Además de por su sencillez, por su
laboriosidad y por su vitalismo, la profesora Asunción León-Salas Rabadán me
llama la atención por el esmero con el que crea una atmósfera de mutuo respeto
y genera un clima de amistad entre sus compañeras y alumnas. Paciente y amable,
mide sus gestos con primor y, con sus actitudes atentas y serviciales, nos
demuestra que es posible mantener el orden haciendo grato el aprendizaje y
generando un clima de confianza.
Profundamente creyente, se entrega a su
trabajo y disfruta con una sorprendente generosidad imaginativa. Sin necesidad
de los escaparates ni de las vitrinas, es una conversadora amena capaz de
transmitir una brisa reparadora que sorprende por su nueva forma de explicar
Lengua y Literatura contagiando a sus alumnas el entusiasmo, la laboriosidad y
la creatividad.
Me llama atención la facilidad con la
que relaciona la Lengua y la Literatura con la vida, y la habilidad con la que
muestra la vigencia de valores estéticos acreditados y la necesidad de
enriquecer los lenguajes humanos y las obras literarias de acuerdo con nuestra
dignidad. Quizás lo más sorprendente sea su destreza para tratar los temas
literarios relacionándolos con las cuestiones más palpitantes de las ciencias
humanas, de los hábitos sociales y de los comportamientos morales.
Asunción concibe y practica –vive- la
enseñanza como un ejercicio servicial y concibe sus clases como lugares de la
comprensión, como espacios de diálogo y como cauces de comunicación. Para ella,
más que transmisión de información, la docencia es una manera de contagiar
valores. Por eso cuida tanto las frases de aliento y los mensajes de esperanza
orientados e impulsados por una concepción de la vida humana inspirada en
bienes trascendentes. Sus maneras de ver, de articular, de analizar y de
interpretar la literatura son estimulantes invitaciones para el diálogo con los
valores estéticos y éticos más nobles y adecuados a nuestra dignidad. Su labor
docente se asienta en el afán explícito de conocer, de jerarquizar, de explicar
y de difundir los servicios que dignifican a esos seres humanos que, guiados
por unos deseos de autorrealización y de perfeccionamiento, aspiran noblemente
a las metas de la armonía, de la justicia, de la paz y de la fraternidad.
José Antonio Hernández
Guerrero
Catedrático de Teoría
de la Literatura
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