La política es una tarea compleja que debemos aprender y, por lo tanto, estudiar.
José Antonio Marina
Historia
universal de las soluciones
Barcelona,
Ariel, 2024
Uno de los
mayores obstáculos para “hacer política” y para interpretar y valorar la
historia de las decisiones y de las acciones políticas es la escasez de rigor
en los principios, en los criterios y en las pautas que aplican, y la
abundancia de prejuicios personales e ideológicos en los que se suelen fundamentar
los análisis de los comentaristas y de los historiadores. En esta obra José
Antonio Marina sistematiza una exhaustiva cantidad de ideas claras que sirven
de soportes para una práctica nueva de la acción política y unas reflexiones
profundas sobre la evaluación de decisiones tan importantes y sobre la
necesidad de abordarlas desde diferentes Ciencias Humanas como la Filosofía, la
Historia, la Psicología, la Antropología y, por supuesto, la Ética.
Él parte del
supuesto de que la función de la política es resolver problemas, pero reconoce que,
con demasiada frecuencia, en vez de considerarlos correctamente, al plantearlos
mal, los complican de forma creciente. Por eso su afirmación inicial es
categórica: para tomarse en serio la política y para recuperar ese “hilo de
oro” de la historia de la humanidad, no hay más remedio que estudiarla y aprenderla
adecuadamente.
En la primera
parte expone la teoría de la “inteligencia resuelta”, esa facultad de plantear
y de resolver los asuntos con el fin proporcionar correctos dictámenes. Explica
con claridad y con rigor cómo los problemas y las soluciones de las complejas y
entrelazadas cuestiones políticas, jurídicas y morales –que en última instancia
buscan la felicidad humana- se pueden y, por lo tanto, se deben evaluar. Al
referirse a los inevitables conflictos que se generan en los ámbitos políticos,
sociales y éticos, propone que se estudien como “problemas humanos”, y que se
traten de solucionar mediante la comunicación y la colaboración –a través del
diálogo- con el fin de alcanzar el bienestar público. Para eso es
imprescindible –afirma- que los políticos y los demás ciudadanos nos
impliquemos en la búsqueda de soluciones adecuadas y válidas.
En la segunda
parte, tras insistir en la necesidad de desarrollar la “inteligencia política” para
resolver los problemas sociales y para encontrar esa felicidad colectiva,
propone un programa que conduzca a lograr la Gran Política, una empresa fundamentada
en la ética universal y explicitada en la Declaración de los Derechos Humanos. Es
un proyecto que supone un esfuerzo de “civilización” y de “reeducación” de los
políticos –hasta ahora sólo formados en la cultura del poder- y que exige un
nuevo aprendizaje dirigido a los demás ciudadanos con el fin de que todos colaboremos
en la lucha por la igualdad y en la búsqueda de la “pública felicidad”.
En la tercera
parte de este proyecto –ambicioso, denso e imprescindible para políticos, para profesores,
para los periodistas y para los ciudadanos responsables-, nos advierte a todos
que es urgente que unos y otros nos decidamos a subir ese escalón que nos
constituye en “ciudadanos de una ciudad libre” y nos estimula a todos para que
nos dispongamos a colaborar en la solución de los problemas ya planteados en
las diferentes culturas como el valor de la vida humana, la relación del individuo
con la tribu, el poder, los bienes, la sexualidad, la relación con los débiles,
el trato a los extranjeros o la relación con los dioses. Una obra, a mi juicio,
básica, seria y, por supuesto, actual y renovadora.
José Antonio Hernández Guerrero
Catedrático de Teoría de la Literatura
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