad cómo, si para ver es imprescindible aprender a ver, el arte es un cauce directo para educar el gusto y para orientar la vista y los demás sentidos: “Las artes nos invitan a prestar atención a las cualidades de lo que oímos, vemos, saboreamos y palpamos para poderlo experimentar”. A mi juicio, es una obra oportuna y válida para que los docentes de las diferentes disciplinas científicas, humanas y artísticas revisemos algunas de nuestras teorías y prácticas pedagógicas y para que nos preguntemos si es conveniente y necesario adoptar algunas de estas ideas.
José Antonio Hernández Guerrero
Catedrático de Teoría de la Literatura
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